Cierto Carlos, ese es el debate desde, por lo menos, la Revolución Francesa. Dices que la cubana ha sido una revolución fallida. No lo tengo tan claro. . Hace 8 años escribí su bÍografia y para ello leí tanto a partidarios como a opositores de su figura. En un momento dado casi me atormenté porque algunas de las cosas que supe no me gustaron nada. Tuve que hacer una digestión lenta y difícil y he de decir que el Trabajo supuso una gran ayuda. Al final, llegué a la conclusión de que el mundo era un lugar un poco mejor gracias al aporte de Castro. Un dato significativo: hoy mismo he leído declaraciones de bastantes líderes africanos valorando todo lo que hizo por el continente negro. Cuando los más pobres hablan bien de ti algo bueno habrá…
En cuanto al debate que se nos plantea, un apunte: así como el socialismo sin libertad no es posible tampoco lo es sin igualdad y en ese sentido las democracias liberales fallan de modo estrepitoso. Basta que miremos a países de Iberoamérica como Méjico (decenas de miles de muertos esta última década en la lucha contra el narco), Honduras, El Salvador, Brasil o Perú, en teoría países con libertades individuales, para ver que en todos los índicadores recogidos en el IDH (Indice de Desarrollo Humano; a escala mucho más humana, valga la redundancia, que el PIB) están más abajo que Cuba.
Las penurias provocadas por la falta de igualdad no se limitan al Sur. El Norte conoce ya la pobreza y la tendencia del s. XXI será a acrecentar la desigualdad en nuestro próspero entorno. ¿Cual es la solución? Seguir intentándolo, en forma de revolución o en forma de transformaciones serias. Así como el Trabajo a nivel personal supone un compromiso serio y el no quedarnos en cambios cosméticos los proyectos colectivos también suponen apuestas y discursos contundentes, del estilo de los que ha hecho el papa actual. Y ese tipo de discurso no lo vamos a encontrar en las tertulias de tv porque los medios son de quien son…
Acabo con unas palabras de 2010. Cuando Carmen Lira (directora del diario mejicano La Jornada) le preguntó por cómo se podía lograr el mundo futuro en común del que hablaba respondió: «Educando. Educando y creando amor y confianza». Nuestros políticos hubieran respondido que con más crecimiento económico y con más consumo…