Y en La Vanguardia:
A pesar de la apelación al “seny” y la llamada a evitar la confrontación realizada por el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, a menos de una semana para el 1 de octubre, la escalada de tensión continúa y arrastra incluso a los pastores de la Iglesia. El Gobierno español ha presentado una queja ante el Vaticano por el pronunciamiento a favor del referéndum de sacerdotes catalanes por considerar que vulnera el Código de Derecho Canónico, así como el espíritu de los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979. En respuesta, los mismos religiosos favorables al 1-O han enviado una carta al papa Francisco explicando las razones de su postura y pidiéndole que interceda para que la consulta pueda llevarse a cabo.
El malestar del Gobierno del PP llegó al límite el pasado viernes, cuando más de 400 sacerdotes y diáconos catalanes firmaron un manifiesto a favor de la celebración del referéndum de autodeterminación convocado por el Govern de la Generalitat y suspendido por el Tribunal Constitucional. En el escrito, invitan “a reflexionar sobre la importancia de los actuales acontecimientos y a votar en conciencia en ejercicio del derecho fundamental que tiene cualquier persona a expresar libremente sus posiciones”.
420 sacerdotes catalanes piden al Papa que interceda por el referéndum
Poco después de hacerse público dicho manifiesto, el embajador español ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo, aprovechó una recepción en la embajada estadounidense en Roma para hacer entrega de una protesta al secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, según publica ABC, citando a fuentes diplomáticas. En dicha queja, según las mismas fuentes, el Gobierno español subraya que el comunicado “entra en contradicción con la conducta que se espera de unos sacerdotes católicos y vulnera el Código de Derecho Canónico, así como el espíritu de los acuerdos entre España y la Santa Sede de 1979”.
Al parecer, el Gobierno español habría informado al alto estamento religioso de que no se trata de un hecho aislado ya que los firmantes afirman actuar “en sintonía con los obispos catalanes”, que en mayo de este año ya indicaban en una encíclica que “conviene que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán”.
Y añaden que, en la misma línea, se han manifestado otros miembros de la Iglesia catalana. Sin ir más lejos, los abades de Monserrat y Poblet hicieron público un comunicado conjunto la semana pasada en el que defendían que “el derecho a la participación en la vida política y social tiene que estar garantizado, en un estado democrático”.
Con la protesta el Gobierno busca un pronunciamiento de la Santa Sede que refuerce su postura y desautorice el referéndum. No es la primera vez que el Gobierno que preside Mariano Rajoy pide ayuda al Vaticano en la defensa de la unidad de España. Ya en 2014, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, pidió a Parolin que aplacase a los obispos catalanes soberanistas.
En la homilía de ayer en Montserrat se llamó a “decir no a la represión y sí a la libertad”
Por su parte los firmantes de la declaración del pasado viernes, remitieron ayer una carta al papa Francisco en la que “fraternalmente” solicitan a su Santidad que “pida al Gobierno de España, públicamente o mediante vías diplomáticas, que revise su visceral oposición a este referéndum reclamado por el 80% de la población y cese sus actuaciones represivas, y así permita al Gobierno de Catalunya, legitimado por el Parlament, a proceder con garantías en la realización de esta consulta el próximo domingo 1 de octubre”.
A la espera del pronunciamiento de la Santa Sede, si es que acaba haciéndose público, la Conferencia Episcopal Española podría intervenir antes con respecto a esta cuestión. Su comisión permanente se reunirá mañana y el miércoles, y aunque la cuestión no está en el orden del día, podría discutirse. Dicha comisión está integrada por su presidente, Ricardo Blázquez, el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el secretario y portavoz, José María Gil Tamayo, y el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, cuya presencia tendrá especial relevancia.
Precisamente Omella, pidió ayer “sentido común” y “evitar la confrontación, la violencia y el menosprecio por los otros” en unos momentos que calificó de complejos en su homilía en la misa solemne con motivo de la festividad de la Mercè. En primera fila lo escuchaban el president Carles Puigdemont, el delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo, el conseller de Interior, Joaquim Forn, y el inspector general del Ejército de Tierra, Fernando Aznar, entre otros.
Mientras tanto, el padre Sergi d’Assís Gelpí, en la homilía de la misa de Montserrat, llamó a “no mirar hacia otro lado” ante el “menosprecio de las instituciones catalanas”. “Debemos decir no a la represión, y sí a la libertad y al respeto de los derechos más fundamentales”, dijo, y sus palabras fueron acogidas con un sonoro aplauso de los presentes en la Basílica.