La oración

Pregunta–Yo he comprobado que, a veces, cuando la cabeza quiere intervenir en esta oración, entonces deja de existir esta oración totalmente.  

R. –La oración no necesita prescindir de la cabeza. La cabeza sirve de palanca para dirigir mis sentimientos y mi acción hacia el punto deseado. O sea que mi mente es la que da la dirección. Ahora bien; no mi mente pensante, sino aquella parte de mi mente que tiene la intención, que dirige la intención hacia un sitio. Es decir, lo que yo siento pasa a través de mi mente, y es esta mente la que lo lanza hacia arriba.  

Ahora estamos partiendo de la oración, como oración: yo hacia Él. Después ya vendrá lo otro: Él hacia mí y a través de mí. Esta será la segunda etapa. Hay que aprender a convertir todos nuestros actos en una oración, en el supuesto de que haya una aspiración. Todo esto lo decimos solamente basándonos en la existencia de esta aspiración. Si no existe, no tiene sentido nada de lo que aquí hablamos. Una persona que durante años no se haya acordado de la existencia de Dios sentirá respecto a esto algo más que una simple dificultad. Le resultará totalmente absurdo. A no ser que dicha persona, de algún modo, tenga una intuición de lo Superior y una pequeña aspiración hacia ello. Con que, si existe eso, no importa que haya estado durante muchos años sin acordarse de este aspecto y haciendo una vida totalmente distinta. Aquí se trata de una reestructuración, una reorganización, una nueva polarización. Naturalmente, esto no puede hacerse de golpe. Cuando la persona, viviendo lo sensible, viviendo las cosas que llamamos vida concreta, tiene una demanda de algo más profundo, sea la que sea la demanda, mientras sea auténtica, esto le conducirá. Si la demanda es de una mayor autenticidad, y si él responde a esa demanda, le conducirá a todo el resto. Aquellas personas que en algún momento de su vida han tenido vivencias a través de la formación religiosa, y luego se han separado por otra orientación de su vida, hasta que no recuperen y valoricen su vivencia en lo religioso, no se completarán a sí mismas. Es decir, que si una persona ha vivido una época de sinceridad religiosa, de fervor, por joven que haya sido, esto ha de volver a vivirlo, ha de volver a valorarlo, ha de volver a integrarlo en una estructura más amplia. No es lícito dejar ninguna experiencia aparte, por considerarla como cosas de niños, porque aquello sigue siendo una faceta viviente de nuestro ser, es un aspecto de nuestra realidad divina, y no podemos dejar ningún aspecto de esta realidad al margen de nuestro yo total.  

Precisamente nuestro problema es que hemos ido fragmentando experiencias. Cada experiencia es una intuición de realidad y cuando quiero aislar unas experiencias de otras estoy impidiéndome a mí mismo vivir mi realidad de un modo completo.  

Por eso, en todas las tradiciones se habla de ese cielo o de ese purgatorio, en el que uno tiene que revivir todo lo vivido y tiene que acabar de vivir lo que está a medio vivir. Tiene que volverse a enfrentar con todas las experiencias agradables o desagradables, buenas o malas. Porque uno ha de tomar conciencia de los contenidos de la experiencia que ha vivido, tanto de los contenidos formales, como del aspecto que ha vivido como realidad. Uno ha de poder afirmar toda su realidad de tal manera, gracias a esta realización del Centro, que ello quede realmente presente.  

Antonio Blay Fontcuberta.  “Caminos de Autorrealización. Vol II. La integración trascendente”. Editorial Cedel. 1972. 

Imagen: Pantócrator de Moarves de Ojeda (Palencia)

2 comentarios en “La oración”

  1. Cualquier explicación de Blay por breve que sea te expande a entender mucho más como un río que se desborda e inunda nuevas tierras fertilizándolas. Gracias

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
logo.adca
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.