En uno de los textos preparatorios del Retiro de Oseira nos planteamos la cuestión de los propósitos en la existencia, entendiendo por tales la decisión consciente de intervenir en nuestra realidad concreta con unos determinados objetivos. No se trata por tanto de deseos o ilusiones sino de actos; actos, claro está, dirigidos a una finalidad que consideramos deseable. Así que el propósito exige la actualización de las tres capacidades que somos: imaginar la situación futura y el camino para alcanzarla (inteligencia), desearla lo suficiente (amor) y hacer lo necesario para materializarla. Este último punto: realizarlos, es lo que convierte a los deseos en propósitos.
Fijaros que el personaje tiene muchas ilusiones y pocos propósitos; en la mayoría de los casos porque considera que no se los puede permitir. Cuando nuestros esfuerzos apenas nos bastan para sobrevivir, si tenemos la sensación de tener que defendernos de las presiones del exterior o de no poder cumplir nuestros compromisos de una forma mínimamente aceptable, no nos vamos a plantear encima nuevos objetivos. Como máximo, lo que haremos será soñar acerca de cosas que nos gustaría llevar a cabo el día que nuestra realidad sea diferente y no los permita. Pero esto no llega nunca, porque no está en nuestras manos modificar las circunstancias de una forma radical.
Así que los propósitos se han de referir a nuestro mundo habitual, a la realidad que estamos manejando, tal cual es. Simplemente se trata de que yo acepte actuar conscientemente en ella, en lo que de mi depende, en vez de sentirme totalmente determinado y condicionado por ella. Siempre hay algo que puedo hacer; aplazar mi protagonismo para cuando las cosas sean diferentes, equivale a dimitir de la existencia; porque, a lo mejor, cuando sean diferentes yo no estaré allí para participar en ellas.
Es indispensable visualizar hacia dónde queremos ir, pero partiendo del lugar en el que nos encontramos y de la realidad que vivimos. Porque esta realidad, lejos de ser un impedimento insalvable, posee un potencial de desarrollo que podemos catalizar con nuestra acción. El objetivo final, lo que yo estoy intuyendo como posibilidad futura, puede ser algo muy grande, pero este objetivo empieza a materializarse el día en que damos el primer paso: haciendo, no soñando.
Desde la perspectiva del Trabajo, la cuestión no es cómo nos va la vida sino cómo le vamos nosotros a la Vida. Dicho de otra manera: ¿estamos aprovechando el potencial que somos para desarrollar nuestro yo experiencia e intervenir de un modo positivo en nuestro ámbito existencial? Positivo viene aquí de poner: poner la inteligencia el amor y la energía que somos en todo aquello en que hacemos. Lógicamente esto supone ser conscientes de lo que somos; supone estar despiertos y no utilizar el personaje como coartada para el abstencionismo.
El personaje va a intentar disuadirnos de entrada porque está muy preocupado por sostener y mantener lo poco que tiene y desconfía profundamente de nuestras capacidades. Lo que intenta incrementar es nuestro temor al fracaso, para conseguir que nos echemos atrás y nos refugiemos en lo que ya tenemos, aunque nos parezca pobre y limitado. Y cuando conseguimos superar sus reticencias y ponernos en marcha, aprovecha todas las dificultades que lógicamente se nos plantean para desanimarnos y conseguir que arrojemos la toalla. Cuanta más dimensión tenga el proyecto más dificultades se presentarán al principio; así que, en los primeros pasos, es básico resistir al desánimo. Y constatar que estas dificultades se superan proporciona casi tanta satisfacción como haber alcanzado el objetivo final.
Digo “casi” porque el objetivo final es la autorrealización y esto todavía no lo hemos experimentado; pero un poco realizados sí que nos sentimos los socios fundadores de ADCA por el hecho de poder pasar los trastos a una nueva Junta.
Recordad que ADCA pretende ser un ámbito de comunicación y solidaridad para los que estamos en el Trabajo, así que puede ser un lugar adecuado para materializar el pequeño gran propósito de contribuir a la extensión y consolidación del Trabajo.
Si Jordi, estoy de acuerdo que ADCA va a ser un lugar adecuado para materializar mi propósito y contribuir a la divulgación de vuestra labor. Sabes muy bien porque caminos me empujas…y se también que el amor y la inteligencia te guian, Gracias
Yo en esto de los propósitos he visto también una evolución personal, no sé si a otras personas también les pasó. Conforme creces en el Trabajo hay cosas que ya ves como sueños, y yo diría que en muchos de mis sueños el personaje estaba detrás. Pero viendo claramente todo lo que me impide, al menos, vivirme con plenitud estaba el hecho de quejarme continuamente de todo. Lo que impedía porque impedía y lo que se materializaba porque lo juzgaba como incompleto o inconveniente. Así que yo diría que para mí lo esencial ha sido librarme de la continua queja, esa queja de hastío y cansancio, queja de los demás, queja de las circunstancias…el dejar de quejarme por todo me ha dado la oportunidad de vivir el momento como mi propósito personal y me ha ayudado enormemente a no hacer castillitos en el aire y percibir la realidad con una serenidad que antes no hubiera imaginado.