Desarrollo del amor 

    La inteligencia tiene su propio medio de desarrollo y, al mismo tiempo, el desarrollo de la energía y de la afectividad son dos pilares que ayudan también a que la inteligencia funcione mejor.  

No obstante, el problema que más frecuentemente se presenta en las personas es el problema de la inseguridad interior, de la tensión, de la angustia o de la soledad interior. Todo esto son diferentes aspectos de un único problema, que es el más común, el más general. Y ese problema se resuelve trabajando no tan solo el aspecto inteligencia sino, paralelamente, el aspecto energía y el aspecto amor. 

Hablemos pues del aspecto amor.  

¿Desea usted de veras amar y ser feliz? ¿Sí? 

Bien. Pues lo primero que le diría es que, a partir de este momento, deje de lamentarse de las cosas malas que le suceden. Deje de quejarse por el modo de ser de los demás. Deje de preocuparse por su pasado y su futuro. Perdone y olvide de veras todas las injusticias de que ha sido víctima. Y además, ejercite lo siguiente: 

Primero. Medite en que Dios quiere ahora que usted sea plenamente feliz, y que Él está ofreciéndole su infinito amor y felicidad, y es tan solo voluntad de usted el abrirse y permitir que este océano de gozo y alegría llene todo su ser. 

Segundo. Que realmente, el amor y la felicidad no entran por fuera, sino que entran por dentro, entran por el Yo profundo, por el corazón interior. 

Cuando yo espero el amor o la felicidad del exterior es justamente cuando todo empieza a ir mal.  

Dios hacia el Yo. Éste es el trayecto único de entrada del amor, de la alegría, de la paz, de la felicidad. Lo exterior es tan sólo el campo donde yo expreso, exteriorizo lo que hay dentro. 

Tercero. En la medida en que yo doy el amor que hay en mí y la felicidad que hay en mí, en la medida en que me obligo a expresar el grado, pequeño o grande, de amor o de felicidad, de gozo, que hay en mí, en ese mismo grado este amor y esta felicidad crecerán. El único medio de que crezcan en mi personalidad es que yo exteriorice, comunique, entregue lo poco o mucho que haya en mí. 

Es una ley básica del crecimiento. Sólo crezco en la medida en que doy, en que ejercito, en que exteriorizo. El crecimiento no se produce nunca de fuera hacia dentro, sino de dentro hacia fuera. Por lo tanto, si espero que el exterior me dé felicidad, me dé plenitud de amor, estoy esperando en vano. Sólo en la medida en que yo exprese, en que yo invierta en el mundo mi caudal, mi capital, grande o pequeño, sólo en esa medida crecerá en mi interior. 

Cuarto. Por lo tanto he de liberar a cada persona y a la vida en general de mis exigencias de que me den felicidad, de que se comporten conmigo de una manera determinada, de que me den esto o me den lo otro. He de liberarlas de esta exigencia interior. 

Podríamos también hacer otro enfoque de la situación y decir: 

Piense profundamente en estas cosas, piense con frecuencia y con calma, hasta que llegue a descubrir: 

A) Que nuestra vida es un desarrollo, y no una adquisición, de amor y de felicidad. 

B) Que en cada momento  y situación, sea agradable o desagradable, es mi actitud y solo mi actitud, lo que determina si voy a vivir esta situación como algo positivo y feliz, o todo lo contrario.  

C) Que el sentido de mi vida es llegar a ser un foco irradiante  en la humanidad de la plenitud de amor, gozo y felicidad de Dios. 

D) Que cuando yo consigo hacer a alguien un poco más feliz, estoy aumentando, por una reacción en cadena, la felicidad de muchas personas. Aquel a quien he comunicado algo de felicidad podrá, a su vez, expresarse de un modo más feliz, y esparcirá esta felicidad a más y más personas. En cambio, cuando estoy exigiendo que la otra persona me dé felicidad, amor, amabilidad, estoy aumentando, a través del mismo mecanismo, el deseo y la exigencia en muchas personas. La persona que se siente exigida por mí, a su vez exige de otras. 

Hay que ver pues, la importancia fundamental de que el amor sólo puede crecer con el amor, nunca con la demanda, nunca con la exigencia. El crecimiento del amor siempre es centrífugo, nunca centrípeto. 

E) Debido a que el amor y la felicidad son la expresión natural e inevitable de mi propio ser, de mi yo real, no tiene sentido que ponga condiciones para amar y ser feliz. No es que yo deba amar sólo si la otra persona es así o hace esto o lo otro. Yo amo gratuitamente, y soy feliz simplemente porque yo mismo soy este amor. Y cuanto más feliz soy, más consigo ser yo mismo. 

Por consiguiente, no se trata de que yo dé algo que los otros me han de agradecer, o que me han de corresponder. Cuando doy amor, doy lo que soy y, gracias a ese dar, yo soy más yo mismo, aumento mi plenitud, mi realidad. Soy yo quien debería estar agradecido al otro por poderle amar, por poderle comunicar felicidad. 

Antonio Blay Foncuberta. “Creatividad y plenitud de vida”.  Editorial Iberia. 1977. 

Imagen: Pixabay.

2 comentarios en “Desarrollo del amor ”

  1. Esta es la fórmula del amor. Entender a Blay es expandirse, liberarse y alegrarse por sus regalos. Siempre hay que volver a él y confiar en que todo renace cuando lo leemos. Gracias Blay por estar en nuestra conciencia

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
logo.adca
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.