Construimos así, progresivamente, el Yo Experiencia, desarrollando todos y cada uno de los potenciales. Las actividades y vivencias cotidianas nos sirven de base para que, despiertos, respondamos a ellas de la manera que sintamos oportuna. Nuestra vida concreta comienza a percibirse cada vez menos amenazadora en cada uno de sus ámbitos y va surgiendo la confianza en nosotros y en los demás, en el devenir de las cosas, en lo que ves y en lo que no ves.
Para mí, una de las primeras consecuencias del Trabajo, dónde yo noté que se estaban plasmando sus efectos, fue en el ámbito laboral. Percibir cómo se desdibujaba la barrera que acotaba “lo que te toca hacer” y “lo que no” para pasar a intentar dar lo mejor de ti mismo en cada momento, es, según mi experiencia, de por sí muy liberador y reconciliador, a la vez que incuestionable, porque dejas de pensar que has de defenderte a fin de que no abusen de ti, y en cambio comienzas a coger el control y a aportar a la situación tu participación por el simple hecho de que tienes la capacidad de ello y por la satisfacción que produce el hacerlo.
También, cómo no, me he encontrado con momentos y situaciones determinantes y tristes de la vida que nos recuerdan que nuestra personalidad no controla los acontecimientos y entonces, despiertos, percibimos que solamente podemos estar ahí, en presencia, asistiendo a lo que está aconteciendo, que nos trasciende, intentando quizás aportar algo que pueda ser necesario, de la misma manera que contemplamos maravillados, la salida del sol una madrugada o ponerse en el anochecer.
Pero algo nos empuja a profundizar más en la conciencia y el “Yo Experiencia” no deja de ser sino otro vehículo para conducirnos al “Yo Esencial”. En este punto se hace vital cultivar las experiencias que nos lleven a concretar el encuentro con el Amor.
Blay dice... que primero se aman las formas, luego nos damos cuenta que el Amor brota de nosotros y amamos esto que sentimos, después al Amor y por último al Ser, que es de dónde proviene el Amor...
El Trabajo, en todo momento, nos guía y acompaña en el proceso de ir traspasando vivencialmente las puertas que han de llevarnos desde nuestro punto de partida, que acostumbra a ser el del amor selectivo a unas formas determinadas, hacia poder ir conectándonos progresivamente con nosotros mismos, con nuestra esencia, para darnos cuenta de nuestra verdadera Naturaleza y por ende, de la de todo lo demás. Hasta llegar al descubrimiento del Ser, hasta llegar a Dios y sentir, confiados y abiertos, que hemos vuelto casa y de que nos ponemos en sus manos.
Con estos propósitos el Trabajo se va convirtiendo en nuestro Camino, en nuestra manera de hacer y de vivir. Indiferentemente del punto en el que nos hallemos y de los resultados personales que cada uno vayamos consiguiendo, me parece una excelente manera de experimentar la vida que somos.
Gracias por poder compartir en ADCA que, amorosamente, nos brinda un espacio y tiempo concreto donde conectarnos y relacionarnos. Pertenecer a un grupo de trabajo como éste me llena de satisfacción.