La intuición (1ª Parte)

La función más elevada y propia del nivel mental superior es la intuición. Materializando nuestra estructura psíquica por medio de una comparación, diríamos que el nivel mental superior en el que tiene asiento la facultad intuitiva viene a ser como un departamento que tuviéramos encima de la mente desde el que se divisara un amplia perspectiva, que nos permitiera verlo todo con claridad y lucidez asombros.

La experiencia personal nos asegura que en señalados momentos tenemos la evidencia, por ejemplo, de que el asunto que llevamos entre manos lo resolveremos acertadamente, o de que no puede llegar a feliz puerto por tal motivo; y lo mismo respecto a otras personas: por ejemplo, que tal amigo se estrellará si prosigue empeñándose en aquel asunto, etc. La existencia de estas evidencias es hecho comprobado. Pero no tratamos aquí de demostrarlo sino que lo damos por supuesto y queremos hacer ver que, siendo la intuición una facultad humana, puede ser cultivada hasta usarla corrientemente en nuestra vida. La capacidad intuitiva no es privilegio de pocos, ni se necesitan condiciones internas excepcionales.

Si nos hemos olvidado de ella y no nos preocupamos siquiera de usarla en nuestra vida ordinaria se debe, una vez más, a que no dejamos un resquicio de descanso a nuestra mente concreta. Nos domina la costumbre de pensar, siempre que somos conscientes de lo que hacemos: cuando no tenemos nada entre manos, nos lo buscamos, leyendo una novela, resolviendo crucigramas, yendo al cine, hasta buscándonos nuevos problemas, situaciones estimulantes sobre las que pensar. Sólo dejamos de seguir el camino trillado de la mente concreta cuando el cansancio físico o mental nos lleva a estados de ensoñación o dejamos divagar blandamente la imaginación sin objetivo fijo.

La inercia del hábito nos hace creer que la mente concreta que siempre usamos es la única facultad de que disponemos para resolver toda clase de problemas. Y no nos damos cuenta de que este procedimiento -de usar la mente concreta- es válido para las cosas concretas, y hasta necesario, siendo muy útil cultivar el arte de pensar bien; pero además y por encima de él hay otras formas de conocer que se hallan más allá de este procedimiento elemental.

Y que, para poder utilizarlas, el primer paso que tenemos que dar es dejar de estar constantemente movidos por la inercia del pensar concreto.

Este primer paso consiste en aprender a estar durante unos momentos, sólo receptivos, atentos, despiertos, pero sin pensar. Así quedará limpio y franco el cauce de nuestra mente consciente para que sobre él pueda irrumpir la intuición. Si dejáramos de vez en cuando un oasis de descanso mental, sin perder la claridad y lucidez, descenderían las ráfagas luminosas de la intuición, que están presionando desde nuestros niveles superiores con mucha mayor frecuencia de lo que creemos.

A primera vista puede parecer algo insólito y hasta imposible permanecer sin pensar en nada. Lo que no hacemos nunca suele parecernos imposible de practicar, al menos para nosotros. Por de pronto no hemos de confundir el estar pensando con el permanecer consciente, es decir, atentos. Pensar en un proceso activo, por el que, después de recoger imágenes de las cosas y de abstraer ideas, relacionamos y comparamos unas ideas con otras, sacando conclusiones: exige un vaivén de la mente, necesario en su nivel. Pero la intuición brota al margen de ese vaivén, pues la mente ve entonces directamente la verdad de las cosas. El dejar de pensar es, por lo tanto, una disposición para la intuición, ya que tranquiliza la mente, y sólo de filtrarse hasta ella ideas que llegan por el camino intuitivo.
  
Antonio Blay
ENERGÍA PERSONAL
Técnicas prácticas para su pleno desarrollo y aprovechamiento
Editado en 1990

6 comentarios en “La intuición (1ª Parte)”

  1. Claro, siempre la mente ahí presente, dando la lata. Hay que ser conscientes de que debemos pensar cuando nosotros queramos, no cuando nuestra mente nos meta ideas. ¿Y mientras tanto, qué hacemos? Pues estar atentos a nuestro mundo de alrededor desde nosotros mismos. Y no dejar que sea nuestra mente la que nos dirija.
    La mente es un instrumento, nosotros somos su dueño. Aunque habitualmente sea al revés.

  2. Antes mientras estaba haciendo algo iba pensando que es lo siguiente que iba a hacer.Los objetos vienen a la mente constantemente. Gracias a estos articulos y ejercicios del trabajo cuando me doy cuenta me pongo, como dice el artículo, receptiva, despierta y sin pensar y ello va dando sus frutos de una mente mas tranquila.

  3. Gracias Marga por este texto porque siempre se ha tildado a la intuición como propia de magia y embrujo más que como un canal directo de la fuente intelectual. Muchas cosas peligrosas he evitado en mi vida por una intuición que no sabía ni de dónde venía pero a la que hice caso en un momento concreto… al revés también y me arrepentí de no seguirla. Ahora veo que no debo reprimirla.

  4. Todavía me acuerdo de mi etapa escolar donde durante un tiempo se acostumbraba a realizar test de inteligencia a los alumnos y se nos separaba, según los resultados, a los tontos de los listos, por cierto yo estaba en el lado de los tontos. Creo que todavía vivimos en una sociedad donde se premia y se sobre valora el intelecto, y no es que tenga nada de malo cultivar el pensar de hecho es necesario e imprescindible, pero no como una competición al servicio del yo ideal, más bien como la puerta de entrada a ejercitar y trabajar esa intuición o capacidad de ver profunda que señala Blay. Muchas gracias Marga por la selección del artículo.

  5. Es curioso que la palabra intuición tiene un principio parecido a la palabra inteligencia y su significado tiene que ver mucho con lo que llamamos corazonada.
    Gracias Marga. La cultivaré más

  6. Solemos asociar la intuición con la creencia: creo que va a pasar esto o lo otro. Sin embargo, esto es pensamiento y la intuición nada tiene que ver con ello; la intuición es evidencia. Claro, ¿cómo vamos a escuchar lo que la intuición nos dice si no hay un segundo de silencio en nuestra mente? Para que la intuición se dé es necesario el ayuno mental. En mi caso, es algo que me tengo que aplicar, pues tiendo a estar siempre haciendo cosas, por lo que son necesarios estos momentos de descanso mental y físico que propone Blay. Y es que es en esos momentos de paz mental cuando permitimos que haya tiempo y espacio para la inspiración, para que se aposente lo que vamos viviendo, para ver las cosas con perspectiva. De lo contrario, no dejaremos paso para que la intuición aparezca en nuestra mente. Gracias Marga por recordárnoslo. Es un artículo excelente por su sencillez y su practicidad.

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