#2431
Carlos
Superadministrador

Estaba esperando una reflexión  de este tipo, más de fondo, separada de las mascarillas, el lavado de manos y la distancia de dos metros.
La radio me resulta de vez en cuando sugerente estos días y hoy escuchaba a alguien decir: «Cuando las cosas vuelvan a su sitio». Escucho en mi trabajo, comentar «cuando esto acabe».  Y en general se quiere que todo pase como el que ve un partido de fútbol con su equipo perdiendo, como si fuera algo desagradable pero que en definitiva no va a hacer que nada cambie.
Pues yo creo que no. Que el mundo no va a ser igual.  Lo que no sé es la dirección que vaya a tomar, si seremos capaces de avanzar o bien mostraremos una incapacidad histórica para ponernos de acuerdo. Como dice Jordi, nos jugamos nuestro futuro como especie.
Y me pregunto:  ¿Cuál es el sitio de las cosas? ¿Vamos a poder hacer el uso irracional con el que malgastamos los objetos cotidianos? ¿Vamos a poder entender que  los países y las comunidades podamos vivir ajenas unas de otras y con relaciones carentes de importancia? ¿Vamos a continuar con una conducta mundial en la cual la tierra es para el que se ha sabido aprovechar antes que los demás de su riqueza y lo ha mantenido a base de fuerza y de poder político/militar? ¿Vamos a seguir siendo los pueblos supuestamente desarrollados los más egoístas e insolidarios con el resto de pueblos? ¿Va a seguir valiendo menos la vida de un africano o de Afganistan que la de un europeo o americano? ¿Vamos a ser capaces de renunciar a parte de lo que tenemos, personalmente, cada uno de nosotros, para ponerlo en función de las necesidades de todos (léase carga fiscal o renuncia a la supuesta vida comfortable que llevamos)?
No es un problema de riqueza, ni financiera ni de  que nos nos puedad dar el planeta tierra (alimentos, materias primas), es un problema de redistribución. Dinero hay, pero habrá que ver si los que mantenemos el orden social seguimos creyendo que el objetivo es que cada cual acumule todo lo que pueda, sin límites y como en una jungla al grite de: si tú eres pobre, te fastidias.

En definitiva, vivimos un momento de cambio, de salto espiritual,  que se concrete en justicia y en redistribución. La humanidad entera está comprometida, y cada uno de nosotros como individuos también

Gracias Jordi por este magnífico artículo

Scroll al inicio