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Jordi Sapés de Lema
Superadministrador

La intención de este foro es haceros llegar a todos, la atmósfera que estamos viviendo los catalanes. Para que aquellos que no lo sois tengáis más información y podáis colaborar en un mejor entendimiento entre los diferentes pueblos del actual Estado español.

MI intención es abordar diferentes cuestiones; pero lo prioritario es ver si podemos hablar de diferentes pueblos. Y para responder a eso creo que ante todo hay que hablar de la lengua.

A excepción de los vascos, los gallegos, los valencianos y los de las islas baleares, todos los demás habéis nacido en un lugar en el que se habla la misma lengua, tanto en casa como en la calle. Nosotros no: nuestros padres nos hablaban en catalán; pero la escuela era en castellano y jamás estudiamos la gramática y la literatura de nuestra lengua materna. La mayoría de la gente hablaban en catalán pero no sabían leer más que en castellano; y claro, eso hacía que el catalán se hablara fatal, por falta de vocabulario.

En los sitios públicos, al lado del cartel “Prohibido escupir y blasfemar”, había otro que ponía: “Habla el idioma del Imperio”. Recuerdo que, de pequeño, yo no veía el Imperio por ninguna parte, aunque era cierto que los muy ricos hablaban en castellano y los demás en catalán. También me acuerdo que, en Navidad, por los altavoces de la calle principal, sonaban unos villancicos muy raros que en casa nadie cantaba y que hablaban de unos peces en el rio o no sé qué de una burra. Para muchos de vosotros serán entrañables, para nosotros eran cosa de la Falange.

Después de los primeros años, la Iglesia se atrevió a reintroducir el catalán y en Navidad se repuso una obra de teatro, muy tradicional, protagonizada por unos pastorcillos. Los pastorcillos soñaban que asistían al nacimiento de Jesús después de vencer las asechanzas de Satanás y de su ayudante Lucifer, que intentaban impedir que llegaran a Belén. La obra era en catalán pero, en algunas versiones que se representaban en los barrios más pobres, los demonios hablaban en castellano.

Pero estos barrios perdieron rápidamente su carácter marginal cuando empezaron a llegar gente de todas partes de la península y a edificar barrios enteros de casas que construían ellos mismos, después de haberse refugiado en barracas. Procedían sobre todo de Andalucía y Extremadura, pero también de Murcia, Galicia y Valencia. Y la mayoría hablaban en castellano. Entonces los ricos volvieron a recuperar el catalán como lengua “distinguida” y los recién llegados empezaron a aprenderlo como un medio para desempeñar determinadas profesiones y poder aspirar a cargos de cierta relevancia.

Una de las primeras medidas establecidas por la actual Generalitat democrática fue la llamada inmersión lingüística en la enseñanza, consistente en dar las clases en catalán a todos los niños, sea cual sea su procedencia. También se les enseña el castellano como asignatura, pero las materias que no son propiamente lengua, como matemáticas, geografía, historia, ciencias sociales, etc. se dan en catalán. Así se evita cualquier tipo de separación y discriminación por origen; y se consigue que, al cabo de tres meses, todos los niños hablen por igual catalán y castellano. Todos los niños de Cataluña hablan correctamente ambas lenguas; y además, el hecho de haber tenido una educación bilingüe les facilita el aprendizaje de otros idiomas.

Actualmente es imposible distinguir entre un catalán de generaciones y un catalán cuyos padres llegaron con las oleadas migratorias de los años 60. Se nota solamente cuando hablan castellano por el acento andaluz que conservan. Pero aunque sus padres no olvidan sus orígenes y acostumbran a ir, en vacaciones, a su tierra natal, la inmensa mayoría se sienten actualmente catalanes. Y rechazan cualquier intento de dividirnos en función del origen y de la lengua.

El problema no está en Cataluña sino en la imagen de Cataluña que algunos medios de comunicación y algunas fuerzas políticas difunden en el resto del Estado. En Cataluña se hablan con normalidad ambos idiomas y la gente suele contestar en el idioma en el que son interpelados. Por eso cualquier español se mueve por Cataluña con tanta facilidad como lo hace por el resto de España.

Pero algunos no tienen suficiente con eso. El mero hecho de que no se hable sólo castellano les molesta, lo ven como un estorbo inútil y se muestran incapaces de admitirlo. Algunos padres quieren obligar a la Generalitat a duplicar la enseñanza y abrir escuelas que la impartan exclusivamente en castellano. Justamente aquello que nosotros queremos evitar: dividir a la población escolar. Concretamente, este año, lo han pedido 12 familias de un total de 50.000. Y el Tribunal Supremo les ha dado la razón. Lo que pasa es que, de momento, la Generalitat ignora estas sentencias.

Cuando nosotros viajamos por el resto del Estado, solemos encontrarnos con la incomprensión de muchos que no conciben la posibilidad de tenerse que molestar en hablar o entender otro idioma siendo como es que Cataluña “pertenece” a España. La mayoría de los que hablan así, no han hecho nunca la experiencia de viajar a Cataluña y constatar que no hay ningún problema. Así que, en el fondo, todo se reduce a un prejuicio que difunden ciertos medios de comunicación madrileños, pero que ha tenido un gran predicamento entre la población. Algo mal habremos hecho los catalanes para que suceda esto. El caso es que todo el mundo admite que si cruza la frontera del norte tendrá que hablar en francés “porque es otro país” pero en el “suyo” no les cabe en la cabeza. Y con esta actitud, están dejando bien claro que la única solución que tenemos los catalanes, si queremos conservar nuestro idioma, es la independencia. Ya iréis viendo a lo largo de esta serie de artículos que hay más separadores que separatistas.

También hay opiniones “de sentido común” que nos aconsejan olvidar nuestra lengua porque es minoritaria y “está destinada a desaparecer”. Para qué nos vamos a molestar si, al final, las que permanecerán serán el español y el inglés. Pero sobre todo: para qué vamos a molestar a los que no quieren saber nada del catalán. Y aquí te ponen de ejemplo a un tendero al que le han puesto una multa por no rotular en catalán. Es verdad: hay una ley de la Generalitat que obliga a los comercios a rotular en catalán. Los titulares de las comercios pueden poner, además, sus rótulos en cualquier otro idioma, pero el catalán es obligatorio. Forma parte de la campaña necesaria para evitar que , efectivamente, la lengua se pierda ante el empuje de otras que son más poderosas. Pero las multas se ponen después de varias advertencias y al cabo de tres años a algún recalcitrante al que, por cojones lo suyos, no le da la gana de hacerlo.

Resumiendo: la lengua es un factor muy importante, que define a un pueblo. Sobre todo cuando se la persigue, como en tiempos de Franco, o se la pretende ignorar o relegar como sucede actualmente.

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