En la experiencia interna no debemos apoyarnos únicamente en ideas y deseos, que representan nuestros albañiles. Es teniendo presente la esencia, nuestro Señor, en la experiencia que nos sirve de base sólida, para un desarrollo integral de la personalidad, nuestra casa.
En la experiencia externa, nuestra relación con el mundo, la ciudad. No solo nos sirven los cinco sentidos, que vigilan a modo de centinelas, sino que también hay que tener presente el Señor, la esencia divina que hay en nosotros.
En definitiva tanto en la relación interna como externa únicamente quedan completas, unificadas, mediante la consciencia esencial.
Un abrazo,
Jaume