#2388
Jordi Sapés de Lema
Superadministrador

Parece que vuelve a ser momento de reconsiderar el problema catalán porque ya tenemos una sentencia judicial.

En primer lugar esta sentencia dice que no ha habido la violencia suficiente para poder hablar de rebelión, cosa evidente para nosotros que tenemos claro que la única violencia registrada fue la inesperada de la policía y la guardia civil. Pero resulta que esta acusación que ahora decae ha sido el pretexto utilizado para mantener a los encausados en prisión provisional e impedirles ejercer los cargos para los que han sido elegidos en las diferentes convocatorias electorales que se han desarrollado durante estos dos años. El caso es que los votos de dos millones de personas han sido ignorados de manera continuada con la excusa de la rebelión.

Los que estuvimos siguiendo el juicio sin perdernos ni una sola sesión, teníamos claro que la única acusación que se sostenía era la de desobediencia, por la que tres de los encausados han sido condenados a un año y 8 meses. Y también que ninguna de las autoridades del Estado, que se llenaban la boca acusándolos de golpistas, tenía la gallardía suficiente para admitir que había ordenado personalmente la intervención de las fuerzas del orden en uno de los episodios más vergonzosos de la historia reciente de este país.

Pero la sentencia ha sido sedición, lo cual convierte en sediciosos a todos los que fueron a votar, aunque el tribunal ha tenido piedad de ellos y los ha declarado débiles mentales que se habían creído el cuento de que iban a conseguir la independencia. Esto después de 5 o 6 años de manifestaciones multitudinarias y pacíficas de miles de personas que han sido las que han forzado a los políticos a plantear esta cuestión, no al revés. De pronto, estas manifestaciones pacíficas se han convertido en tumultuarias y por tanto violentas; aunque no hasta el punto de poder ser consideradas rebelión porque no tenían la fuerza suficiente para conseguir sus propósitos.

La sentencia se burla de todas estas personas que fueron a votar, supuestamente instrumentalizadas por unos políticos que no pretendían realmente declarar la independencia sino solamente presionar al Estado para que se aviniera a negociar. En esto tienen razón, solo había una intención de hacer presión, porque siempre se ha intentado dialogar y negociar. Y a lo mejor tenemos que admitir cierta debilidad mental por el hecho de seguir considerando posible este diálogo a pesar de que en el otro lado solo encontramos odio y ganas de escarmentarnos para que callemos y volvamos al redil. En cualquier caso, esta semana tenemos menos motivos que la anterior para querer continuar formando parte del Reino de España.

Esta sentencia es fruto de la arbitrariedad de un abuso de poder que interpreta las leyes de manera que en vez de dignificar el Estado de derecho y la Constitución lo denigran. Es una sentencia que solo servirá para dar más votos al independentismo porque, si pretendía ser ejemplar, tenía que haber incluido penas para la negligencia pirómana de los incompetentes que llevan años actuando para fomentar la discordia, el inmovilismo y los agravios territoriales.

A ver si somos capaces de señalar a los auténticos responsables de este desaguisado en vez de meternos con los que ocupan el aeropuerto y cortan carreteras o con la policía que intenta restablecer el orden y evitar males mayores. No es lo mismo impedir que se invadan las pistas del aeropuerto que zurrar a la gente que está haciendo cola para votar pero, en cualquier caso, el responsable es el cobarde que lo ordena y no es capaz de dar la cara y justificar su acción.

Y tampoco pidamos que la gente agache la cabeza y se retire a sus casas a “hacer bondad”; por lo menos se nos ha de permitir defender nuestra dignidad como pueblo oprimido llamando un poco la atención en las noticias internacionales. Tened presente un dato muy preocupante que no debéis pasar pro alto: hacer manifestaciones pacíficas de miles y miles de personas es algo que hasta ahora no servía para nada pero en estos momentos se ha convertido en sedición y te puede llevar a la cárcel.

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