#2350
Jordi Sapés de Lema
Superadministrador

En anteriores artículos he venido reiterando que en la sociedad catalana no había enfrentamiento entre los partidarios y los contrarios a la independencia. Creo que en estos momentos ya no puedo sostenerlo porque el hostigamiento que estamos sufriendo es de tal magnitud que puede generar en cualquier momento una reacción susceptible de provocar que todo acabe como el rosario de la aurora.

La chispa la pondrán algunos energúmenos, que nunca faltan en ambos lados; pero los que están cebando la bomba son los que pretenden condenas de 30 años, los que instan a poner denuncias por odio, los que llaman delincuentes o fugados de la justicia a sus oponentes políticos, los que instan a los niños a denunciar a sus maestros y los que se quejan de que la represión en curso es insuficiente y acusan al Estado de ser demasiado débil. En resumen: la política del “a por ellos”.

El programa político de Ciudadanos se resume en dos palabras: odio y represión, así que pretende fomentar y alimentarse de las emociones negativas de la gente. Nunca había visto tanto odio en los semblantes y en los discursos como los que muestran esta gente estos últimos días. Y el PP, para competir en este terreno, no se le ocurre otra cosa que proponer un sistema anónimo para denunciar a los maestros.

Los maestros son en estos momentos el objetivo contra el cual se dirige la ultraderecha porque, según ellos, “adoctrinan”. No quiero eludir la cuestión de los hijos de los guardias civiles que residen en Cataluña: jamás en la vida estos niños han tenido ningún problema porque las escuelas no están politizadas ni adoctrinan a nadie. Ahora bien, las votaciones del 1 de octubre se realizaron en las escuelas; y al día siguiente, muchos colegios aparecieron con los cristales y el mobiliario destrozado como consecuencia de las cargas de la policía nacional y la guardia civil. Obviamente había que comentar con los niños lo que había pasado y defender el derecho de sus padres a ejercer la democracia. Dadas las circunstancias, es muy posible que alguien se excediera en sus comentarios, pero los padres guardias civiles, en vez de enfocar sus iras contra los maestros, harían mejor en dirigir la mirada hacia el Ministro de Interior y explicarles a sus hijos que ellos están obligados a cumplir las órdenes que reciben y no son responsables de las mismas.

Lo que no se puede hacer ante la barbarie, por disfrazada de ley que aparezca, es ignorarla y permanecer impasibles porque entonces se crece. A la intolerancia hay que hacerle frente, del modo más civilizado posible pero con decisión, porque el odio es un pozo sin fondo que consume todos los sacrificios que se le ofrecen para calmarlo.

Así que nadie espere que mientras los políticos continúan en la cárcel o en el exilio y la extrema derecha va sembrando cizaña, aquí constituyamos un gobierno de la Señorita Pepis que desentienda de la situación y se ocupe de “lo que realmente le interesa a la gente” y “gobierna para todos los catalanes”. A la mayor parte de la gente que conozco nos interesa por encima de todo la democracia real porque es lo que permite gestionar de verdad el colectivo; y todos tenemos muy claro que los gobiernos gobiernan siempre para la totalidad de la población, pero según el programa de las formaciones que han conseguido la mayoría en el parlamento.

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