Alargar los brazos a lo humano

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–Pregunta: ¿En los momentos negativos de la vida estamos haciendo también oración? [Hablando de que La oración debería ser siempre absolutamente revolucionaria].

     Respuesta.–Exacto; y por esto es oración. Porque lo negativo está clamando hacia lo positivo. Hay una frase en los Libros Sagrados que dice que el Verbo está encerrado dentro de la Tierra, dentro de la existencia, clamando con gemidos inenarrables. Así se suplica el misterio de lo que está empujando toda la existencia: es el Verbo, el Cristo que trata de expresarse a través de toda la existencia, a través de toda la naturaleza.

 

     Cuando nos damos cuenta de esto, el personaje de Jesucristo adquiere un sentido nuevo. Es una vinculación a través de la persona de Jesús, del aspecto Verbo, que establece un nexo, un puente, no ya en la naturaleza, que esto existía desde siempre, sino en la conciencia de la humanidad. Es un hecho particular que se reafirma en Pentecostés: no ya el proceso normal de evolución que está siguiendo todo, sino un proceso añadido, un proceso extra, particular, especial, por medio del cual, desde Arriba, se alargan los brazos hacia lo humano para que este ascenso a nivel de la realidad espiritual sea más fácil. Es realmente un enriquecimiento, una conexión entre la conciencia humana como un todo y el nivel superior o espiritual. Estos brazos alargados que tratan de ayudar a los que quieren subir reciben el nombre de Gracia, o de cualquier otro que quiera dársele, pero en todo caso es algo particular que facilita el trabajo. Así, pues, empieza a descubrirse que es verdad eso de que toda salvación se hace a través de Cristo, pero un Cristo no ya en el sentido de una fe particular, de unos modos externos, formulados a través de una doctrina y de unas prácticas, sino un Cristo en ese sentido de conciencia crística del Verbo Divino, que desde nuestro nivel espiritual se introduce activamente en el reino de la conciencia humana para servir de puente, para estimular el ascenso de los puntos o focos de conciencia de la humanidad que quieren ascender a lo alto.

 

     Es evidente que esta acción existe, y que existe con total independencia al nombre de que se le dé. La cosa no estriba en el aspecto mágico del nombre, sino en el campo de fuerzas que se crean en la humanidad cuando esa conciencia superior desciende a un nivel más bajo para desempeñar el papel de un sobreestímulo, una ayuda especial para que la humanidad pueda ascender más rápidamente.

 

Antonio Blay Fontcuberta. “Caminos de autorrealización”. Ediciones Cedel. 1973.

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