#2443
Javi
Participante

Delfines en la playa de Caldetes y ciervos que salen a chapotear en las de Doñana, sin miedo. Esa es la respuesta de la naturaleza al confinamiento humano. Comentaba con uno que notaba cierto entusiasmo en determinados ámbitos. Seguramente es un reflejo de mi propio subconsciente, lo que no es óbice para que sea también un sentimiento colectivo. Pero ¿cómo puede ser?, ¿entusiasmo ante un drama humano? Es difícil congeniar ambas cosas: dolor y esperanza, aunque lo cierto es que ahí están. La eterna pregunta que siempre me hago: ¿es necesario un cambio traumático para que el ser humano despierte individual y colectivamente y se auto-determine de una vez por todas? (Imanol, lo expresa claramente cuando dice “…puede que todavía la soga no apriete lo suficiente..”) o ¿puede producirse una transición suave hacia una nueva sociedad? Lo que es en el individuo, es en lo colectivo. La respuesta de Jaspers, que comentaba Jordi: “tomamos conciencia del ser cuando todos nuestros conocimientos, nuestras relaciones y técnicas no pueden evitar que algo suceda.”, ¿es necesariamente así? La historia es tozuda, parece que los grandes saltos de conciencia, la catarsis, han llegado a través de revoluciones que vienen acompañadas de sufrimiento. En este sentido, ADCA emerge como oasis en el desierto, personas con un nivel de conciencia suficiente para, al menos, darse cuenta. A veces me parece muy poco, calidad y cantidad no van a la par, a veces creo que tengo una idea distorsionada del tiempo, la Humanidad es joven dice Blay. Intento ver el futuro. No creo que el golpe del coronavirus, manifestación de Dios también, vaya a ser lo suficientemente fuerte para inducir un cambio, ni lo deseo por las consecuencias negativas a corto plazo. Otra vez la ambivalencia. Ya se entrevé la misma respuesta de nuestros gobiernos que, al final y al cabo, son una muestra de la sociedad: más neoliberalismo, ¿cuándo está ”técnica” será insuficiente?. En fin, está claro que tengo más preguntas que respuesta, me quedo con lo que dice Laura: confianza, y con lo que dice Jordi: trabajar a favor de nuestra capacidad de ser solidarios, de amar, para conseguir lo que dice este párrafo impagable: “Se trata de que una sociedad consciente y bien estructurada asigne a cada uno unas funciones a desempeñar y le asegure el sustento y las necesidades básicas. A partir de aquí, la creatividad científica, tecnológica o estética se producirá como una manifestación libre y gozosa del ser humano, en vez de constituir un modo de acaparar riqueza y privilegios sobre los demás. Cuando se nos permite ejercitar esta humanidad somos capaces de trabajar sin recompensas económicas, incluso arriesgando nuestra propia vida. No necesitamos más privilegio que el de poder participar en una mejora del colectivo, entendiendo por colectivo la humanidad en su conjunto.” Y con lo expresa Pedro: “¿Pesimista? No, me siento con más ganas que nunca de afrontar esta situación. ¿Cómo hacerlo? Como siempre: por una parte, crecimiento interno, intento inflexible de ascender al siguiente nivel de conciencia. Por otra parte, proyecto(s) colectivo(s) de transformación. En el barrio, en el pueblo, en el trabajo, en todos los espacios de socialización. Formarse para entender mejor lo que pasa, compartirlo con más gente, organizarse.”

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