Si uno se pre-ocupa por sí mismo le produce fatiga; parecida a cuando se pre-ocupa por lo demás. El hecho de preocuparse es lo que produce fatiga, porque no se está en el presente, sino metido de lleno en el discurso sin fin del pensamiento, para remediar algo que se teme, desagrada o desea. La primera preocupación aparenta un matiz diferente de la segunda. La primera parece egoísta y la segunda parece un mérito, aunque las dos son mecánicas y excluyentes. La dirección que enfoca el pensamiento puede excluir a una parte y ahí, el conflicto está servido porque hay un desequilibrio de atención. Para ver maravillas se tiene que estar presente, y entonces estas aparecen dentro o fuera de sí mismo. Pero opino que lo mejor es cuando se percibe que dentro y fuera están interrelacionados y unidos. Entonces uno es consciente de que las maravillas suceden dentro y fuera a la vez, y que el espíritu está en todo.