
Volviendo a escuchar el Aula Magna realizada hace dos años compruebo cómo es de fácil perderse cuando ciertas circunstancias vitales te desbordan y descolocan y aquello que creías tener claro resulta oscurecido por el personaje, que retoma las riendas de tu vida.
Has pasado de estar despierta cierto tiempo a sumergirte de nuevo en un sueño, volviendo a tener una visión distorsionada de la realidad.
En mi caso fue la maternidad el punto de inflexión, que paralizó el Trabajo e hizo que me olvidara de centramientos, semanarios, despertadores…durante un tiempo. Y claro, si no hay atención en el presente, ni aceptación de lo percibido, el nivel de consciencia cae. Busqué en el exterior las soluciones que debí buscar en mi interior.
Volvió la idea de que despertar significaba descuidar mis obligaciones y que requería demasiado tiempo, que entonces no tenia. El cansancio físico y los cambios habidos fueron aprovechados por el personaje para confundir-me y justificar la mecanicidad. Volvió la necesidad de control, previsión y preocupación constantes. Quería convencerme de que era lo normal y alejarme de mi voz interior y de mi misma.
Posteriormente, cuando retomé ciertas prácticas del Trabajo, experimenté la trampa del personaje espiritual conformista, que te recalca que tu esfuerzo es suficiente y que con despertares espontáneos y algún diario cubres de sobra el expediente…¿Ante quién, ante los demás? Pero resulta un engaño para ti misma.
Poco a poco, tras varios intercambios con el tutor, vi lo sucedido y retomé los pasos andados, si cabe con más fuerza. Como decía Antonio Blay buscar sentirse uno mismo, procurando tener siempre una clara consciencia de realidad. Este YO no es una idea, ni un ideal, sino el alma misma de nuestra experiencia cotidiana. Ver con ojos nuevos, con oídos nuevos, con entendimiento nuevo todo lo que el presente me ofrece. Redescubrí mi centro, más allá de manifestaciones físicas, afectivas y mentales.
No me di cuenta de que, aparte de lo que haga, sienta o pase o no pase , yo Soy. Y lo perdí de vista completamente. Tener un hijo era un acontecimiento esperando y deseado en mi vida pero no era feliz porque ponía condicionantes al exterior, exigiendo que las cosas fueran de un modo determinado, mi salud fuera así, que las personas se comportasen conmigo de tal manera, etc.
He retrocedido, si, pero también he aprendido de lo que es capaz el personaje si uno no está presente. Épocas convulsas comportan un reto personal y requieren de voluntad y constancia. Dar tiempo al tiempo y confiar en lo Superior es importante, así como no perder el horizonte final y darle prioridad al Trabajo. La espiritualidad se desarrolla solamente ejercitando lo espiritual.
Un aspecto positivo de todo ello, es haber actualizado el centro afectivo, que precisamente tenía poco ejercitado, pues el amor hacia mi hija Abril nace desde el fondo, sin artificios y todo lo que haces es dirigido por ello. Cuanto más amor doy, más amor Soy.
Los vaivenes del trabajo interior me han hecho tener una visión más dinámica de la persona, concibiéndola como en continuo proceso de transformación y evolución.
Imma Cano Flores. Referido al Aula Magna que, sobre su experiencia en el Trabajo, nos dictó el día 29 de Abril de 2023 sobre “Repercusión/efectos del Trabajo en la vida cotidiana”.
Clica en este enlace para ver el Aula Magna:
