Desde su presentación ya se dijo que allí, en Ávila, el Congreso nos había reunido a buscadores de diferentes movimientos espirituales próximos para intercambiar ideas y experiencias. Unos buscadores que, en ocasiones, utilizábamos diferente vocabulario para designar el mismo punto de referencia: Nuestra Identidad Esencial.
Y así se ha demostrado, porque todas y cada una de las presentaciones y mesas redondas que han tenido lugar, se han desarrollado desde un alto nivel de conciencia, mostrándonos, desde su particular visión y experiencia, diferentes aspectos de cómo recorrer el camino de auto descubrimiento de lo Esencial.

Esta amplia diversidad de puntos de partida, visiones y experiencias, nos ha dado la posibilidad de, por un lado, profundizar en lo que nos fuera más cercano y, por otro, de acercarnos a lo más desconocido, como el caso de la mística, para algunos.
Pero lo más relevante es que, entre todos, nos han dejado unas directrices comunes, claras y consolidadas, que podríamos resumir:

Se parte de la certeza de que:
Nuestra realidad exterior se sustenta en la interior. No podemos disociarlas. Tampoco negar ninguna de ellas.

Por lo tanto:
Se ha de emprender un camino de conocimiento, de auto conocimiento experiencial, para vivenciar nuestra Realidad Esencial. Lo que conocemos como Trabajo.
Cada cual ha de aceptar su realidad concreta, sus limitaciones, y a partir de aquí, desarrollarse.
Entonces, cada uno no vive su realidad concreta desde una perspectiva diferente. Esto nos lleva a una sana autoestima, a aprender a sabernos amados.
Esta plenitud resultante es para vivirla en esta vida.

El Trabajo comprende:
Desaprender los hábitos y roles con los que funcionamos, por una parte.
Y por otra, un desarrollo de la persona, tanto en el plano horizontal, como en el vertical.
Esto ha de ser un proceso integrador.

Para ello, necesitamos:
Partir de un Yo, o estructura mental, consolidado, como base o vehículo, para trabajar las capacidades.
Este Yo es una herramienta valiosa. Lo peligroso es “identificarse” con él; creernos que sólo somos eso.
Hemos de ser conscientes de esta identificación para, desde la consciencia, poder soltarla, es decir limpiar los hábitos físicos, emocionales y mentales. Necesitamos este vacío para…
Construir una personalidad bien asentada como base fuerte a partir de la cual entender, trabajar e ir integrando las experiencias …los distintos niveles de conciencia. Y…
Unir la conciencia para dejarnos traspasar por La Luz, para el reconocimiento de algo Superior.

Se insiste mucho en que:
El Trabajo espiritual requiere decisión, compromiso, perseverancia y esfuerzo para ir avanzando poco a poco. Trabajar las capacidades.

Y tiene una aplicación en nuestro entorno:
Cualquier transformación psicológica o trascendente, ha de tener una repercusión en la sociedad.

Se advierten de ciertos peligros con los que nos podemos encontrar:
Hay que diferenciar psicología de espiritualidad. Aunque hay que hacer un trabajo psicológico para conocer y limpiar los hábitos, la psicología se queda en el ámbito de la mente.
La finalidad del Trabajo no es resolver problemas personales. Si éstos mejoran es gracias a que aprendemos a verlos y abordarlos desde una conciencia Superior.
Se ha de tener cuidado y saber diferenciar entre las ideas del Trabajo y experiencia interior, para no quedarse sólo en las primeras. Hay que sustentarse en la experiencia interior, bajo la comprensión que nos aporten las ideas.
No dejarse arrastrar por el narcisismo, presentado en forma de súper personaje espiritual.
Es peligroso dejarse llevar por las teorías y literaturas de que no se necesita hacer nada más que dejarse fluir en la vida. Esto sólo se da en el proceso de experimentar el trabajo, cuando ya se ha hecho camino.
No podemos quedarnos colgados de las experiencias místicas o contactos con lo Superior. Se ha de regresar a la vida ordinaria y utilizar esa conexión para alumbrarla.
Se cuenta que Santa Teresa, cuando sus monjas se quedaban enganchadas a una experiencia mística, les prohibía orar y les mandaba barrer y hacer faenas concretas del mundo.

Y acaba:
Describiendo tres niveles de conciencia: La ley de más Fuerte, La Ley del Intercambio y la Ley del Amor. La sociedad actual de derecho se define por la segunda, pero en la práctica estamos oscilando entre las tres. La hegemónica es aquella que tiene más peso en nuestra vida.
Y ofreciéndonos una interpretación positiva del decálogo mosaico, vigente hoy día desde esta visión Superior, con el fin de que nos sirva de guía para poner la atención en la ley del Amor.
Nosotros reconocemos este proceso porque forma parte de nuestro Trabajo, de nuestra vida, lo cual ya quedó demostrado en las aportaciones de pósters y comunicaciones orales.
Pero sin duda, el participar en darlo a conocer y las vivencias acaecidas durante el Congreso, a todos nos han enriquecido y renovado.

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