Hay que ocuparse de uno mismo en la justa medida, esto es, utilizando la mente operativa. Si traspasamos esa frontera empieza la fatiga, nos hemos adentrado en una batalla que no tiene fin y solo tiene sentido desde y para el ego. Desde esa posición caer en el ensimismamiento es inevitable. Nuestra mente solo piensa en clave «para mi, a mi, etc.», se pierde la conexión con la Esencia, con la vivencia del momento, con el otro…
Aíun así, diría que en esta desconexión también hay grados y puede darse un cierto baile entre momentos de ensimismamiento y otros de presencia.
En cuanto a la imposibilidad de apreciar las maravillas que se viven estando presente (cualquier momento y lugar, cualquier fenómeno meteorológico o acompañante se convierte en irrepetible y saborearlo es un placer) he recordado una frase que escuche hace poco. Era a cuenta de los selfies. Alguien decía que cuando lo estás pasando realmente bien no te entretienes en sacar fotos…y menos en subirlas a las redes sociales. La afirmación suena un pelín categórica pero diría que básicamente está bien fundada.