Cada día es una ilusión y cada momento un regalo.
Después se tuerce todo: nada es como ha de ser, empezando por ti; si quieres algo has de cumplir unas condiciones y raramente las cumples del todo; tienes suerte de que te quieran a pesar de que no te lo merezcas y tu existencia pende del hilo de la prima de riesgo. Cada día es un problema y cada momento una frustración.
Sin embargo, cuando llega la Navidad, lo pasas bomba engañando a tus hijos con los Reyes Magos o Papá Noel; cosas que sabes que no existen pero en las que vale la pena creer. Mientras puedan.
¿O acaso el engañado eres tú? ¿Tú por qué dejaste de creer en la vida? ¿Pensaste que poner cara de asco, estar en desacuerdo, criticarlo todo y regatear tu cariño te hacia ser mayor? Querías hacer como los mayores y has acabado harto de tanta estupidez, negatividad e impotencia. Porque la verdad es que nuestro planeta es lo suficiente rico como para que nadie pase hambre y la mayoría desea paz y prosperidad para todos los pueblos. No son palabras vacías ni un eslogan comercial, es una demanda en la que la humanidad se reconoce a sí misma. Cada vez con más fuerza.
Pero los mayores del FMI, del BCE, la OTAN, y la UE se pasan el día jugando a “Hundir la Flota” y al “Monopoly”; no se puede esperar nada de ellos. Así que volvamos nosotros a la infancia y recuperemos la inocencia que quedó enterrada en nuestra alma. En los Reyes Magos ya no puedes creer pero, si quieres, puedes volver a ser un niño o una niña del Padre celestial.
Es fácil. Para un momento y di:
Padre celestial, que estás en Oseira;
estoy aquí liado con el mundo
intentando poner un poco de amor y luz
para que se note que tú lo has creado.
Sopla sobre mí, como el primer día
para que yo sienta que me proteges,
bendice mis esfuerzos
y no me dejes jugar al Monopoly ni a Hundir la Flota
Feliz Navidad a todos.