El Amor, cuanto más desde arriba se vive, es una energía dulce, suave, pero con un poder transformante enorme; es algo que penetra hasta lo más hondo, que transforma desde la raíz, que se mueve desde nuestra misma base y nos hace despertar del sueño profundo. Por eso, el amor, en este sentido auténtico, tiene un poder extraordinario; es una fuerza que no es detenida por nada, absolutamente por nada, ni por la fuerza vital, ni por la fuerza mental. No hay nada que detenga esa fuerza de penetración, de plenitud de Ser, cuando está actualizada.
Si ya hemos hablado de que el noventa o noventa y cinco por ciento de los problemas que tenemos son problemas de la afectividad, podemos comprender cómo el hecho de ejercitar, de reconocer y dar, de abrir la puerta para que el Amor se exprese en todo momento a través nuestro, es algo que soluciona, que elimina de raíz nuestros problemas de autocompensación, de sentirnos víctimas o mártires. Todo esto desaparece y vemos que es algo absurdo, pues nos estamos quejando como niños que no comprenden nada de lo que les está ocurriendo.
Hemos de descubrir el Amor en nosotros y le hemos de dar paso; no es algo que demos a alguien como un favor, sino que, por el contrario, las personas son la ocasión para ejercitar nuestro amor. Es gracias a las personas que yo puedo ser cada vez más YO.
Por tanto, soy yo quien ha de estar agradecido por el hecho de poder expresar afecto, por poder sentir amor por alguien o por algo, ya que soy el primer beneficiado de todo el auténtico amor que pueda expresar y sentir. Así, pues, expresar Amor es un poder maravilloso. Únicamente esto es lo que nos hace desarrollarnos, lo que nos llena, lo que nos hace sentir de veras.
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Es evidente que, cuando uno quiere vivir el amor de esta manera, tropieza con hábitos, con miedos, con toda esa cantidad de escombros que hay en nuestro subconsciente; esto produce crisis en la transformación y evolución de ese amor; lleva a momentos en los que uno se siente incapaz de amar de esta manera, en los que uno convierte el amor en una exigencia, en algo egocentrado, momentos en los que el verdadero Amor ni se siente. Uno ha de tener suficiente visión para entender que no se puede desarrollar una actitud nueva sin esfuerzo, sin ejercitamiento constante; esto sucede con cualquiera de nuestras facultades. Por lo tanto, el desarrollo, la actualización en nosotros, de este Amor pasará por altibajos, por una serie de resistencias que hemos de poder superar sin alterarnos, sin dramatizar.
Caminos de autorrealización. Tomo I. La realización del Yo central
Antonio Blay.
Ediciones Cedel