Siguiendo con este argumento, podemos comprender que lo colectivo también debe subordinarse a su nivel superior, que es el ámbito de lo espiritual. La trascendencia no es una cuestión personal, es una cuestión esencial: trata del Ser y de su manifestación. El potencial trata de la humanidad, de la dignidad que tiene el ser humano como especie autoconsciente.
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La alternativa política real no es votar a tal o cual partido, sino reivindicar que la economía y la política respeten y potencien esta dignidad de la persona humana. Y esto no es una cuestión ideológica o moral, es una cuestión práctica. A primera vista, tenemos la impresión de que en estos niveles no podemos hacer nada, que nos resulta imposible modificar una estructura que está fuera de nuestro control; pero podemos quejarnos, protestar, reivindicar, encabezar luchas sectoriales allí donde nos toque estar. Todo esto es echar una mano al espíritu.
Pregunta: ¿No vamos a tener problemas por decir la verdad o denunciar cosas?
Jordi: Es posible, pero hay que denunciar los hechos, no a las personas. Y tener claro que lo haces porque percibes que algo no funciona y ves la posibilidad de mejorarlo. […] Tenemos que denunciar la alienación, no al ser humano; el ser humano no tiene ninguna culpa.
Jordi Sapés de Lema. “Espiritualidad y vida cotidiana. Práctica de la obra de Antonio Blay desde lo superior”. Colección Jordi Sapés. Boira editorial. 2020.
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