Amar a nuestros enemigos

Somos un potencial infinito de inteligencia, amor y energía capaces de vivir en unidad con el Todo, gozando de la maravilla de la creación, de su multiplicidad, de su fertilidad, de las posibles y diferentes maneras de expresarnos que esta realidad nos proporciona. A diferencia del resto de seres que comparte con nosotros este plano terrenal, tenemos una conciencia que nos permite actualizar nuestras capacidades de una forma personal, voluntariamente decidida por nosotros mismos, es decir, ser los protagonistas de nuestra existencia.

¿Y qué hemos hecho con todo esto? De una forma figurada podríamos decir que lo hemos cogido y lo hemos metido dentro de un cuerpo limitado y de una mente estrecha. Es como si el genio de la lámpara se hubiera metido voluntariamente dentro de ella y pretendiera la admiración de todos sin conceder ningún deseo: ahí quedaría, olvidado por todos y aprisionado en la lámpara.

Nosotros hacemos algo parecido: el universo es inmenso y desconocido en su mayor parte, estamos justo empezando a entenderlo y  a ser capaces de utilizar este conocimiento para manejarnos en él con cierta soltura. Asimismo estamos empezando a conocernos a nivel de especie y a comprender la necesidad de aprovechar y unificar nuestros esfuerzos para proporcionarnos una vida digna en la que todos y cada uno pueda ejercitar su creatividad y reforzar la presencia de la luz y el amor en nuestra expresión vital.

Pero seguimos empeñados en brillar de una manera personal, en destacar por encima de los demás cómo sea, si conviene como mártires de alguna causa. Y con tal de sobresalir, dado que nuestras posibilidades a nivel personal son muy limitadas, nos dedicamos a devaluar al otro, a denunciarlo, a cuestionarlo. Así, de esta manera tan estúpida, acabamos por convertir nuestra realidad en un infierno. Y cuanto más queremos arreglarlo, más lo estropeamos.

Hay gente que se reúne con el propósito de aunar esfuerzos y superar esta situación, pero lo primero que hacen es trasladar su problema personal al grupo y definirse en tanto que oposición a otro grupo; así que la estupidez personal se hace colectiva y se magnifica. Los asuntos colectivos se trasforman en agravios y las alternativas se presentan a sí mismas como el mejor banderín de enganche para satisfacer las emociones negativas que previamente han sembrado. Y a eso lo llaman democracia, gobierno del pueblo.

Si estuviera en mis manos los haría callar a todos, derogaría todas las leyes y establecería un código universal que penalizara exclusivamente la falta de respeto por el otro. Todo lo demás estaría permitido. Como decía San Agustín: ama y haz lo que quieras. Y es urgente que reflexionemos acerca de la conveniencia de amar a nuestros enemigos porque estamos derivando hacia una situación en la que vamos a estar rodeados de enemigos por todas partes. Ya sabemos que nosotros siempre estamos en el lado de los buenos, pero el enemigo no nos lo va a tener en consideración.

Si nuestra manera de ver la realidad excluye al otro tendremos que modificarla y si la manera de ver del otro nos excluye a nosotros, deberemos pedirle que la modifique. Cualquier forma de entender la realidad que no incorpore a la totalidad es por definición incorrecta. Como especie inteligente, solidaria y práctica hemos de ser capaces de organizar el mundo de manera que todo el mundo se sienta reconocido: cómo  individuo, cómo pueblo o cómo comunidad de cultura y de creencias. Y esto es imposible de conseguir si no nos interesamos por el otro y no hacemos un esfuerzo para explicarnos al otro. Ya no podemos pretender que nos dejen tranquilos: no podremos estar tranquilos mientras alguien esté sufriendo; el amor se hará indispensable porque el egoísmo se volverá contra nosotros mismos.

Este debe ser el modo como Dios nos está ayudando.  

 

10 comentarios en “Amar a nuestros enemigos”

  1. Gracias por éste texto, Jordi. Es muy claro y a la vez está hilvanado al detalle, explicando el hecho de la “partición” de la conciencia en ámbitos tan distintos que hasta da vértigo ir reflexionando sobre los mismos y descubriendo que en todos sucede lo mismo: en todos caemos en el mismo error.

  2. Jordi, eso que planteas es un «imposible».
    Si digo en una tertulia de café que hay que amar a los terroristas islámicos o en mi trabajo del centro de salud a los maltratadores, la respuesta más probable que reciba es que se cambie de tema, porque les parecerá tan ridículo que ni siquiera me escucharán o pensarán que he querido decir otra cosa.
    En cuanto se pasa de la creencia como algo individual a la responsabilidad social que nuestra creencia conlleva, incluyendo el hacer,entonces la cosa cambia. Y pedirnos que ese hacer incluya amar a los enemigos, es demasiado…Y eso se dijo hace 2000 años. Qué banales somos cuando creemos que estamos muy desarrollados.

  3. No nos damos cuenta de que este egoísmo y esta afición a mirarnos el ombligo focalizándonos únicamente en la individualidad, va contra nosotros mismos, ya que el sentido de nuestra vida pasa por comprender y vivir la Unidad que somos. Ese es nuestro estado natural y la única manera de experimentar la Felicidad. No obstante, esta ruptura del equilibrio natural alguna función tiene que tener pues Dios no da puntada sin hilo. Posiblemente éste se tenga que romper totalmente para que germine una nueva conciencia y nos planteemos qué estamos haciendo con el amor que somos.

    ¿Cómo pretendemos que haya paz a nivel global si a lo que nos dedicamos en nuestras interacciones cotidianas es a devaluar, juzgar al otro o pretender destacar sobre él? Cada día soy más consciente de la polaridad en la que vivimos, de que todo lo valoramos en términos de bueno o malo y de nuestro afán por definirnos por oposición al otro, entrando en una guerra de opiniones que parece que necesitemos para darnos identidad. Así que cuanto más antagónicas sean las ideas, mejor. En este sentido, es curioso observar el poder que tiene la fuerza del grupo cuando a criticar al personal se refiere, ya que en esto todos tenemos una opinión y nos gusta hacer gala de ella. Por eso, lo que está ocurriendo a nivel mundial es un reflejo de lo que sembramos a pequeña escala en nuestro entorno. Muy interesante el artículo, Jordi. Gracias.

  4. Adjunto un fragmento del evangelio que me parece muy revelador al respecto “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?” (Mateo 5 – 46, 47) todo pasa, como bien señala Leire, por dejar atrás esa moralina de buenos y malos e interesarnos por el otro, porque es a través de esto que tenemos la oportunidad individual y colectiva de actuar para corregir lo que no funciona. Es más, gracias a nuestros enemigos actualizamos en gran medida el Amor que somos, así que sin ánimo de justificar ninguna conducta que atente contra la vida y aun a riesgo de parecer algo irreverente me atrevo a decir que incluso deberíamos bendecirlos.

  5. Me gusta medir las palabras, por eso utilizo con mucho tiento la palabra amar (y muchas otras). Por otro lado, no me llamo a engaño: hay gente a la que no voy a amar. Podré comprender sus motivaciones, los incluiré en la Totalidad, analizaré con la mayor objetividad posible lo que han hecho… pero no los amaré.
    Por lo menos estos próximos años, en el futuro, si sigo evolucionando, quién sabe, pero prefiero no exagerar las expectativas.

  6. Me pasa como a Pedro, le tengo mucho respeto al uso de ésta palabra. Y de tanto respeto que le he puesto es como si de alguna manera hubiera negado todas sus posibilidades, quiero decir también sus grados.
    Aquí se habla de un Amor muy superior, y creo que el sólo hecho de proponerlo como una alternativa ya tiene mucho Amor. Lo digo por Jordi y por el que se proponga hacerlo así en su vida.

  7. Sí haces todo esto que dices, claro que los amarás. El problema es que tenemosun concepto del amor excesivamente emocional. REcuerda la definición de Blay: el amor es elsentimiento derivado de la comprensión del Todo.

  8. Esto del amor generalmente choca de frente con la moralidad que nos ha sido inculcada de bien pequeñitos, así que estaría bien que cada cual exprese su opinión para enriquecer estos espacios y que de esa forma redunden en el bien del colectivo. En mi opinión, tal y como comenta Jordi, si uno se interesa por los demás, trata de incluirlos en la totalidad y analiza objetivamente sus actos ¿esto no es amor? Y si no ¿Qué es lo que entendemos por amor?

  9. Según acabe el comentario me dí cuenta de que realmente estaba explicando que actuaba con Amor hacia los demás. Aún así envié el comentario. ¿Por qué? Porque algo sigue chirriando… Probablemente en un problema de léxico. Veo que identificar Amor con relación, con esfuerzo por comprender es una respuesta válida pero al mismo tiempo parece como si hiciera falta otra acepción del término. Probablemente es una cuestión de grado: en el primer nivel, intentas entender sus razones, en el segundo nivel profundizas un poco más, y así hasta llegar al grado de unión total (el/la que llegue, claro).

  10. Sí, del amor tenemos mas que nada conceptos. La dificultad que sentimos por salir fuera de nuestros propios intereses creo que es algo que tiene que ver más con la educación por seguir el ejemplo social que con otra cosa. Le he dado vueltas a esto del amor….y creo que en mi caso… rechazar a los que yo creo que me hacen daño me hace fuerte en mi mente, y me aisla. Así lo aprendí de pequeña.
    Si yo ahora mismo hago o digo algo a favor de alguien que supuestamente me hace mal, me tacharan de imbécil probablemente, y esto, que es síntoma de una independencia y fortaleza grandes, se convertirá en mi mente en un signo de debilidad, y así… la confusión se hará cada vez más grande en mi vida. Sin embargo y menos mal, mi naturaleza buscará la paz sin descanso.

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