Acerca de la experiencia de la impersonalidad

Una de las condiciones favorables para experimentar la impersonalidad es la conciencia de que la forma que nos sostiene tiene fecha de caducidad, lo cual, a cierta edad, no es difícil de apreciar. Tal evidencia facilita la desidentificación del cuerpo y del psiquismo, aunque los sigamos utilizando para movernos en este plano material. Claro que  además es preciso no caer en  la creencia popular en la reencarnación que utilizamos para  hacernos trampa e imaginar una muerte provisional. 

Esta aceptación de la muerte no es una negación de la trascendencia porque cuando nos hacemos conscientes del Ser esencial vemos que la personalidad es una expresión de este Ser. Así que, si hay una disolución en la nada, lo que va a desaparecer es esta personalidad, no el Ser. El Ser es Dios y Él no puede desaparecer porque está más allá de la existencia. Y está muy claro que nosotros no vamos a ocupar Su lugar.

En contrapartida, esta visión nos permite relativizar los ataques del personaje, si todavía aparece, y sacar el mejor partido posible de los contratiempos que sufre el yo experiencia. No hay que olvidar que, cuando estamos despiertos, las cosas suceden y punto, no perdemos el tiempo tachándolas de incomprensibles, injustas o crueles. Esto solo lo hace el personaje para justificar su cobardía y su inoperancia. Estar despierto es ver lo que hay; y existir desde el yo experiencia es responder a esto que hay con la inteligencia, el amor y la energía adecuados. Respuesta que no suele ser especialmente espectacular porque los tres potenciales combinados expresan la dosis de amor, energía e inteligencia que las circunstancias y personas que en ellas intervienen pueden absorber y asimilar. Así que, externamente, más que llamar la atención por lo que haces y dices, aportas una atmósfera de tranquilidad y ausencia de presión que actúa como un bálsamo al quitar tensión y negatividad.

Además, dejas de llamar la atención; estás ahí pero no luces el acostumbrado ego que reclama atención, admiración u obediencia. Y es que has abandonado toda perspectiva egocéntrica del mundo, no solo porque hayas dejado de ser egoísta, o muy servicial, sino porque ya no describes este mundo por lo que te pasa a ti. Lo que haces es considerarte a ti mismo, existencialmente, como algo que le pasa al mundo. Y pones el acento en aportar a este mundo tanto como puedes, procurando que sea de la mejor calidad posible. Propósito difícil cuando estás pendiente del retorno que vas a obtener.

Esta idea de ti como algo que le pasa al mundo te lleva a contemplarlo tal cual es y a sentirte parte de él, tanto en sus progresos como en sus déficits. Vivirte de forma impersonal te saca del pseudo-grupo de los buenos o elegidos y te convierte en una célula más del colectivo. Eso sí: consciente. Y esta conciencia te hace asumir toda la realidad y compadecerla, caminar con ella, sintiéndote parte de una especie que evoluciona, tanto en lo bueno como en lo malo. Te enorgulleces al ver la sanidad al servicio de los inmigrantes que han conseguido aposentarse entre nosotros y se te encoge el corazón cuando lees que confiscan sus pertenencias a los refugiados. Y miras el radicalismo islámico como la manifestación de una enfermedad colectiva que nos destruirá si no rescatamos nuestra propia espiritualidad del olvido y la proponemos como alternativa al consumismo y al hedonismo excluyente.

Desde esta perspectiva, habiendo asumido que el amor es la conciencia de pertenecer al todo, la salvación personal carece de sentido. Hemos de rechazar esta preocupación exclusiva por nosotros mismos, supuestamente espiritual, porque no es más que una sublimación del egoísmo ordinario. Si publicas en facebook que todos somos dioses recibes montones de adhesiones pero cuando hablas de amar a los enemigos sólo les gusta a cuatro gatos. Así que está bien claro hacia donde tenemos que esforzarnos. 

 

7 comentarios en “Acerca de la experiencia de la impersonalidad”

  1. Estos seis párrafos dan para ser desarrollados en seis libros. Me ha sorprendido ver que, una vez más, y seguramente en ésta ocasión sin saberlo directamente, has desarrollado el texto de Blay sobre la muerte que ha elegido Isabel; para que todos podamos entenderlo o aplicarlo a nuestra realidad cotidiana concreta.

    Últimamente pienso en la posibilidad de buscar y dar voz de una u otra forma a la experiencia de personas concretas que, dados estos momentos críticos que estamos viviendo con los casos que explicas, están en condiciones de aparcar los deseos del personaje, dejar de reclamar deseos al genio de la lámpara y ver que uno tiene que ser el propio genio de la lámpara. Veo el testimonio de personas que escuchan su voz profunda, se viven a sí mismos como pura capacidad y ponen su personalidad al servicio del colectivo. Voluntarios todos ellos, de los cuáles no solo se percibe su desinterés por el protagonismo sino todo lo contrario; se percibe el único objetivo de buscar un bien común, en una posición de firmeza y convicción que me recuerda el ejemplo de Jesucristo que analizamos en los Evangelios. Cuando estas personas son entrevistadas, ves que no son personas mediáticas y que preferirían no tener que ser protagonistas por estar intentando resolver problemas tan flagrantes como el que otro sea considerado un «sin papeles», un «expresidiario», o porque miles de personas que huyen de la guerra sin recursos sean estafados por mafias sin escrúpulos y se ahoguen masivamente en el mar. Cuando estas personas voluntarias hablan y cuentan su vital trabajo todo el mundo está de acuerdo con sus gestas, pero se olvida rápido su ejemplo porque, como todo lo transformador, requiere algo de trabajo. Es más fácil refugiarse en papeles de víctima por lo general.

    Desde luego por poco que te pares a observar ves que el hedonismo y el consumismo son humo que no conduce a nada. Son campos inútiles y estériles. Por suerte también hay personas que ven y viven más allá de eso y que con su experiencia logran que la balanza no esté tan decantada hacia un sólo lado.

  2. Pues si hay muchas personas que ofrecen su capacidad de hacer, amar y ver al servicio del bien común, y no solo en la isla de Lesbos, también muy cerca de nuestras zonas de confort, en sitios tales como comedores sociales, bancos de alimentos, ayuda a colectivos marginados… desgraciadamente no son noticia… o cuando lo son se ven encumbrados, ante su asombro, en una heroicidad que de manera tendenciosa sirve para resaltar lo buenísimos que son unos y lo malísimos que son otros, heroicidad que se diluye cuando al día siguiente hay alguna noticia que resaltar, porque al final, no lo olvidemos, el negocio es el negocio.

  3. Lo he compartido en facebook con algunos compañeros de luchas..
    Creo que hay que leerlo bien…releerlo y cotejarlo con nuestro modo de estar en estos ambitos. Sin duda, en este texto podemos encontrar las claves del la autentica solidaridad.

  4. Creo que descubrir el potencial que tiene el Ser humano es ya a estas alturas algo fundamental para uno mismo, para el colectivo y para el planeta. Y la manera de descubrir el potencial es saliendo del hábito y del interés propio del personaje.
    Por otra parte tengo una pregunta Jordi, dices que Dios está más allá de la existencia…¿Qué quiere decir esto?

  5. Imagínate todos los movimientos que vas a hacer durante el día de hoy: formarán parte de tu existencia y de la de cualquier persona que te acompañe. Y sin embargo, no tienen realidad por si mismos, sólo la tienen porque los haces tú. Así que tú estás más allá de estos movimientos.
    Bien, pues tú, o cualquiera de nosotros,somos un movimiento de Dios.

  6. Gracias Jordi. Según lo entiendo, esto quiere decir que la personalidad no tiene existencia real, y que lo que me permite desarrollar ésta personalidad y percibirme, es Dios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio