Sobre la enseñanza de la religión

Si contemplamos la Religión desde la perspectiva de la enseñanza, veremos que, tal como se ha impartido tradicionalmente, es un elemento más del modelo que nos desconecta del fondo y nos hace totalmente dependientes al exterior: las ideas y la moral religiosa contribuyen a identificarnos con el juicio que merecen socialmente nuestros actos. La Iglesia no se da cuenta que esta intervención coloca a Dios fuera de nosotros y lo convierte en una entidad que nos vigila y decide nuestro destino; a menudo de forma caprichosa, injusta e incomprensible.

Pero Dios no es el único que actúa así: comparte este dudoso honor con nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos, vecinos, amigos, profesores, jefes, etc. Es uno más a juzgarnos; y, habitualmente, el que menos nos preocupa. Todas estas personas intervienen en el proceso de socialización que procura hacernos “como Dios manda” sean creyentes o no. Pero no por eso vamos a defender que no se eduque a los niños, porque el buen salvaje de Rousseau quizás es bueno, pero es salvaje. Y si estamos de acuerdo en que hay que educar no hay razón alguna para excluir la religión del currículo escolar.

Wittgenstein, defiende que la realidad de cada individuo depende del número y calidad de conceptos que su mente maneja. Así que, sin el bagaje conceptual adecuado, la intuición del fondo que permanece en la conciencia de una forma subliminal, acaba apareciendo como una alucinación desde la perspectiva tecnológica que se da en la escuela.    

Esta perspectiva ha trasladado la religión al ámbito privado de las familias; lo cual implica que los padres que desean transmitir a sus hijos una idea de trascendencia los han de llevar a la parroquia. Así que, estando de acuerdo con las protestas que se ha producido en contra del intento de adoctrinar a los escolares, la solución no es precisamente llevarlos a catequesis porque ahí seguro que les van a adoctrinar. La solución es exigir una enseñanza religiosa, histórica, filosófica y cultural, alejada de cualquier clase de dogmatismo.

No es lo mismo aprender de memoria que Jesucristo nació de una madre virgen, por obra del Espíritu Santo, que estudiar que, en el año 496 después de Cristo, la Iglesia Católica decidió que Jesús había sido concebido sin padre, por obra del Espíritu Santo. Y que, en el año 1555 después de Cristo, un Papa afirmó que la madre de Jesús había permanecido virgen antes, durante y después del parto. Si a continuación se añade que los protestantes no están de acuerdo con esta interpretación, mejor que mejor.

¿Por qué hay que hablar de esto?: porque occidente está lleno de santuarios en honor de la Virgen María y es imposible entrar en un museo y entender las pinturas que hay sin conocer esta tradición. Una vez conocido su origen, corre por cuenta de cada uno creerlo no; si la Iglesia Católica lo considera un dogma será porque, en su momento, fue la manera de acabar con las discusiones que hubo. Actualmente diría que a todo el mundo le trae sin cuidado; si lo he citado es para poner un ejemplo de cómo se puede explicar una tradición sin necesidad de adoctrinar a nadie.

La Conferencia Episcopal Española no parece del todo errada cuando propone lo siguiente: 

La enseñanza religiosa católica se estructura a partir de  cuatro dimensiones que fundamentan las competencias específicas de la enseñanza religiosa católica: La dimensión cultural e histórica, la dimensión humanizadora, la dimensión ético-moral y la dimensión epistemológica. 

La dimensión cultural e histórica está presente en la enseñanza religiosa, dado que el patrimonio cultural, histórico y antropológico-axiológico que gran parte de las sociedades reciben del pasado está vertebrado por contenidos religiosos. En este sentido, la Religión católica ha dado sus frutos en el arte, en los sistemas de significación moral, en la creación popular y en la acción social.          

El alumno no sólo va a conocer, sino que podrá comprender y asumir los valores que conlleva el conocimiento del hecho religioso en su expresión artística, cultural y estética, teológica y vivencial.         

La dimensión ético-moral explicita las exigencias morales que conlleva el mensaje cristiano. En la religión católica se ofrece una determinada manera de ver la vida, en cuya base se encuentra un concepto de hombre, un núcleo referencial de ideas y creencias, y la propuesta de una escala de principios y valores. La enseñanza religiosa católica expone, fundamenta y jerarquiza los valores y virtudes capaces de educar la dimensión moral y social de la personalidad del alumno, en orden a hacer posible la maduración en la responsabilidad, el ejercicio de la solidaridad y de la caridad. Todo ello fundamentado en la Palabra y en los hechos de Jesucristo. 

Con ello estamos fundamentando uno de los valores básicos, su dignidad como ser humano, como hijo de Dios. El sistema educativo no puede tener como objetivo reproducir sin más el modelo de sociedad existente. Habrá de disponer a sus alumnos para que puedan abordar críticamente esa sociedad e intervenir en ella para cambiarla o modificarla.

Para ello, la dimensión humanizadora faculta al alumno para dar respuesta a sus interrogantes más radicales, haciendo a su vez posible la formación de hombres y mujeres conscientes, críticos, libres y creadores. 

 

Hasta aquí la propuesta de la Conferencia Episcopal. A mí me parece básicamente correcta y además interesante; diría que excepcional en medio de una educación tecnificada y orientada exclusivamente a la productividad. El problema es que la LOMCE exige que se hagan unos exámenes y que puntúen porque hay que ver si el niño ha aprendido lo que le han enseñado. Y ahí salta la liebre; fijaros en los requisitos que han de cumplir los niños y niñas de primero de Primaria para aprobar. El estudiante:

1. Relata con sus palabras el amor del Padre Dios por todos nosotros. 

2. Describe la naturaleza como la fiesta de la creación de Dios.

3. Manifiesta agradecimiento a Dios Padre por la naturaleza a través de dibujos, oraciones, gestos en clase… 

4. Indica algunos textos bíblicos que señalan que Dios Padre no nos deja solos.

5. Memoriza la oración del Padrenuestro 

6. Repite oraciones sencillas para expresar amor a Dios Padre. 

7. Enumera acciones que el Señor realiza para ser mejores hijos de Dios.

8. Sabe que Jesús resucitó y está siempre con nosotros.

9. Cuenta a los demás compañeros lo que hacen en su familia, en su entorno cercano, como Jesús nos enseña. 

10. Conoce pasajes del Nuevo Testamento en que se manifiesta la fe en Jesús Resucitado. 

11. Describe con algunos rasgos qué es una familia y qué es una comunidad cristiana. 

12. Sabe que la Virgen María es Madre de Dios y Madre nuestra.

13. Reconoce en la Iglesia diversas manifestaciones que expresan la alabanza a Dios Padre. 

14. Valora y sabe que el cielo es la casa de Dios donde nos encontraremos con Jesús.

 

Ya me diréis dónde quedan aquí los hombres y mujeres conscientes, críticos, libres y creadores. Esto es catequesis pura y dura, retrógrada desde la perspectiva actual del Vaticano. Así que hay que seguir luchando por una enseñanza de la religión que no sea dogmática, a ver si de paso conseguimos modificar los esquemas de la catequesis moralista que se imparte en las parroquias.   

 

8 comentarios en “Sobre la enseñanza de la religión”

  1. Gurdjieff se preguntaba si el cristianismo de sus días era un cristianismo consciente.
    Creo que los cristianos del tercer milenio, nos podemos preguntar si nuestro cristianismo es un cristianismo despierto.
    Y contestar si no afirmativamente, sí con positividad para actuar en consecuencia.
    En la Iglesia, como en los primeros tiempos, todo anda revuelto: hay personas más o menos dormidas, y hay personas más o menos despiertas. Jerarquía incluída.
    Y es bueno que cada uno viva su proceso.

  2. Digo yo que si la enseñanza en global es por el momento dogma, la asignatura de religión no va a ser diferente.
    Si en las escuelas enseñan conceptos repetidos durante años, y lo único que se valora es que se sepan repetir bien, ¿qué profesor admitiría alegremente que no tiene pajolera idea de lo que es Dios? A quién y como se iba a examinar?
    Yo tenía una profesora de religión en el instituto que nunca se me olvidará; nos preguntaba cosas como ésta en los exámenes: ¿de que color era el caballo blanco de Santiago? Y le valía cualquier respuesta que le dieras explicándola. Era considerada una persona muy extraña en el instituto y un ejemplo para mí de honestidad.
    Recomiendo la peli documental “la educación prohibida” que está en youtube.

  3. Me resulta muy curioso ese salto conceptual tan acusado entre lo que dice la conferencia episcopal y los exámenes que propone la LOMCE, se me plantean varios interrogantes ¿la conferencia episcopal estará al corriente de lo que se exige en los exámenes? ¿Estará de acuerdo? ¿Mirara para otro lado y se desentenderá del asunto? En fin… el verdadero problema lo tenemos los padres que tenemos niños en edad escolar y nos planteamos si llevar o no a nuestros hijos a las clases de religión arriesgándonos a que se queden al albur de cualquier catequista que les llene la mente de dogmas de fe entendiendo, por otro lado, la importancia de educarlos en la adquisición de esos conceptos trascendentes que les permitan reconectarse con su fondo. En nuestro caso, igual no es la mejor solución, pero hemos decidido no correr el riesgo y educarlos en esos valores espirituales nosotros mismos en nuestra casa y a la vez abogar y pelear, en la medida de nuestras posibilidades, por esas clases de religión que hagan posible la formación de mujeres y hombres, conscientes, críticos, libres y creadores.

  4. Lamentablemente, el cuestionario también lo ha puesto la Conferencia Episcopal.
    Me parece muy bien vuestra decisión, pero habrá que buscar algún libro de referencia. O varios con los que se pueda elaborar un programa y unos apuntes.

  5. Digamos algo más:
    No se pueden resolver los problemas desde el mismo nivel de conciencia que los ha originado.
    Ésta es una frase atribuida a Albert Einstein, no sé si es literal.
    También resulta lógico pensar que no habrá unidad de las Iglesias cristianas, si no se trasciende el nivel de conciencia que ha producido las escisiones.
    En términos generales la solución es: trascender y crecer.
    ¿Y cómo hacerlo?
    Comprometiéndose en un proceso de crecimiento humano y espiritual de calidad. Entonces las estructuras y los temarios obsoletos caerán por su propio peso, o bien se expresarán en un lenguaje más adecuado.
    ¿Y qué es de calidad?
    Aquí sólo podemos decir que el trabajo propuesto por la asociación ADCA, en la linea de Antonio Blay, es de calidad.

  6. Digamos todavía alguna cosa más:
    El padre jesuita Teilhard de Chardin tiene una cita donde escribe:
    «No hay progreso en el ser sin algún misterioso tributo de lágrimas, de sangre y de pecado.»
    Sus obras fueron publicadas y leídas muchos años después de haber fallecido. A mi entender, porque eran de un nivel muy elevado para la mayoría de creyentes de su época.
    Hoy desde la perspectiva de la autorrealización se puede decir:
    «No hay ningún progreso en el desvelamiento del Ser, sin algún misterioso tributo de sangre, sudor y lágrimas.»
    En general, creo que todo evoluciona en el tiempo y vamos a mejor. También en la enseñanza de la religión.
    ¡Bien sabe Dios lo que nos ha costado y nos cuesta!

  7. Y finalmente:
    Preguntarse por la enseñanza de la religión, es preguntarse por la esencia del cristianismo.
    No es sólo el Amor, sino también la Inteligencia y la Energía.
    Los tres aspectos creo que conforman tanto las Personas divinas (la Realidad trinitaria), como las personas humanas.
    Ver la Historia sagrada o de salvación bajo esta perspectiva nos puede ayudar.

  8. Afortunadamente son muchos ya los que se dan cuenta:
    Es necesario pasar a otra cosa, porque existe un gran número de sinsentidos que son imposibles de digerir desde el mismo nivel de conciencia que los ha originado.
    Viéndolos y sintiéndolos, no se le puede pedir al cristiano que haga «objeción de conciencia» de su sentido común.
    En otras ocasiones he insistido en que ha habido un desfase generacional muy grande.
    La esencia del cristianismo es siempre la misma. Ayer, hoy y siempre: Jesucristo.

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