Conceptos que relacionan el Trabajo con la religión

Ahí van algunas definiciones que os ayudarán a relacionar nuestro lenguaje con el de la Iglesia y a comunicaros con aquellas personas que viven la espiritualidad de una forma más tradicional.  

Yo esencial.- Llamamos así a nuestra naturaleza espiritual, las capacidades que Dios pone a nuestra disposición para que las utilicemos de una manera personal: capacidad de ver, capacidad de amar y capacidad de hacer. Esto es lo que nos hace a Su imagen y semejanza. Una de las primeras tareas que nos planteamos es comprobar de una manera experimental que somos eso mediante el ejercicio que llamamos despertar y que consiste en poner la atención al sujeto, al Yo, con independencia de lo que este sujeto esté atendiendo en cada momento. Buscar el Yo es buscar nuestra identidad real: aquello que nunca cambia, aquello que siempre soy, detrás de todos los fenómenos de la existencia.  

Yo experiencia.- Llamamos así a la forma que utiliza el Yo esencial como vehículo de expresión es este plano existencial. Lo llamamos así porque lo hemos desarrollado utilizando nuestras tres capacidades en respuesta al entorno por el que hemos venido transitando. Así se ha desarrollado nuestro cuerpo, nuestros conocimientos, nuestras relaciones, nuestras habilidades. Es lo que llamamos personalidad y lo que nos distingue a unos de otros. Nosotros resaltamos que esta personalidad no tiene nada de malo porque es conocimiento, sentimiento y habilidad en un grado mayor o menor pero siempre positivo. No obstante se puede perfeccionar, se puede equilibrar y se puede purificar para hacerla lo más útil posible para el Yo esencial que la utiliza como herramienta en este plano material. Entendemos el Decálogo mosaico como una instrucción muy precisa en esta dirección, tal como expresa el Salmo 118.

Personaje.-  Llamamos personaje a lo que la Iglesia llama caída, pecado. El personaje es el olvido total del Yo esencial para atender exclusivamente a las cosas. Es un error que se transmite de padres a hijos a través de la educación y materializa el pecado original. También se refiere a nuestra personalidad pero para juzgarla en función de los criterios sociales vigentes. El personaje sí que nos define como una mezcla de virtudes y defectos, según revistamos o no la manera de ser que está de moda. Esta educación ignora nuestra esencia y nuestra personalidad y pretende sustituirla por una manera de ser que asegure el éxito personal. Esta manera de pensar nos clasifica a nosotros mismos, a las personas y a las circunstancias en función de si favorecen o perjudican los intereses del personaje en este proyecto de llegar a ser importante que ha sustituido y encubierto nuestra realidad esencial. Lo desvirtúa todo y convierte la existencia en el ámbito ideal para la mentira porque todo nos aparta de lo trascendente.     

Trabajo espiritual.- Nosotros planteamos que el estado de conciencia del personaje es un estado artificialmente inducido en la mente por la educación; por tanto, de la misma manera que se ha metido se puede objetivar y desactivar.  Así que el trabajo espiritual es el esfuerzo necesario para salir de la identificación con el personaje, recuperar primero la conciencia de sujeto y, a continuación, la conciencia del ser espiritual que somos.  Lo planteamos no como un proceso de conseguir algo sino de recuperar la evidencia de lo que ya somos. Así que más que añadir ideas y consignas morales, se trata de observar las que hay en nuestra mente y sacarlas para eliminar el filtro que mediatiza y obstaculiza el contacto entre nuestro entorno y la inteligencia, el amor y la vida que somos. Este camino tiene varias fases: primero despertar para poder mirar nuestra realidad desde otra dimensión, segundo observar, entender y desactivar el mecanismo alienante que hay en nuestra mente y con el que llevamos años identificados, tercero reforzar y reequilibrar nuestra personalidad, cuarto limpiar el inconsciente de residuos erróneos y experiencias mal interpretadas  y quinto establecer un contacto actual y personal con Dios. La primera fase es indispensable para iniciar este camino, las siguientes se pueden recorrer más o menos en paralelo y la última depende mas de Él que de nosotros, así que le pedimos ayuda en el momento en el que nos damos cuenta de que con solo nuestras fuerzas es imposible alcanzar la meta que nos hemos propuesto: ser lo que somos. Digamos que es un final que pretendemos tener presente desde casi el principio y digo casi porque primero hay que levantarse del estado de conciencia habitual del personaje: levántate y anda.        
             
Dormir.-  Es vivir en el estado de conciencia alienado a las cosas, en el que yo me defino y valoro no sólo por lo que tengo sino por si poseo de manera destacada precisamente aquello que socialmente se considera señal de prestigio, éxito y poder. Estar dormido pone mis capacidades esenciales al servicio de conseguir estos bienes, materiales o psicológicos, y me aparta cada vez más de la realidad esencial que soy.  Es lo que se conoce como estar en pecado. Lo que pasa es que nosotros no le damos una connotación moral de culpabilidad sino más bien intelectual de desorientación. Y no promovemos la represión de este estado sino su observación para descubrir los axiomas erróneos en los que se apoya.

Despertar.- Es ver con evidencia que ya somos y lo que somos, y en consecuencia, que no tenemos que hacer nada especial para llegar a ser. Despertar se consigue poniendo atención a nuestra presencia en la conciencia en lugar de poner toda esta atención en el exterior para quedar bien. Es registrar esta presencia diferenciándola  de lo que pensamos, sentimos y hacemos; constatando que detrás de los pensamientos, sentimientos y actos hay un sujeto constante, siempre presente, idéntico e inmutable que pertenece a otra dimensión. Esto es la conversión, la metanoia: mirar la realidad desde más allá del pensamiento. Y de entrada tiene también una connotación más intelectual que emocional: ser lo que somos y actuar desde esto que somos.

La Providencia.- Nosotros afirmamos que, a pesar de que la sociedad nos ha obligado a sustituir nuestra conciencia por un conjunto de ideas, normas y reglamentos, el Ser esencial se sigue manifestando internamente en nosotros como una demanda de sentido, felicidad y realidad que no puede colmar los éxitos que tenemos. También se manifiesta esta Providencia en forma de dificultades que nos presenta la existencia y que nos obligan a desarrollar los tres aspectos esenciales: Todo está hecho de inteligencia, amor y energía e ignorar alguno de estos tres aspectos nos lleva a tropezar con lo que hemos eludido. Así que consideramos las dificultades como una instrucción y no como una injusticia y además advertimos expresamente contra el peligro de la especialización que nos  lleva a ejercitar exclusivamente aquello que nos da prestigio social.

La Vida.- El Yo esencial es único, eterno e inmutable; vitaliza el cuerpo físico en el nacimiento y se retira de él en la muerte. La vida es eterna, la muerte no es lo contrario de la vida, es lo contrario del nacimiento. El Yo esencial distingue claramente entre si mismo y la forma que está encarnando. Si existe la reencarnación no es la personalidad la que se reencarna así que nos da igual afirmarla que negarla, en cualquier caso estamos en el aquí y el ahora y es a esto que tenemos que responder. No consideramos nuestros actos como un derecho adquirido para obtener ningún premio ni eludir ningún castigo sino como un ejercicio de responsabilidad que nos lleva a vivir de acuerdo con lo que somos. El posible premio o el castigo después de la muerte física tienen la misma naturaleza emocional o mental que las dificultades que tenemos que enfrentar y superar en el plano físico y desde luego son tan temporales como lo es este plano.  
   
El bien y el mal.- Solo Dios Es: yo soy el que soy; solo Dios es real. El sol alumbra a todo el mundo pero si te pones de espaldas a él verás la oscuridad que tú mismo provocas con tu sombra. Sin embargo, la oscuridad no es real, es el nombre que le ponemos a la falta de luz: podemos disolver la oscuridad aportando luz pero no podemos disolver la luz trasportando oscuridad porque la oscuridad solo es un nombre. Claro que si todo está montado para que te pongas de espaldas a la luz, con el pretexto de atender tus responsabilidades familiares, laborales sociales, y religiosas; y basas la vida en el refrán: “primero es la obligación y después la devoción”, es difícil que percibas la luz y que esta te ilumine. Tan difícil que si no fuera por la influencia de lo Superior acabaríamos todos durmiendo sin remedio. Ahí está el papel de la Iglesia, papel que no siempre cumple de manera adecuada porque a veces parece más bien que contribuya a desalentar a la gente que a animarla a descubrir su realidad.

El pecado.- Es la negación de la realidad como consecuencia de ponerle nombre a un estado psicológico deficitario y considerarlo real. El infierno es una explicación del mundo y de la existencia que no soluciona nada. El pecado se basa en un error, en una mentira, por eso cuando se ve la verdad se perdona instantáneamente. De hecho no hay nada que perdonar porque nunca ha habido agravio. La realidad es al margen de nuestros errores y solo requiere que los veamos para que se nos haga evidente el Amor de Dios.

13 comentarios en “Conceptos que relacionan el Trabajo con la religión”

  1. Desde mi punto de vista, queda claro que la personalidad pequeña es la que desaparece.
    (Los modos de ser del personaje).
    Creo que el yo-experiencia al transparentar el Yo-esencial a través del Trabajo, va dando lugar a la personalidad grande, redimida.
    (Esta Personalidad sería nuestra manera particular de Ser en el Ser. Somos Uno, y a la vez somos Distintos).
    Presento también otra distinción:
    Llamo ego, no al personaje, sino al vehículo que crea el personaje. El ego sería como el volante guía del alma.
    Si desconoce la realidad trascendente, crea un personaje; si experimenta la trascendencia, permite abrirse a ella.
    Para mí, lo importante es saber a qué Realidad nos estamos refiriendo, utilicemos unos términos u otros.
    Lo importante es llegar a vivir la realidad del Yo-esencial de una manera estable.
    Muchas gracias de nuevo por vuestra atención, y por la oportunidad de compartir.

  2. Bien, la personalidad se puede desarrollar más o menos, puede quedarse en lo que tú llamas personalidad pequeña o tomar conciencia de los niveles superiores.
    El personaje no crea ningún vehículo, utiliza esta personalidad pequeña impidiendo su desarrollo superior. El personaje viene de fuera y se instala en la mente, es el patrón que el niño recibe a través de la educación con la compulsión de encarnarlo si no se quiere ver rechazado.
    Podemos utilizar diferentes nombres para hablar de todo eso pero es importante que tengamos claro que el personaje no lo creamos nosotros sino que es algo artificial que nos viene impuesto por el exterior. Si lo creáramos nosotros sería imposible descubrirlo y eliminarlo. Para nuestra linea de Trabajo «ego» y «personaje» son sinónimos y son un embolado mental; en cambio la personalidad es real en este plano existencial.

  3. Gracias.
    Dede luego nadie crea conscientemente un personaje. Y luego se cree que es él.
    Por lo menos lo aceptamos inconscientemente, impuesto desde el exterior, como algo consistente y real.

  4. Yo creo que existe un cierto miedo irracional a que la personalidad quede diluida al hacer un trabajo interior sostenido, justamente puede ser que por identificar erróneamente patrones del personaje como partes reales de la personalidad. De ahí que supongo vienen las reticencias a tirarse de cabeza para decirle adiós al personaje de una manera definitiva.
    En verdad, como ya en alguna más que grata ocasión he podido ver claro, no se pierde nada de nada cuando el personaje desaparece.

  5. Este texto da mucho juego y os animo a participar.
    Desde la perspectiva de la autorrealización, creo que el pecado es el déficit de ser hecho acto en el Ser ; y el pecado original, la tendencia o facilidad que tenemos los humanos para adoptar un personaje. El pecado original no es ningún pecado personal, por el que haya que pedir perdón.
    Las definiciones de Jordi son una joya del sentido común, y me proporcionan un gran enriquecimiento.

  6. Creo que en la Realidad (Reino de los cielos) no tiene sentido hablar ni de pecado, ni de inconsciencia.
    Nadie, bien centrado, lleva a cuestas una mochila con peso innecesario.
    Nadie, bien centrado, pide ayuda a los demás para llevar esa mochila innecesaria.

  7. Digamos algo más:
    El Trabajo nos introduce en la mística de la religión porque es mejor mostrar que demostrar.
    El apóstol Felipe lo entendió bien al pedir a Jesús lo siguiente, poco antes de la pasión:
    «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.» Está en Jn 14,8.
    Mostrar tiene que ver con el Ser, mientras que demostrar y convencer están relacionados con la mente racional.

  8. A mi entender, los cristianos rezamos al Tú de Dios, que es también un Yo central muy grande. Y tenemos los evangelios, la Vida de Jesús, para no perdernos o quedarnos a mitad de camino en esa búsqueda y en ese encuentro.

  9. No se si este es el articulo adecuado, pero a ver si alguien puede darme su opinio sobre esto. Los evangelios hablan de la figura de Jesucristo como HIJO de DIOS, y lo muestran literalmente como YO SOY EL CAMINO LA VERDAD Y LA VIDA (para la salvación)y que nadie va a al padre si no es por mi….Y ya no digamos que murió en la cruz para el perdon de nuestros pecados.. nos dicen asimismo que debe reconocerse a JESUS como Hijo de Dios. Ya se qeu se puede compatibilizar muy bien muchas cosas de los evangelios con el Trabajo, pero os parece que la figura de Jesucristo es necesaria en el trabajo (quizas ya en sus fases mas avanzadas) o se puede pasar de ella y utilizar los evangelios como un self service (esto lo digo por mi no me vayais a malinterpretar)y por cierto..es todo esto compatible con la reencarnación que asegura Blay? , en fin mases preguntes potser…

  10. Comparto con vosotros un poema espiritual sin rima que he escrito. Sin hablar de Jesucristo, también está inspirado en los evangelios.

    Se titula: Gracia y gratitud
    Somos conciencia que aspira a la Consciencia.
    Somos luz.
    Somos amor que aspira al Amor.
    Somos bondad.
    Somos vida que aspira a la totalidad de la Vida.
    Somos vitalidad.
    Somos presencia que aspira a la Presencia.
    Somos chispas divinas desde toda la eternidad.
    Somos hijos, hijas de Dios.
    Crezcamos. Actualicemos el potencial.

  11. Desde mi perspectiva: ¿Qué creo que se dirían el trabajo y la religión (institucional), en una escenificación terapéutica?

    EL TRABAJO: Estoy aquí para servir y ayudarte, y no me has reconocido durante mucho tiempo. Veías demasiadas sombras en mí. Sin duda reminiscencias pasadas debidas a tu falta de visión, y de que a veces no es fácil percibir los signos de los tiempos.
    Has de saber que te perdono y te abrazo. Nos necesitamos.

    LA RELIGIÓN: Tienes una gran razón, ¿pero quién tiene toda la razón? Tú sabes que somos muchos y de que hay procesos que no se pueden forzar. Ven, caminemos juntos. La incomprensión no es hija de la Luz, y la compasión (misericordia) ha de ser para todos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio