Me gustaría realizar una aportación sobre un aspecto puntual relacionado con un post anterior.
Para la mente racional, y no solo la cartesiana, me parece más satisfactorio el planteamiento que hacen otras tradiciones respecto al problema de hablar o definir Dios. El concepto clave para tratar la inefabilidad de Dios (según lo que yo he entendido) es la diferencia entre Dios no-manifestado y Dios manifestado.
El Dios no-manifestado, el Absoluto, la nada infinita, para poder expresar su amor se retira y en un acto de creación emana todo cuanto existe. El tiempo, el espacio, el universo y todo cuanto existe aparecen a partir de dicho acto. Al mismo tiempo Dios se manifiesta, se introduce en su creación, la permea en su totalidad y la sostiene en la existencia. Se dice que si Dios dejara de pensar en alguna de las coses que existen por un solo momento ésta desaparecería.
La función de Dios manifestado en relación a la creación es inmanente (está en todo), y la del Dios no manifestado es trascendente desde nuestra perspectiva porqué ES más allá de la creación. Inmanente y trascendente, dos nombres para los dos aspectos de Dios, uno fuera de la creación y otro dentro, sujeto al espacio/tiempo y al existir.
Sobre Dios trascendente, Dios in-creado, poco se puede decir, a lo sumo negar lo que Dios no-ES; se puede equiparar a la nada infinita. Como el Absoluto Es pero no Existe, no se puede definir (delimitar, describir). No se puede tratar como objeto al que es el sujeto. Tampoco le puede faltar, ni puede vaciarse de nada porqué ES antes de la creación. Incluso decir que es previo o causa de la creación es inapropiado porqué el tiempo es una categoría interna de la existencia.
En cambio, el Dios inmanente, el Dios creado o el campo de la divinidad se puede experienciar desde nuestro Ser a distintos niveles de consciencia. Aquí sí es posible hablar de él, aunque al tratarse de una realidad y de una inteligencia muy superiores a la nuestra es imposible conocerle del todo porqué la desborda (la mente es incapaz). Este es el Dios que tiene nombre (delimitado aunque infinito). En el idioma hebreo no hay tiempos verbales y el pasado/futuro se expresa adjuntando adverbios temporales a un verbo en un tiempo presente. Por ello el nombre de Dios entregado a Moisés es «Yo soy el que ERA, que SOY y que SERÉ» con lo que indica que llena completamente con su presencia todas las categorías de tiempo y espacio de la creación; existe totalmente.
Aunque es una parrafada un poco larga, creo que ayuda a estructurar y delimitar las posibilidades de la mente al intentar hablar de Dios.