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Jordi Sapés de Lema
Superadministrador

1.- Práctica del camino de Antonio Blay.- Boira Editorial

El primero lleva por título la ya conocida divisa: PRÁCTICA DEL CAMINO DE ANTONIO BLAY, divisa que preside nuestro grupo de Facebook y los congresos de ADCA. A esto nos hemos dedicado todos estos años, a garantizar que las enseñanzas de Antonio Blay pudieran difundirse e impartirse de un modo práctico y eficaz.

Tengo que decir aquí que he estado muchos años dudando de la conveniencia de divulgar estas instrucciones, por miedo a que pudieran caer en manos de la pseudo espiritualidad que andan a la caza y captura de novedades para mantener la clientela con nuevas propuestas. Pero si leéis el libro veréis que está asegurado que esto no va a suceder.

De hecho, la finalidad de este texto es prevenir las desviaciones que acostumbran a distorsionar la eficacia de los ejercicios y retrasan la evolución que podemos hacer. El libro resalta el rigor con el que se ha de acometer el Trabajo y los obstáculos mentales, emocionales y prácticos que nos vamos a encontrar a lo largo del camino. Así que no se presta a nutrir propuestas para distraer al personal y promover las fantasías del personaje.

Por lo tanto no va a ser un libro de divulgación. Está escrito para los que ya se han subido a este carro y quieren avanzar lo más rápido posible. Y sobre todo, para los que se sienten llamados a desempeñar una tarea de orientación y tutela. En los primeros capítulos podrán reconocer todos los obstáculos que aparecen de entrada y también las equivocaciones que, con la mejor voluntad del mundo, se cometen para ganarse la voluntad de los que empiezan. Un inicio inadecuado puede lastrar el camino durante muchos años, porque las bases que permiten un esfuerzo eficaz se definen y colocan justo al principio.

No obstante el libro va más allá del principio. El principio es despertar y objetivar el personaje, pero todo esto conduce a un cambio radical en la existencia que, debemos apuntalar para hacerlo viable. De lo contrario, si no conseguimos movernos con una cierta seguridad en este nuevo territorio, la tentación de regresar al personaje es muy fuerte. Y aquí se hace evidente la necesidad de la fe, no en el sentido de creencia sino de confianza. El cambio que el Trabajo espiritual propicia es tan grande que el personaje no puede imaginarlo. El personaje fantasea con escenarios extraordinarios en su mundo de siempre, pero lo que el Trabajo propone solo puede vivirlo como una amenaza porque es incapaz de integrarlo en sus esquemas mentales.

Y si aquí no actuamos con decisión para animar al yo experiencia a vencer este temor que el personaje nos contagia; si andamos con pies de plomo para que lo vaya viendo y se vaya animando, poco a poco, iremos directos al fracaso. Lo que sucederá es que el personaje recuperará el terreno con la excusa de no poner en peligro la vida cotidiana y colocará el Trabajo en el ámbito del yo ideal: como algo que “hay que hacer”. Esto en el mejor de los casos, porque puede que encima se considere por encima de los demás mortales y se disfrace de superior.

Así que el descubrimiento de uno mismo a través del despertar y la objetivación del personaje por medio de los eventos, ha de ir seguido de un cambio radical en la forma de vivir, un cambio que puede propiciar el ejercicio que hacemos para reforzar la capacidad que el personaje ha estado obstruyendo. Ahí tenemos un punto crítico: si el personaje consigue bloquear este ejercicio: por falta de interés, por complejo de incapacidad o por considerarlo algo superestructural que no justifica el esfuerzo que requiere, probablemente estemos asistiendo al final del viaje. Pero si conseguimos superar el reto, se nos abre un mundo de posibilidades: entonces volvemos a sentir ilusión por la existencia, las ganas de vivir que teníamos de pequeños, porque recuperamos nuestro protagonismo y el derecho a diseñar nuestra existencia de una forma creativa.

La finalidad del libro no es sembrar el pesimismo; todo lo contrario: lo que pretendemos es que aquellos que han conseguido soslayar estas dificultades y vencer estos complejos, se manifiesten más combativos y menos cuidadosos con el mecanismo que sigue parapetado en el subconsciente. Conviene que tengamos más confianza en la realidad esencial que hay detrás de este personaje y nos dirijamos a ella con la seguridad de que vamos a ser escuchados. Puede que a veces tengamos que hablar un poco más alto para atravesar el ruido de la mecanicidad, pero vale la pena hacerlo. Lo que resulta suicida es tener miedo a molestar al personaje. El arma para atravesar las barricadas que coloca es el rigor; y rigor significa claridad, interés por el progreso del otro e impecabilidad en nuestras respuestas; no tiene nada que ver con la autosuficiencia y la prepotencia.

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