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  • #2494
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    Lo habitual durante muchos años ha sido convocar a los amigos y al público en general a la presentación, a cargo del autor, de la obra que se acaba de publicar. Autor y editorial están interesados en comunicar esta novedad y despertar el interés de los posibles lectores. Sin embargo, de momento, la pandemia nos va a impedir cumplir con esta costumbre y, dado que la editorial se ha dado prisa para que tuviéramos disponibles los libros de cara el Congreso, deberemos sustituir la tradicional presentación por otro mensaje online.

    Aprovecho para comentar que lo que para muchos ambientes relacionados con la espiritualidad, acostumbrados a una forma de proceder basada en las convocatorias presenciales, está suponiendo un grave problema, a nosotros prácticamente no nos ha afectado. Al contrario, no ha planteado un nuevo reto a enfrentar del que seguro que vamos a salir reforzados. Nuestra orientación y tutela es muy personal y por eso la hemos hecho tradicionalmente online; requiere un esfuerzo mucho mayor que el que supone dar unas charlas para el público en general, pero ahora el destino nos premia esta dedicación.

    Volviendo a los libros: ya sabéis que se han puesto de moda las trilogías, así que he seguido la pauta. Tal como indica el poster de propaganda, mis obras publicadas se refieren a cuatro momentos de un Trabajo espiritual práctico: constatar la desorientación que vivimos y que nos llama a despertar, seguir un método basado en el rigor y la continuidad capaz de hacer eficaces nuestros esfuerzos, ejercitar la espiritualidad en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana y recibir la inspiración y la ayuda de lo Superior para que todo esto se haga posible.

    Igual os sorprende tanta productividad, pero para publicar esta trilogía tan solo he tenido que adaptar algunos textos que venía utilizando para la formación de los tutores y reunir en un solo volumen los opúsculos que hemos publicando en los sucesivos seminarios de interpretación del Evangelio. Finalmente, la transcripción de mis charlas en el Monasterio de Oseira correspondientes al Retiro de 2019 han proporcionado el material para el segundo libro. Tengo que agradecer aquí la ayuda de Isabel Moya en la adaptación de las instrucciones a los tutores y a Pilar Laínez la labor que ha desempeñado en los tres títulos, esfuerzo que ha hecho posible esta publicación.

    El objetivo era tenerlo publicados para poderlos ofrecer en el Congreso y se ha conseguido. La oferta quedará sin embargo limitada a la publicidad online aunque se pueden comprar en cualquier librería. He pensado sin embargo que valía la pena que vosotros conocierais su contenido para poder recomendarlos.

    #2495
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    1.- Práctica del camino de Antonio Blay.- Boira Editorial

    El primero lleva por título la ya conocida divisa: PRÁCTICA DEL CAMINO DE ANTONIO BLAY, divisa que preside nuestro grupo de Facebook y los congresos de ADCA. A esto nos hemos dedicado todos estos años, a garantizar que las enseñanzas de Antonio Blay pudieran difundirse e impartirse de un modo práctico y eficaz.

    Tengo que decir aquí que he estado muchos años dudando de la conveniencia de divulgar estas instrucciones, por miedo a que pudieran caer en manos de la pseudo espiritualidad que andan a la caza y captura de novedades para mantener la clientela con nuevas propuestas. Pero si leéis el libro veréis que está asegurado que esto no va a suceder.

    De hecho, la finalidad de este texto es prevenir las desviaciones que acostumbran a distorsionar la eficacia de los ejercicios y retrasan la evolución que podemos hacer. El libro resalta el rigor con el que se ha de acometer el Trabajo y los obstáculos mentales, emocionales y prácticos que nos vamos a encontrar a lo largo del camino. Así que no se presta a nutrir propuestas para distraer al personal y promover las fantasías del personaje.

    Por lo tanto no va a ser un libro de divulgación. Está escrito para los que ya se han subido a este carro y quieren avanzar lo más rápido posible. Y sobre todo, para los que se sienten llamados a desempeñar una tarea de orientación y tutela. En los primeros capítulos podrán reconocer todos los obstáculos que aparecen de entrada y también las equivocaciones que, con la mejor voluntad del mundo, se cometen para ganarse la voluntad de los que empiezan. Un inicio inadecuado puede lastrar el camino durante muchos años, porque las bases que permiten un esfuerzo eficaz se definen y colocan justo al principio.

    No obstante el libro va más allá del principio. El principio es despertar y objetivar el personaje, pero todo esto conduce a un cambio radical en la existencia que, debemos apuntalar para hacerlo viable. De lo contrario, si no conseguimos movernos con una cierta seguridad en este nuevo territorio, la tentación de regresar al personaje es muy fuerte. Y aquí se hace evidente la necesidad de la fe, no en el sentido de creencia sino de confianza. El cambio que el Trabajo espiritual propicia es tan grande que el personaje no puede imaginarlo. El personaje fantasea con escenarios extraordinarios en su mundo de siempre, pero lo que el Trabajo propone solo puede vivirlo como una amenaza porque es incapaz de integrarlo en sus esquemas mentales.

    Y si aquí no actuamos con decisión para animar al yo experiencia a vencer este temor que el personaje nos contagia; si andamos con pies de plomo para que lo vaya viendo y se vaya animando, poco a poco, iremos directos al fracaso. Lo que sucederá es que el personaje recuperará el terreno con la excusa de no poner en peligro la vida cotidiana y colocará el Trabajo en el ámbito del yo ideal: como algo que “hay que hacer”. Esto en el mejor de los casos, porque puede que encima se considere por encima de los demás mortales y se disfrace de superior.

    Así que el descubrimiento de uno mismo a través del despertar y la objetivación del personaje por medio de los eventos, ha de ir seguido de un cambio radical en la forma de vivir, un cambio que puede propiciar el ejercicio que hacemos para reforzar la capacidad que el personaje ha estado obstruyendo. Ahí tenemos un punto crítico: si el personaje consigue bloquear este ejercicio: por falta de interés, por complejo de incapacidad o por considerarlo algo superestructural que no justifica el esfuerzo que requiere, probablemente estemos asistiendo al final del viaje. Pero si conseguimos superar el reto, se nos abre un mundo de posibilidades: entonces volvemos a sentir ilusión por la existencia, las ganas de vivir que teníamos de pequeños, porque recuperamos nuestro protagonismo y el derecho a diseñar nuestra existencia de una forma creativa.

    La finalidad del libro no es sembrar el pesimismo; todo lo contrario: lo que pretendemos es que aquellos que han conseguido soslayar estas dificultades y vencer estos complejos, se manifiesten más combativos y menos cuidadosos con el mecanismo que sigue parapetado en el subconsciente. Conviene que tengamos más confianza en la realidad esencial que hay detrás de este personaje y nos dirijamos a ella con la seguridad de que vamos a ser escuchados. Puede que a veces tengamos que hablar un poco más alto para atravesar el ruido de la mecanicidad, pero vale la pena hacerlo. Lo que resulta suicida es tener miedo a molestar al personaje. El arma para atravesar las barricadas que coloca es el rigor; y rigor significa claridad, interés por el progreso del otro e impecabilidad en nuestras respuestas; no tiene nada que ver con la autosuficiencia y la prepotencia.

    #2496
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    2.- Espiritualidad y vida cotidiana.- Boira Editorial

    El segundo libro ofrece la visión de lo que supone esta nueva existencia despiertos. Bajo el nombre de ESPIRITUALIDAD Y VIDA COTIDIANA aparecen una serie de indicaciones orientadas a combatir la noción de “crecimiento personal” que tanto daño ha hecho a la verdadera espiritualidad. Esta es una noción directamente relacionada con programa de vida del personaje; un programa que Blay definía con esta frase: hacer, para tener, para llegar a ser.

    No es difícil entender que si el personaje vive en el error, cualquier crecimiento no hará más que ampliar la ignorancia en la que se mueve. El confunde el desarrollo con el incremento de lo que ya tiene: más de lo mismo. No puede entender que no está viviendo en la realidad y que sus deseos le alejan cada vez más de ella. Esto se percibe claramente cuando le vemos rechazar y condenar el mundo del que forma parte: cuanto más se crece más lo reprueba. Pero lo reprueba porque no lo entiende, ni participa en él ni sabe moverse por él de forma adecuada. Lo que hace es encerrarse en su presunción e inhibirse de la existencia.

    Así que este libro, después de denunciar este presunto crecimiento como algo erróneo, nos invita a todo lo contrario: a conocer la realidad de un modo lo suficientemente extenso y profundo para comprenderla, a esforzarnos para compartirla con todo los seres que nos acompañan y a ejercitar nuestra naturaleza consciente decidiendo la orientación que queremos dar a nuestra existencia y la labor que pretendemos desarrollar en ella.

    Esta invitación se basa en una premisa: redescubrir lo que ya somos pero estamos ignorando o considerando irrelevante. El primer paso es despertar y tomar conciencia de nuestra realidad personal: ya somos, no tenemos que llegar a ser; ya valemos, ya podemos. Despertando descubrimos nuestra naturaleza esencial: la capacidad de ver, amar y hacer. Y el paso siguiente es mirar. También como lo definía Blay: mirar, con interés, para ver.

    Despertar a nuestra realidad esencial no es el final sino el principio. Sería el final si no estuviéramos en la existencia pero nuestra esencia se está expresando a través de una forma individual que se interrelaciona con otras formas. Esta forma individual no tiene realidad per se: el cuerpo precisa alimentos y aire para mantenerse y la mente necesita las impresiones que le llegan constantemente. El individuo es una entelequia mental, lo único real es la totalidad, las formas individuales tienen cierta autonomía en su seno pero no pueden subsistir por separado.

    Así que el famoso conócete a ti mismo va mucho más allá de nuestra piel y de los contenidos actuales de nuestra mente; incluso después de haberla liberado de los errores del personaje.

    ¿Hacia dónde hemos de mirar para hacernos cargo de nuestra realidad existencial, aquí y ahora, y protagonizarla de un modo consciente? El libro plantea un viaje de ida y vuelta: primero desciende desde el ser esencial a la personalidad individual, pasando por el espíritu, la cultura, el colectivo y la familia, llegando así a la personalidad. Para, desde ella, emprender el regreso al espíritu actualizando el potencial que somos en cada uno de estos niveles existenciales. El viaje de ida nos entrega los materiales que nos construyen y en el viaje de vuelta los restituimos, a poder ser con un plus de luz, afectividad y realidad que nosotros aportamos, de forma personal o participando en los grupos o colectivos propios de cada nivel. Así es como la esencia se expresa en la existencia y realiza su propósito.

    Y finalmente, el libro se interesa por la propia esencia, por cómo la experimentamos en este plano y por el significado de esta excursión de ida y vuelta, con un principio y un final. Reclamamos así una atención consciente hacia el espíritu, diferenciada de los aspectos psicológicos y sociológicos del Trabajo espiritual. Aquí abordamos la cuestión de la trascendencia y lo hacemos de la mano de la muerte que es la mensajera más conocida del espíritu.

    Este segundo libro lleva por subtítulo: Práctica de Antonio Blay desde lo superior. De hecho la frase es una redundancia porque el Trabajo espiritual se hace siempre desde lo superior, pero a veces resulta difícil atestiguarlo porque lo Superior se nos aparece en forma de esta demanda que nada terrenal puede satisfacer.

    #2497
    Jordi Sapés de Lema
    Superadministrador

    3.- El Evangelio interpretado desde la línea de Antonio Blay.- Boira Editorial

    Cuando somos conscientes de lo Superior podemos aprovecharlo y acelerar nuestro desarrollo. En este momento ya nos habremos alejado lo suficiente del personaje para comprobar que la existencia no tiene nada que ver con lo que él presumía. Este es un fenómeno que nos puede confirmar que realmente estamos avanzando: nuestra noción de yo y nuestra visión de la realidad se modifican por completo cada vez que damos un salto y nos colocamos en un nivel superior de la conciencia. Si las lecturas que hacemos solo sirven para ir añadiendo ideas, sin que nada sustancial cambie, es señal de que debemos leer menos y practicar más.

    La experiencia nos dice que la realidad tiene muchos planos, cada uno con sus leyes y su propia dinámica; querer trasladar de forma literal recomendaciones válidas para un nivel a otro diferente suele ser una fuente de confusión; tanto si lo de arriba se quiere aplicar abajo como al revés. En la práctica, cada vez que accedemos a un nivel superior necesitamos nuevas instrucciones para movernos por él. Y a menudo no resulta fácil encontrarlas. Con esta intención se ha escrito este libro. No para dar instrucciones de cómo actuar desde los niveles superiores sino para indicar dónde podemos encontrarlas.

    Aquí conviene resaltar que el propósito es actuar desde los niveles superiores pero en este plano terrenal. No vamos a hablar de viajes astrales ni de realidades post mortem, ni tan siquiera vamos a considerar la opción monástica que pone toda la atención en el espíritu, reservando para el cuidado del cuerpo y de la mente un mínimo indispensable. Lo que vamos a considerar es el modo de actualizar nuestra capacidad de ver, amar y hacer en nuestro mundo cotidiano personal, familiar y social; lo cual dará lugar, lógicamente, a formas de comportamiento diferentes de las que se tienen por norma en este entorno.

    Tales instrucciones se han venido dando en el marco de las religiones tradicionales con referencia a sus textos sagrados. Cada religión tiene los suyos. Aunque en el fondo todos dicen lo mismo, cada uno se acomoda a la forma de vida y a la visión del mundo propia de su cultura. La que corresponde a la nuestra es el cristianismo y nuestro texto de referencia es la Biblia que, entre otros libros de la tradición judía, contiene a los Evangelios.

    Estos Evangelios, escritos con posterioridad a la vida de Jesucristo, incluyen muchas anécdotas de su existencia que fueron trasmitidas oralmente y que se mezclan con discusiones doctrinales de los primeros tiempos del cristianismo. Estas discusiones dieron posteriormente lugar a dogmas que la Iglesia considera de obligado cumplimiento; pero el comportamiento que Jesucristo tiene y las indicaciones que da no pueden ser convertidos en normas y obligaciones porque son de la naturaleza del amor.

    Recordad las últimas palabras que dice a sus discípulos cuando se despide de ellos: “Un nuevo mandamiento os doy, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Bien pues la pregunta es: ¿de qué manera les amó? Y ahí está la respuesta que andamos buscando.

    Naturalmente, si encontramos la respuesta es porque nos hacemos la pregunta. Carece de sentido explicar algo difícil de entender a una persona que no está interesada en el tema. Tiene que haber una preocupación previa, una incógnita que se considera importante resolver; entonces la explicación se recibe como agua de mayo.

    Bien, pues esta es la experiencia que tenemos todos los que hemos sido educados de pequeños en colegios religiosos y que en su día abandonamos la religión tradicional en busca de otras referencias más convincentes. Algunos tuvimos la fortuna de encontrarlas en las enseñanzas de Antonio Blay. Y más tarde, al releer un poco por casualidad algunos pasajes del Evangelio, nos ha sorprendido entenderlo con una gran claridad, como una especie de Manual de Trabajo que responde a todas las incógnitas que se presentan al intentar congeniar la trascendencia con la vida cotidiana.

    Y una de las cosas que más llama la atención es el acento y la atención que Jesús pone, no en lo Superior, sino en lo más miserable, infortunado, menesteroso y desdichado. Quizás esta sea la sorpresa más grande que tenemos en estos cambios de percepción de la existencia inherentes a la evolución en el espíritu. La supuesta dificultad de hacer que lo inferior ascienda se resuelve con el movimiento contrario: es lo Superior que desciende para hacerse cargo de nuestros errores y animarnos a resolverlos.

    #2498
    Anónimo
    Invitado

    En relación a lo que expones, ciertamente me parece decisivo el momento en que finalizamos el análisis del personaje y nos hacemos conscientes de cómo funciona el mecanismo que nos ha mantenido maniatados a lo largo de los años. En este punto pienso que se pueden dar dos fenómenos: que ello sirva como estímulo para acabar de trascenderlo definitivamente o, por contra, que al recrudecerse el mecanismo (que diría que es algo habitual) acabemos por sucumbir definitivamente a sus artimañas y pongamos fin entonces a nuestra andadura en el Trabajo espiritual.

    El peligro aquí reside en que, al haber realizado un trabajo profundo de análisis del personaje, la persona está convencida de que ello le da el sello de estar despierta y que por tanto, a partir de ese momento, ya puede manejar las cosas por sí misma sin necesidad del acompañamiento que venía recibiendo. Sin embargo, la experiencia me dice que nada más lejos de la realidad. Una cosa es ver el personaje y otra trascenderlo y, para esto último, se necesita tiempo y evidentemente acompañamiento.

    Cuando yo me encontraba en este punto recuerdo que Jordi me dijiste: “ahora es cuando empieza el Trabajo” y me llevé un sofocón porque (ingenua de mí) pensaba que éste era prácticamente el colofón final. La realidad es que, siendo honestos, todos sabemos que el descubrimiento de nuestra realidad esencial es un viaje que se recorre a lo largo de toda nuestra existencia.

    El problema es que si lo presentas así inicialmente, la gente saldría corriendo más de lo que ya lo hace. Ahora bien, considero importante tratar de no alimentar falsas ilusiones haciendo creer al alumno que todo se solucionará cuando vea el personaje, tentación que puede aparecer alimentada por el deseo y las expectativas que él mismo pone en ello. Pienso que conviene tener claro que éste es indudablemente un aspecto esencial del Trabajo pero desde luego no todo acaba al ver el personaje, más bien al contrario. Como bien dices, esto ha de implicar un cambio radical en la forma de vivir que se traduce en el posterior abordaje del trabajo del yo experiencia. De lo contrario, la persona probablemente saldrá peor parada que antes de sumergirse en el Trabajo espiritual.

    Como tutora estoy deseando leer los libros porque sé que me van a servir de mucho en este camino de acompañar a los demás para que sean más ellos mismos. Me quedo también con la idea de que resulta suicida tener miedo a molestar al personaje del alumno; poco a poco lo voy implementando pero inicialmente sí que en ocasiones aparecía de fondo; como todo es cuestión de práctica.

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