#2384
Isabel
Participante

Unas pinceladas sobre la danza Butoh:

El ankoku butō (暗黒舞踏?), conocido en Occidente simplemente como butō o butoh por su transliteración inglesa, es el nombre utilizado para referirse a un abanico de técnicas de danza creadas en 1950 por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, que, conmovidos por los fatídicos bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, comienzan con la búsqueda de un nuevo cuerpo, el
cuerpo de la postguerra.

EL PROPÓSITO DEL butoh es recordar que no sólo somos humanos. Cuando Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno representaron esta danza por primera vez hace casi sesenta años, Japón se escandalizó ante las caras grotescas de los bailarines y sus movimientos febriles, sexuales e irracionales; bizqueaban, imitaban el comportamiento animal, tenían espasmos, reproducían gestos de sufrimiento, temblaban como si se estuvieran electrocutando, ofrecían un espectáculo macabro y, por encima de todo, daban miedo.

Al contrario que el ballet, donde los danzantes se muestran pulcros y refinados, o de otras coreografías donde se busca con insistencia la belleza, en el butoh no hay decorado o vestuario determinado, y es habitual que los intérpretes actúen desnudos o pintados de blanco. La improvisación es parte fundamental de este estilo de danza. La idea no es pensar el hecho sino sentirlo: «No hablar a través del cuerpo, sino que el cuerpo hable por sí solo»

En esta danza, es el subconsciente el que marca el ritmo y dicta los movimientos. El bailarín ha de olvidar las limitaciones de su cuerpo y debe adoptar la forma de los cinco elementos (en Japón se incluye el vacío a los cuatro habituales) así como de reptiles y anfibios; puede ser agua, después serpiente.
Una de las técnicas más sorprendentes es la metamorfosis. Con mucho entrenamiento, los bailarines logran convertirse en lo que desean: Un trozo de madera, un viejo…. Para conseguirlo se debe escuchar el cuerpo: “Cuando bailas estás existiendo, no piensas”.

La disciplina, sin embargo, es ardua, los movimientos son extremadamente lentos y exigen precisión.

En el Butoh es fundamental recuperar la energía primaria con la que nacemos, que con los años vamos perdiendo. Esa energía se utiliza para crear un espacio físico-mental donde el bailarín no ordena sus movimientos, en un intento de eliminar la dicotomía entre el ser y su mundo.

Las siguientes frases del maestro Kazuo Ohno ayudan a entrever qué tiene de especial esta forma de bailar:

. “Es el alma la que danza, el cuerpo le sigue”

. “Si se entiende, no es Butoh. El Butoh no se puede comprender, hay que sentirlo: Hay que despojarse de todos los movimientos habituales; sin ellos uno no sabe cómo moverse, por eso tiene que aguantar y penetrar en el mundo incomprensible”

Todavía es un arte minoritario en Japón, pero goza de festivales específicos en grandes capitales europeas y americanas, como The Cave New York Butoh Festival, y desde 2008 el Barcelona Butoh, de carácter anual.

La artista Sua Urana, quien tiene una escuela de butoh en Barcelona, afirma:
. “Al butoh no le interesa el dolor ni el horror en sí . Le Interesa sondear en ello para desprenderse”
. “En contra de lo que muchos pueden pensar, el Butoh es capaz de conectar con personas que incluso nunca han visto una representación de danza”

Y en una entrevista colgada en YouTube explica una experiencia suya tras actuar para presos de Quatre Camins:

. «Uno de ellos llevaba ocho años sin hablar. Me preguntó si creía que una persona que ha hecho algo muy malo puede volver a ser buena. Le dije que las personas no son buenas o malas, sino que sufren más o menos. Pero que todos los días vuelve a salir el sol. El Butoh consiste en eso, en renacer cada vez que uno baila. Se nos ha hecho creer que el sentido de la vida está fuera de nosotros».

Un abrazo!

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