¿Quién es Dios? 

    Muchas personas piensan en Dios como en un campo inmenso de energía, que es quizá el fondo del cual se nutre todo el universo y todo cuanto existe. Cuando se concibe a Dios de esta manera, como un principio, esto conduce a una noción IMPERSONAL de Dios. Y esta noción impersonal es correcta, es cierta; Dios es el principio de todo cuanto existe; principio de energía, de inteligencia, de amor.  

Pero Dios, además de ser este campo inmenso cósmico (y lo que está detrás de lo cósmico), es también un Dios PERSONAL. Dios es a la vez personal e impersonal. Dios es personal en el sentido de que es una Inteligencia (es la Inteligencia); y esa Inteligencia tiene todos los atributos que tenemos los seres humanos como inteligencia, pero en grado absoluto. Dios es la Voluntad; nosotros también tenemos una voluntad, sólo que la de Dios es la Voluntad en grado absoluto. Dios tiene un Sentimiento que es su propia Conciencia de Ser, y es absoluto; nosotros también tenemos una conciencia de ser y unos sentimientos, pero relativos. Y todas las relatividades están incluidas en lo Absoluto. Así, Dios es la Persona Absoluta, y dentro de ella nosotros vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. 

Y porque Dios tiene su Voluntad (Es Su Voluntad), tiene Su Inteligencia (Es Su Inteligencia), tiene Su Amor (Es Su Amor), por eso Dios es una Persona, es ALGUIEN, no sólo es ALGO. Es en este sentido en el que nosotros podemos y debemos dirigirnos personalmente a Dios, porque Dios personalmente, escucha, entiende, atiende, responde. Lo Impersonal en Dios no niega lo Personal, como lo Trascendente no niega lo Inmanente. Dios está dentro de nosotros, pero Dios también está mucho más allá de todo aquello de lo que nosotros tenemos noción.  

A algunas personas esta noción del Dios Inmenso les da miedo. Es una noción de grandeza tan enorme que inspira temor a algunos, es como una grandeza aplastante. Pero este Dios Inmenso, esta Potencia Absoluta, esta Inteligencia Absoluta, no está frente a nosotros, sino que es la base de nosotros, es la corriente que nos alimenta, es la mano que nos sostiene, que nos conduce. En Dios no hay absolutamente nada opuesto a nosotros; Dios es Inmenso, pero inmensamente amigo y está totalmente a favor nuestro.  

Pero nosotros, sin darnos cuenta, trasponemos nuestra relatividad y la contraposición que vivimos en el mundo a nuestra relación con Dios. Porque en el mundo yo me encuentro con personas y situaciones que vivo como adversas y contrarias a mí, entonces traslado esta noción de oposición a Dios, y temo que Dios esté contra mí o pueda volverse contra mí. Dios no puede volverse contra en ningún caso. Haga yo lo que haga, sea como yo sea, la naturaleza de Dios sigue siendo la de Ser Amor-Amistad-Felicidad; en ningún momento Dios puede dejar de ser eso.  

Una enseñanza errónea quizá nos ha metido el miedo en el cuerpo con la imagen de que Dios se enfada, de que Dios nos castiga; se ha dado una imagen de un Dios como una persona con una serie de cambios de actitud, de conducta, respecto a nosotros. Esta noción es falsa; Dios nunca puede dejar de ser lo que Es por su Esencia; y la Esencia de Dios es Ser Amor, Ser Inteligencia y Estar manifestando todo lo que existe, y por lo tanto nosotros estamos incluidos; y no puede volverse contra esto, sería un absurdo, una imposibilidad total.  

Cuando yo me despisto y hago cosas que van contra mi conciencia, no es Dios que se gira contra mí. Dios nunca se girará contra mí, no puede, no existe el giro en Dios. Soy yo que me cierro a su Luz, que me cierro al aspecto Superior para vivir sólo en una zona inferior de mi personalidad. Soy yo el que me limito, que cierro los ojos, que me vuelvo de espaldas, no Dios. Dios siempre es el mismo, idéntico, no tiene en sí ningún cambio, haga yo lo que haga. Por eso basta con que yo trate de volver a lo que es la Fuente para que todo vuelva a estar en orden, todo se restablezca en su sitio.  

Antonio Blay Fontcuberta. “Personalidad y niveles superiores de conciencia”. Editorial Indigo. 1995. 

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