#2255
Jordi Sapés de Lema
Superadministrador

Magnífica entrevista de Daniel Gabarró en La Vanguardia, mostrando el espíritu co el que hay que vivir estas situaciones desde la conciencia:

Algunos médicos aseguran que la situación que vive Catalunya en los últimos tiempos está afectando a la salud mental de parte de sus ciudadanos en forma de ansiedad y angustia. Al parecer, los hechos del 1-O y la incertidumbre política están dejando huella. Pero, ¿qué se puede hacer para sobrellevar mejor esta delicada situación? A esta pregunta intenta darle respuesta Daniel Gabarró (Barcelona 1964) en su libro Temps difícils, accions sàvies (En tiempos difíciles, acciones sabias). Licenciado en Humanidades y diplomado en dirección y organización de empresas, Gabarró, que ejerció de maestro de escuela durante 23 años, se define a sí mismo como sherpa espiritual. “Un sherpa es una persona que te acompaña en una travesía que transita por un terreno que conoce. Yo conozco el terreno interior [de ahí el concepto ‘espiritual’] y te acompaño en tu conocimiento propio”, asevera. Tras el 1-O, este barcelonés, que huye del término coach –“no me gusta”- se vio interpelado a escribir una especie de guía para ayudar a digerir algunas de las imágenes que dejó aquel día. Ahora ha querido compartir este compendio de reflexiones, recogidas en poco más de 100 páginas, con La Vanguardia.

No actuar ante una cuestión que te afecta es imposible, asegura usted.

Sí, porque la no actuación tiene implicaciones. El hecho de que tú no actúes es una manera de actuar.

La inacción, de alguna manera, se convierte en acción.

Si hay una reunión de vecinos en el edificio y yo, que soy vecino, no voy, mi no voto influirá en el resultado. Existe la fantasía de que una cosa es el mundo y otra soy yo, pero en realidad ambos somos una única cosa. Hay una frase que dice que ‘no se puede separar al bailarín de la danza’, pues es lo mismo. No puedes separar la acción de la no acción, ambas tienen consecuencias. Por lo tanto, decide qué haces con consciencia.

El sentimiento patriótico, sea cual sea la patria que se venera, ¿es saludable?

Lo que es saludable es el sentimiento de pertenencia, que se podría leer como patriótico: hay un grupo con el que tengo mucha más afinidad, hay una cultura a la que pertenezco, a la que quiero contribuir, y que tiene una visión del mundo que quiero que se escuche. Todo el mundo pertenece a alguno.

¿Pero puede ser fuente de conflicto?

El problema es cuando mi autoafirmación incluye la exclusión del otro. Cuando veo que una persona tilda a los otros de nacionalistas mientras ella defiende a su patria digo, ¿perdona? Tú tendrás tu patria y otro tendrá la suya, no nos hagamos trampa con las palabras. Y la tuya no será ni mejor ni peor que la mía, simplemente, son distintas. Y si son distintas, significa que podemos llegar a acuerdos. Las comunidades llegan a acuerdos, pero a veces surgen conflictos. Y hay que entender que los acuerdos, o se pueden renegociar o, si no, lo que tenemos no es un acuerdo, es una imposición. Los acuerdos, o se pueden renegociar, o si no lo que tenemos no es un acuerdo, es una imposición.

¿Y si no hay acuerdo?

Si no hay acuerdo y existe una violencia de una parte sobre la otra, por amor a la persona violenta y por amor a uno mismo vale la pena no enfrentarse. Por amor a mí mismo porque el hecho de que puedan agredirme y puedan romperme una pierna no va a hacer que la realidad cambie, no voy a ser más útil por eso. Si estoy enfermo, roto o muerto difícilmente podré transformar la realidad. Por lo tanto, mientras me cuide, podré seguir actuando.

¿Y por amor a la persona violenta?

Si mi actuación te anima a seguir siendo violento, de alguna forma mi actitud te está ayudando a que sigas siendo un monstruo, y eso es una forma de no amarte. Eso no quiere decir que no te denuncie, que no acuda al Tribunal de Derechos Humanos… Que no me enfrente violentamente no quiere decir que no actúe, quiere decir que actúo desde otro nivel, porque si actúo permitiendo que tu seas violento, de alguna forma me vuelvo cómplice del hecho de que tú seas un monstruo, y eso no hablaría bien de mí. Si mi actuación te anima a seguir siendo violento, mi actitud te está ayudando a que sigas siendo un monstruo.

Y el amor por una bandera, por un símbolo, ¿une o separa?

Los símbolos pueden unir o separar. A mí me encantó cuando Puigdemont besó la bandera española. Fue precioso. Yo soy capaz de besar la bandera española, la independentista, la alemana y la holandesa, porque deseo el máximo bien a todo el mundo. El problema es cuando yo solo puedo besar la mía, cuando no puedo besar otra, porque eso significa que aquellos que se sienten identificados con esta última no los acepto, los odio. Y eso es un patriotismo excluyente. Creo que llegará un día que la Humanidad -y no lo veremos porque nos moriremos antes, con lo cual seguiré insistiendo en que tengo razón [risas]- será un conjunto de pueblos con culturas propias en pie de igualdad.

¿Y cuánto queda para eso?

500 años, o 600 o 2.000, no tiene ninguna importancia. Yo no tengo esos 500 años pero la Humanidad sí. Lo único que tenemos que hacer es trasladar los valores de la familia al ámbito público. No digo que se tengan que crear valores nuevos, digo que los valores que en estos momentos están arraigados en la familia hay que llevarlos a la economía y a la política.

No parece fácil.

Estos valores ya están en la educación, en el trabajo social y en la sanidad, por lo tanto ya hay un ámbito público en el que están presentes. Fíjate que en la familia, a ti no te afecta, por decirlo de alguna manera, que el niño no tenga mucho criterio y necesite mucha ayuda, o que tengas al abuelo con alzheimer, porque tú los querrás y los cuidarás. Creo que llegará un momento en el que estos valores, a nivel social, también los viviremos. La cuestión es si yo puedo tener estos valores en mi vida, porque si es así el mundo ya es perfecto.

Su mundo…

Pero mi mundo te incluye a ti.

Combatir las injusticias, explica usted, puede ser contraproducente porque puede desembocar en odio. Entonces qué es mejor, ¿que las injusticias permanezcan?

Esta es una cuestión nuclear. Lo primero que te diría es actúa, intenta transformar el mundo. Yo mismo he creado más de siete asociaciones, pero no lucho contra la injusticia, trabajo a favor de cosas que son mejores de las que tenemos ahora, que es diferente. Te pondré un ejemplo. Yo trabajo en favor del colectivo LGTB, pero no lucho nunca contra la homofobia. Al contrario, intento ayudar a las personas homofóbicas, porque son ellas las que viven en una prisión.
Intento ayudar a las personas homofóbicas, porque son ellas las que viven en una prisión.

Curiosa filosofía.

Este pensamiento parte de una base filosófica en la que se sustenta todo mi trabajo. Y esta filosofía defiende que el mal no existe.

¿De verdad lo cree?

Sí. Y si el mal no existe, la injusticia no existe. Y voy más allá: si el mal no existe y la injusticia no existe, el culpable no existe. Lo que existe son personas que se equivocan, que tienen que aprender, personas a las que hay que ayudar para que vean la realidad de manera distinta, personas que a lo mejor habrá que apartar, para que no dañen a los demás… pero son personas que hacen mal convencidas de que están haciendo el bien, convencidas que es lo que toca. Nadie se levanta y se dice a sí mismo: ‘Hoy me equivocaré a propósito’.

Ya, pero…

Si tú luchas, dentro de tu mundo hay buenos y malos. Y si hay buenos y malos, ¿qué tienes que hacer con los malos? Masacrarlos. Por lo tanto, dentro de ti hay violencia. Después te preguntarás por qué fuera hay violencia.Que exista una palabra no quiere decir que exista el concepto.

Usted dice que lucha en favor de algo, no para acabar con las injusticias. Pero luchar para conseguir un objetivo muchas veces conlleva al mismo tiempo minimizar una injusticia, es algo inherente.

No estás minimizando la injusticia, sino maximizando el bienestar. Hay un error, que exista una palabra no quiere decir que exista el concepto.

Explíquemelo.

La luz existe porque hay fotones. Tú puedes abrir la ventana y que entren los fotones. Pero, ¿puedes abrir la ventana y que entren ‘oscuritones’? No, la oscuridad no existe, pero es una palabra. La gente dice ‘tenemos que luchar contra la oscuridad’. Yo digo que no, que hay que encender la luz. Y me dicen, ‘pero es lo mismo, al final lo que ocurrirá es que la oscuridad disminuirá’. Pero la oscuridad no puede disminuir porque no existe, lo que hay que aumentar es la luz.

Entiendo.

Lo que estoy diciendo es que, en realidad, nuestro nivel de injusticia sería deseado y aplaudido por todas la personas que vivieron hace 2.000 años, porque ahora hay mucha más consciencia, mucho más bienestar.

Pero lo que está haciendo usted es trabajar en favor de algo para que se cree una masa crítica que cambie las cosas, cosas que no le gustan por injustas…

El origen del sufrimiento humano es la división del mundo entre el bien y el mal, eso nos lleva a la lucha. Si tú crees en la injusticia te convertirás en justiciero, y yo no quiero. Para mí, hay tres tipos de personas con respecto a la idea de justicia.
Si tú crees en la injusticia te convertirás en justiciero, y yo no quiero.

Adelante.

El primero, las personas que luchan y fracasan. Se pasan la vida luchando contra las injusticias, enfadados… ¡qué pringue de vida! El segundo tipo corresponde a aquellos que luchan y tienen éxito. Aquí abro un paréntesis: habrían tenido éxito igual si en lugar de luchar hubieran trabajado a favor, porque la sociedad ya estaba preparada. ¡Vaya pringue de vida también! Hay personas que se erigen como catalizadores de cambios sociales, pero cuando la sociedad está preparada…

Falta el tercer grupo.

Son los que miran si la cosa está madura, y si está madura aportan y el fruto cae. Y si no está madura, aportan y piensan que las generaciones futuras recogerán el fruto. Y las personas que conforman este grupo siempre viven en paz, al margen de lo que les toque vivir. Yo estoy en contra de las dictaduras, vaya por delante, pero espero que las personas que vivieron el franquismo fueran felices. ¿Durante 40 años te tienes que sentir amargado?

Usted también afirma que “quien más hiere, más amor necesita”.

Viene de mi experiencia como maestro. Aquella persona a la que no le gusta la escuela, que se enfada con todo el mundo, que no tiene amigos y además no quiere aprender, lo que necesita es tu ayuda como profesor. Muchas veces es el que cae peor, ya lo entiendo, pero hay que tener claro que el amor no es un sentimiento, sino querer el máximo bien para ti y para el otro. Las emociones que te despierte esa persona no tienen ningún tipo de importancia. Eso habla de mí, de mi incapacidad por aceptar al otro.

Visto así…

¿Tú no has mentido nunca? No hace falta que me contestes, pero la respuesta es sí. Por lo tanto, cuando otro miente, ¿le puedes comprender?

Pero hay mentiras y mentiras…

Sí claro, las tuyas siempre son las buenas [risas].Todo el mundo miente en la medida en que el cargo que ocupa se lo posibilita.

¿Usted cree que el 1-O hubo un uso de la fuerza desproporcionado?

Creo que sí, pero en todo caso es algo subjetivo. Lo que me parece más de película es la afirmación de que el 1-O nadie votó. Pero date cuenta de una cosa: todo el mundo miente en la medida en que el cargo que ocupa se lo posibilita. Cuando tú estás en una discoteca e intentas ligar con alguien, ¡mientes como un bellaco!

Claro…

¡Hombre claro! [risas]. O cuando vas a una entrevista de trabajo, donde muestras todo lo positivo y minimizas lo negativo.

Ya…

Al final, de lo que estamos hablando es de qué hacer para que las personas crezcan, porque hay una relación directa entre el interior de las personas y su actuación. Por lo tanto, existe una relación directa entre el interior de las personas y la cohesión social, la economía, la solidaridad… Cuando las personas crecen el país crece a nivel moral, y eso quiere decir que la evolución moral de las personas es un tema político. La evolución moral de las personas es un tema político.

Interesante reflexión.

No puedes tener un país puntero si sus ciudadanos éticamente son primitivos. Y esto es básico.

Usted defiende en el libro que a los niños hay que explicarles lo que sucede en la sociedad. ¿En la escuela también?

Obviamente. Que haya personas que se equivoquen mucho, que haya cargos públicos que utilicen la educación como un arma política es comprensible en una sociedad poco evolucionada moralmente. Pero, ¿cuál es la misión de la escuela?, hacer comprensible el mundo, por lo tanto en la escuela hay que hablar de todo y hay que ayudar a los niños a que encuentren respuestas. No soy yo quien explica, sino quien ayuda al niño a que encuentre sus respuestas. Yo le hago inteligible la realidad.No puedes tener un país puntero si sus ciudadanos éticamente son primitivos.

¿Pero quién determina quién es el poseedor de la verdad y, por lo tanto, el legitimado para explicar un hecho?

No hay ningún poseedor de la verdad. Yo no puedo dar respuestas a los alumnos, sino que les hago preguntas para que encuentren sus respuestas. Y tengo que admitir que algún alumno tenga una visión distinta a la mía, eso no tiene ningún tipo de importancia. En todo caso, tengo que animarle a que verifique si su visión del mundo es más ajustada que la mía. Lo que importa es la verdad, y no tener razón.

Parece lógico.

Tenemos que renunciar a la necesidad de tener razón. Yo debo mirarte a ti con la intención de querer entenderte: ¿por qué dices eso?, ¿cómo lo dices?, porque tú tienes una parte de razón que a mí me enriquecerá mucho. Cuando tú eres inflexible, yo aprendo a ser flexible, y curiosamente quien gana soy yo. Que haya cargos públicos que utilicen la educación como un arma política es comprensible en una sociedad poco evolucionada moralmente.

¿Cómo acabará el caso catalán? ¿Habrá acuerdo?

Para empezar, todas las cosas acaban bien. Si no están bien es que todavía no han acabado. Ahora, ¿qué quiere decir ‘bien’?, no tengo ni idea. Si me preguntas si llegará la independencia de Catalunya, te diré que no soy futurólogo, pero mi intuición me dice que sí, y que yo lo veré.

Entiende que habrá acuerdo.

Sí. Y habrá una relación mucho mejor con lo que denominamos España. El reto será que la gran mayoría que viva en Catalunya sienta que este es un espacio que les acoge, al margen de muchas otras cosas.

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