El engaño del bien como aspiración

Nuestra premisa de partida es que nuestra naturaleza esencial está hecha de inteligencia, amor y energía; por lo tanto somos esencialmente buenos. Sólo una información introducida en nuestra mente de una manera artificial puede haber generado en nosotros la idea contraria, la idea de ser personas deficientes, inclinadas al mal y necesitadas de una educación moral que contrarreste esta tendencia. De ahí se deriva la famosa frase: “somos humanos” con la que se pretenden disculpar los errores que cometemos.

Si una persona adulta se equivoca sumando y afirma que dos y dos son cinco, se la corrige rápidamente, nadie aduce que se ha equivocado porque es “humana”; sin embargo, otros errores que tienen consecuencias mucho más nefastas, se miran con tolerancia considerándolos algo inherente a nuestra naturaleza.    

Y claro, cuando consideramos natural la deficiencia, el bien aparece como una aspiración que honra a quien la tiene. La aspiración, no la bondad, porque la bondad se considera el objetivo final de algo que inicialmente solo son buenas intenciones; intenciones que, por el hecho de formar parte del  esquema de valores personal, permite desde el déficit, compararse para bien con aquellos que no la tienen, con aquellos que no son “conscientes” de esta naturaleza “defectuosa”. Aquí aparece el personaje revestido con sus mejores galas: un yo ideal que maneja una espiritualidad que aparece en forma de aspiración, no de realidad; y que, al mismo tiempo que se la plantea, la da por imposible porque “es muy difícil”. 

Que todo esto es un tinglado mental queda de inmediato demostrado por la experiencia del despertar: despiertos todo se percibe como inteligencia, amor y energía en diversas formas que participan de una misma realidad esencial; no hace falta realizar esfuerzo alguno para advertirlo. Y las supuestas virtudes a las que aspira el personaje quedan obsoletas: no es preciso aceptar, comprender o confiar en nada ni nadie porque, de pronto, todas las cosas y todas las personas adquieren sentido, ocupan su lugar dentro del Todo, y juegan el papel inherente a su condición actual. Y esto se consigue con algo tan simple como es despertar: ejercitándolo y convirtiéndolo en el nivel de conciencia habitual. 

Así que no le veo demasiado sentido a querer competir en este mercado de propuestas, promesas, terapias, ejercicios, etc. destinados a proporcionar nuevos materiales al personaje para que pueda seguir soñando despierto y apartándose cada vez más de del fondo. Es posible que este sea un terreno propicio para que muchos consideren la subjetividad como algo que merece atención, puede que sea la antesala que llevará a algunos a realizar un trabajo real de autorrealización. Pero nosotros debemos dejar muy claro que no somos la antesala sino el lugar adecuado para recuperar la conciencia de uno mismo y caminar en la dirección correcta, no debemos tener miedo de proclamar en voz alta que el bien es algo natural, no una aspiración y que nosotros sabemos cómo experimentarlo. 

Está claro que esto va a asustar a todo los que utilizan la espiritualidad como una afición, un complemento y una manera de adornar la prisión en la que se encuentran, pero nuestra voz llamará también la atención de los que están buscando algo real y están hartos de sucedáneos; y además, dejará sin armas a nuestro propio personaje que nos obliga a escondernos cuando estamos entre personas normales. Mal va si no podemos manifestar nuestra experiencia personal hablando con personas normales; significa que el Trabajo sigue siendo algo superestructural, más ideológico que práctico; porque la práctica, lo que hacemos en el mundo, la bondad natural que manifestamos, ha de ser nuestra tarjeta de presentación.

Nosotros hablamos de la realidad para actuar en ella, no estamos aquí para comprender y apoyar presuntas debilidades del ser humano que son artificiales, ni para divulgar maravillas utópicas que supuestamente nos convertirán en superhombres. Estamos aquí para dar luz y poner amor en la cocina, la casa, los hijos, el trabajo y las relaciones: lo sagrado es vivir conforme a nuestra naturaleza, no tener buenas intenciones. 

 

9 comentarios en “El engaño del bien como aspiración”

  1. Gracias por este texto. Me he sentido identificado. Y es que justo esta mañana hemos estado hablando con los compañeros de trabajo de como habían ido las vacaciones y, a pesar de que se han interesado bastante por el Retiro de Oseira, el personaje se me ha subido encima cambiando rápidamente de tema para que no tener que explicar demasiado. Tomo nota para la próxima vez.

  2. Yo me siento identificada cuando en muchos momentos del camino he apelado a la humanidad para esconder los problemas que se derivan del sueño y la expresión «es muy difícil» cuando he preferido dormir a hacer el esfuerzo de despertar. También he tenido dudas sobre el ejercicio natural de la bondad por si interfería de alguna forma con mi propio yo ideal.

  3. La frase “No debemos tener miedo de proclamar en voz alta que el bien es algo natural…” me hace reflexionar sobre los momentos en los que he visto una ventana abierta para hablar sobre el Trabajo que realizo. Lo he hecho con mi familia cercana y con algunos amigos de forma progresiva, y siempre se ha producido espontáneamente y desde una cierta conciencia de mí. Al principio me preguntaba si es algo que debía llevar de “incognito”, pues subyace el temor a que los demás te vean “diferente” o incluso lo usen como arma arrojadiza. Pero paulatinamente se va haciendo patente aquello de que nada me pueden dar y quitar y he sentido alegría y liberación de poder explicarlo, a mi manera y con mis recursos. Creo que antes lo veía como demasiado presuntuoso, ¿quién era yo para dar lecciones?, ¿me creía un evangelista o un predicador?, pero ahora veo que no hay nada malo en atestiguar la verdad. Eso sí, he aprendido que, afirmaciones del tipo “nuestra esencia es la bondad” tienen sus preguntas y re-preguntas, como así debe ser en toda comunicación, y aquí es donde aparecen dificultades. En una ocasión me dice un amigo: “Pero, como vamos a ser buenos por naturaleza si yo de muy pequeño ya pegaba a mis amigos para someterlos”…y a partir de aquí se produjo una secuencia de dimes y diretes que no llegaron a ningún puerto, ¿por qué no supe trasmitir algo que yo sé cierto?… Sin embargo, otra experiencia, en sentido contrario, me ha ocurrido hoy. Entre los compañeros de oficina se especulaba sobre las actuaciones poco éticas de ciertas personas que tienen como objetivo ascender en la empresa. Uno de ellos dice: “yo, la verdad, me he vuelto un cabrón y cada vez lo soy más”. En ese momento, yo estaba en silencio, les he dicho: “no olvidéis nunca, nunca, que sois buenos”. Los cuatro me han mirado, y en sus caras he visto la comprensión profunda de lo que quería trasmitirles, y casi diría que agradecimiento por recordarles lo que son. No ha hecho falta decir nada más. Ha sido una experiencia grata.

    Un abrazo a todos.

  4. Yo nunca he tenido problema en comunicar el trabajo que hago. Si ha mejorado el mensaje. Antes podia ser más extensa en mi explicación porque yo creia que así me entenderian mejor. Ahora es más concreta y segura. Comento lo que yo veo. Una compañera me ha preguntado: como te ha ido el retiro éste año? y hemos hablado de ello tal como lo he vivido yo.Taambien me ha quedado clarito que una cosa es la «Esencia» y otra la » existencia» así que mi lenguaje se adapta dependiendo las personas.

  5. Al leer éste texto pues me parece que no dejas espacio a la posibilidad de dejar de hacer el ejercicio de despertar sin contemplar a la vez la responsabilidad total de hacer o no ese esfuerzo. La verdad es que esto que aparece como una especie de incómodo compromiso a tomar con uno mismo es realmente lo que yo necesito a veces para avanzar; darme cuenta de que de nada me sirve mirar hacia otros lados y escurrir el bulto, manteniendo y a la vez maquillando las ideas de déficit que tengo de mi y del mundo

  6. La afición del personaje por apoyarse en la debilidad del género humano queda bien ilustrada con la compasión. Ésta una de las artimañas más utilizadas para enmascarar de comprensión y apoyo al otro lo que en verdad es una lástima que pone el acento en las limitaciones personales. Como bien dices, Jordi, es una concepción del ser humano limitado y defectuoso por naturaleza, ante la cual sólo podemos resignarnos a intentar buscar la fórmula más efectiva de lidiar con aquello que nos viene dado y que como mucho sólo podemos maquillar o mejorar (que es aún más peligroso). Y aquí es donde se despliega la amalgama de terapias, corrientes espirituales, cursos y demás sucedáneos de algo real que el personaje corre orgulloso a buscar en vez de profundizar en un camino de desarrollo de la conciencia. Conocida es esta concepción de nuestra naturaleza que nos limita a vivir una existencia mediocre teñida de la angustia que produce la resignación y frustración por el hecho de querer llegar a ser algo que nunca se consigue.

    Por ello, intento poner la atención cada día en vivir conforme a mi naturaleza esencial. En los pequeños intercambios y vivencias es donde vemos la diferencia entre vivir una existencia plena y real o una mediocre. Un ejemplo es el hecho de hablar del Trabajo, como comentáis. Yo cada vez lo hago con mayor naturalidad y eso hace que experimente la libertad que da decidir de manera consciente cómo quiero vivir la existencia.

  7. La quintaesencia de la responsabilidad es ser lo que somos. El problema es que nos hemos acostumbrado tanto a movernos en la mediocridad, y a disimularlo de alguna manera, que proclamar lo que es natural y propio del ser humano parece a veces un atrevimiento y una falta de respeto. Y al contrario: es una manifestación de amor que no se conforma con sucedáneos de la realidad.

  8. A mí Jordi, este articulo me recuerda a una película que vi hace mucho tiempo titulada “La fuga de Logan” estaba basada en una sociedad futurista donde sus habitantes vivían en una ciudad cerrada por una cúpula y alejada del exterior, aparentemente no había otra realidad, era la vida que ellos conocían y aceptaban como la verdad. El inconveniente es que llegados los 30 años tenían que morir después de una ceremonia medio religiosa conocida con el nombre de “carrusel”. Todos aquellos que renegaban de ese destino eran conocidos como “los fugitivos” y debían ser cazados por unidades policiales llamadas “vigilantes”, Logan era un “vigilante” que renegó de esa situación al enamorarse de una fugitiva y juntos consiguieron salir al exterior, y cuando conocieron la Verdad decidieron volver para contar a todos lo que habían visto. Es decir, cuando uno despierta y conoce por experiencia propia que el personaje es un mero entramado de ideas inducidas ¡¡ cómo no volver para contárselo a todos, la felicidad en solitario no es Felicidad!!

  9. Dejo el personaje de reprimirse, de rozar la perfeccion, para ser yo, una mas, despierta, presente en la realidad que me toca vivir, para participar de ella, y divulgar aquí y en donde sea, esta realidad que todos podemos experimentar con libertad interior, sabiendo lo que somos y como queremos vivir.

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