La práctica del silencio

Podríamos decir que existe el sistema grande y el sistema pequeño. El sistema grande se refiere a poder hacer periódicamente retiros de varios días en los que uno se propusiera estar en completo silencio externo y también (lo más posible) interno. El efecto que eso produciría en las personas sería extraordinario. Esta disciplina, este esfuerzo de no hacer esfuerzo, ese esfuerzo de no agitarse, eso tendría un efecto sedante y a la vez estimulante realmente transformador.

Naturalmente, a esto se opone nuestra inercia mental, que nos hace creer que estar en silencio es estar sin hacer nada, es perder el tiempo; siempre hay que hacer algo, y si no hay nada que hacer entonces creemos que lo mejor es distraerse buscando estímulos artificiales.

Pero esto es un truco, una trampa que hace nuestro yo-idea para no soltar presa, para no soltar todos los mecanismos compensadores a los que está agarrado.

Sería ideal poder practicar periódicamente un día o dos de retiro en silencio.

Pero también existe la práctica pequeña, diaria, buscar unos paréntesis en la actividad para hacer simplemente un minuto de silencio, relajándose, integrando el cuerpo, el estado de ánimo y la mente, estando sentado, echado (o como sea), pero aflojando todo (cuerpo, ideas, emociones) y escuchando el silencio.

Así descubriremos que lo que silenciamos es algo relativo, transitorio; y que la ausencia total de actividad es la mejor preparación para que después haya una actividad plena. Estamos tan llenos de cosas que nunca tenemos tiempo para ver quién es el que está detrás de todas estas cosas, de ver quién es el verdadero protagonista. Siempre estamos pendientes de los personajes de nuestra vida, de las cosas, pero nunca de nosotros mismos; para acercarnos a nosotros mismos debemos desprendernos de todo lo que esté sobrepuesto a nosotros mismos y así llegar a lo más esencial: el ser que somos.

 

Antonio Blay

EL TRABAJO INTERIOR. Técnicas de meditación

INDIGO. 1993

7 comentarios en “La práctica del silencio”

  1. Gracias Jaume por la elección del texto. Desde luego la práctica del silencio se presenta como algo vital, más si cabe en los tiempos que corren llenos de estímulos que nos hacen perdernos en lo exterior, lo insustancial.

  2. Tengo un amigo que tiene miedo al silencio. Le recuerda la soledad del cementerio. Prefiere la actividad pero…
    se conmueve y toca el cielo escuchando una sinfonía.

    Gracias, Maestro

  3. Los dos sistemas, el grande y el pequeño, buscan lo mismo: aquietar el pensamiento, la idea que tenemos de nosotros y el entorno y profundizar para conectar con lo Esencial. No son excluyentes, sino complementarios . Y en ambos se necesita la perseverancia y la constancia.

    El grande lo practicamos durante los retiros en Oseira.

    Normalmente tenemos más a mano el pequeño, que a su vez es algo grande. Las pequeñas cosas hechas conscientemente nos pueden ayudar mucho. Además el pequeño tiene la ventaja de poderse hacer a diario.

    Gracias Jaume por este texto.

  4. A través del silenciamiento consciente del ruido interno, nos damos cuenta de su relatividad y nos abrimos al silencio esencial del Ser que somos.

    Gracias Jaume.

  5. El movimiento es una constante, no sólo en los períodos de actividad sino también en los de reposo; en ellos la vida incesante sigue latiendo. Así todo el proceso que acompaña al silencio es activo. El silencio proviene de una fase llamada inactiva en relación a la actividad habitual. El sujeto es el que puede parar esa actividad, lo cual es activo. Cuando consigue detener pensamientos, emociones y acciones, aflora el vacío silencioso que es la ausencia de estos. En este vacío o punto 0 puede surgir la fase receptiva, que consiste en escuchar con más transparencia al ser esencial del universo, a nuestro ser más profundo. Aquí encontramos otro verbo “escuchar”, que también implica actividad.
    El sentido de la muerte es soltar los anclajes que nos atan, y nos impiden ir más allá. El cementerio simboliza el irrecuperable movimiento de unas formas concretas. La sensación de soledad es ausencia de lo conocido. El punto 0 sin tiempo aparece cuando ya hemos soltado o liberado las ataduras, que también es acción. Entonces nos encaramos al vacío y contactamos con el potencial, siendo ello también activo. El sujeto es quien dirige y puede ejecutar una acción creativa más ajustada, para conformar la realidad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio