Trascendencia y cotidianidad en la Asamblea Anual de ADCA

El pasado fin de semana del 27 y 28 de septiembre estuvimos en Madrid, celebrando diversas actividades, entre ellas la Asamblea Anual de la Asociación. En ella, además de tener el placer de contactar con un buen número de socios, y disfrutar de su magnífica hospitalidad, pudimos entrelazar dos aspectos que, aunque a priori aparezcan como antitéticos, han de ir de la mano en todo camino de autorrealización: la trascendencia y la cotidianidad.

Ya en el discurso inicial que Jordi Sapés planteó en la Tertulia del Ateneo, y que dio pié a un animado y muy variopinto intercambio de comentarios, se presentaba la trascendencia como algo real y operativo, un lugar accesible en nuestra conciencia desde el cual se podía actuar en nuestro día a día. Al día siguiente, en la Asamblea se hizo evidente  que todas las personas que participaron en ella  recreaban esta operatividad trascendente que Jordi postuló la noche anterior. Todos los socios, presentes y representados actuaban y obraban impulsados por una intención que iba mucho más allá de su forma particular, y que se regía por una visión y vivencia del ser humano y del mundo que les había llevado a hacer las gestiones oportunas para reservar el local, elaborar y presentar las cuentas anuales de la Asociación, o dar el paso de incorporarse a la Junta, por citar tres de los muchos ejemplos que podríamos exponer.

Es importante resaltar que los socios asistentes representaban vivencias muy dispares del Trabajo, desde personas que llevan muchos años en él hasta socios simpatizantes de reciente incorporación con interés por conocernos, cuyas palabras de agradecimiento por la gestión de la web fueron especialmente reconfortantes. 

Todos los presentes pudimos disfrutar  de una emoción ligada  a la trascendencia: la de la unidad y, por ende, el amor que se desprende de ella, porque por encima de nuestra manifestación individual subyace un sentimiento común que encuentra en la Asamblea, y por extensión en la Asociación, un marco de expresión.

De la mano del amor iban la inteligencia, concretada en la presentación y comentario de todas las ideas que se propusieron en la Asamblea, y la energía, presente en la disposición de todos los asistentes, porque cada persona cumplía una función, más activa la Junta, más receptiva aunque igualmente participativa los socios. 

Estas ideas y este impulso serán próximamente compartidos con el resto de socios simpatizantes cuando reciban el acta y puedan disponer, a través de ella, de otra herramienta que les permita participar en una experiencia que, como la vida, nos trasciende y, al mismo tiempo, nos identifica.

 

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