He disfrutado mucho de todas las respuestas y me han dado mucha fuerza en estos días donde necesitaba presencia y claridad. El Dios que invoco en la dificultad es el reconocimiento de que no debo dudar de mi fuerza interior. Pero siento un gran gozo en el Dios de mi alabanza. Mientras más echo la vista atrás más motivos de alabanza. Hay veces que lo tengo que decir con palabras en voz alta porque necesito compartirlo. Gracias por tener un techo bajo el que resguardarme, un plato de comida caliente en mi mesa, un perro que mueve el rabo de alegría cuando me ve independientemente de cómo me sienta como si fuera la reina de Saba, una sonrisa de mis niños cuando digo cualquier tontería, agua para beber y ducharme…y caliente. La oportunidad de crecer, de ser consciente de mis capacidades, el amor de muchas personas…¿Dónde están entonces mis enemigos? Yo soy mi única enemiga, no existe nadie más. Pero cuando alabo a Dios soy la plenitud misma y en la plenitud no existen sombras, solo LUZ. Gracias por cada una de vuestras aportaciones porque en momentos duros sois faro, hogar y familia.