La disciplina de la actitud

¿Qué podemos hacer, pues, para superar esa tendencia reiterativa mecánica que nos mantiene en un círculo vicioso, que nos mantiene prisioneros de nuestra propia costumbre? Bien, aquí la técnica clave es la disciplina de la actitud. Ésta, consistirá en proponemos y en ejercitarnos a tener una disposición interior como si absolutamente todas la cosas nos fueran del modo mejor imaginable, del modo óptimo. Se trata de que aprendamos a asumir una actitud de ánimo, de energía, de confianza, de optimismo, de cordialidad. Se trata de reproducir ese estado que todos hemos tenido cuando nos hemos encontrado eufóricos. Es lo que llamamos la actitud positiva.

La actitud positiva

Debo de normalizar y actualizar todas mis capacidades positivas. Es evidente que si yo me encontrara ahora, de repente, sea cual fuere mi estado actual, en unas circunstancias extraordinarias, todo yo también reaccionaría de un modo extraordinario. Incluso mi postura física mejoraría, me pondría más recto, me apoyaría sobre mi columna vertebral, mis ojos se iluminarían, mi mente se aclararía por lo que está ocurriendo, mi dinamismo afectivo crecería inmediatamente. Tendría una disposición de cordialidad, de afecto, de optimismo. ¿Por qué? Porque la situación es tan importante, que inmediatamente produce esta dinamización de mi persona. Ahora bien, en esta supuesta situación extraordinaria, ¿qué es lo que ha ocurrido?, ¿de dónde ha salido ese dinamismo, esa claridad, esa confianza en sí mismo?, ¿de dónde procede?, ¿acaso me lo ha dado ese señor tan importante que acabo de encontrarme? No, aquel señor no me ha dado nada. Aquel señor quizá me ha comunicado algo, por lo cual yo simplemente le atribuyo un valor grande. Pero él no me ha dado en realidad ninguna de esas cosas. Todo se ha producido en mí, se ha movilizado en mí. Porque todo ha estado siempre en mí.


El problema está, pues, en que, aunque en nosotros existe una formidable energía y una capacidad afectiva y de claridad y atención grandes, no vivimos esa capacidad, no la movemos, estamos siempre esperando que venga un estímulo exterior que la movilice. Estoy siempre viviendo como reflejo del mundo exterior, necesito que se me reactive desde afuera. No he aprendido a vivir directamente mis capacidades. Es desde el exterior que me estiran, que me provocan, que me invitan, que me estimulan; yo solamente respondo. Yo soy respuesta. Me he acostumbrado a ser un eco. No me vivo a mí mismo de un modo autodeterminado, sino siempre de segunda mano, como reflejo. Si reflexiono con calma y puedo así ver, de un modo evidente, que toda la capacidad óptima de mi estado de ánimo, que toda mi disposición en los diversos aspectos, es algo que se moviliza dentro de mí, porque está ya dentro de mí, si puedo ver que algo del exterior nunca puede darme nada, que puede provocarme, quizá, pero que no es capaz de darme esa euforia, esa alegría, esa cordialidad, ese afecto, si constato con toda claridad que nada ni nadie puede darme un poco de alegría, ni un poco de felicidad, ni un poco de interés o de claridad mental, si me doy cuenta que todo esto está en mí y que siempre ha estado en mí, entonces quizá podré determinarme a cambiar mi polaridad psicológica, y, en lugar de estar pendiente y apoyado en el exterior, comenzaré a estar apoyado y pendiente de mí mismo. Entonces podré decidir por mí mismo ser de esta manera positiva, no esperar que las circunstancias me obliguen o me inviten a ser. Empezaré a ser una persona autodeterminada. Mi estado lo provocaré yo, porque es algo de mí mismo. Es simplemente a causa del hábito, que estamos acostumbrados a depender del exterior, y ese hábito hay que vencerlo introduciendo un nuevo hábito de movilización de nuestros recursos, simplemente por voluntad propia, sin absolutamente ningún otro recurso.

La actitud positiva se fundamenta, pues, en el hecho de que en nosotros existen todas las facultades que nos permitirían vivir de un modo feliz, inteligente, eficaz, y que, en el momento que yo decido movilizar en mí, por mí mismo y con total independencia del exterior, esta capacidad, dichas facultades se ejercitarán, se desarrollarán, se estabilizarán y se convertirán en mi modo de ser, de estar, de vivir. Nos pasamos más de la mitad de, la vida esperando que ocurran las cosas. El resto de nuestro tiempo está repartido entre las alegrías y los lamentos. Nunca ninguna cosa que esperamos nos dará nada, nada en el sentido interior de felicidad, de amor, de paz, de comprensión, que no tengamos ya. Necesitamos lo exterior, ciertamente, pero lo necesitamos como materia prima para nuestra existencia, para nuestra reactivación. No para sentimos nosotros mismos como sujetos, no para tomar consciencia de nosotros mismos. Cuando éramos pequeños, sí. Entonces necesitábamos las cosas del exterior para actualizar facultades que no estaban despiertas ni actualizadas. Pero, una vez las facultades se han actualizado, solamente de nosotros depende el que consigamos mantenerlas vivientes. Es sólo por inercia, por hábito, que seguimos pendientes, como en la infancia, de que el exterior nos obligue.

Antonio Blay, Tensión, Miedo y Liberación interior

5 comentarios en “La disciplina de la actitud”

  1. Se puede decir más alto pero no más claro. Muchas veces se nos olvida que somos un potencial ilimitado y nos creemos seres vulnerables y débiles. Lo único que nos limita es el pensamiento de que no podremos, de que no seremos capaces, de que no lograremos ser lo suficientemente buenos, etc. Sin embargo, no nos damos cuenta de que somos un potencial infinito y por tanto tenemos un mundo de posibilidades ante nosotros. Muchas gracias Marga por el texto, excelente elección.

  2. A pesar que lo he leido y me lo han repetido muchas veces, en tantas ocasiones se me olvida. La mecanicidad tiene tal fuerza que toda ayuda es importante. Gracias por volver a recordar todo el potencial que somos y como ejercitarlo.

  3. Leyendo éste texto me parece que Blay da una alternativa para actuar de un modo despierto sin estarlo realmente. Porque si se estuviera despierto no se tendría uno que proponer actuar de ningún modo concreto.

    Le quería preguntar a los expertos si esto es así?
    En alguna ocasión en que me he visto dormida, he intentado despertar y viendo que me costaba Dios y ayuda he actuado en coherencia de como actuaría si me sintiera plena….es a ésto a lo que se refiere
    Blay?

  4. Tienes razón, el mensaje es confuso. Pero ten en cuenta que Blay hablaba para gente que no había despertado. En nuestro caso el esfuerzo tenemos que hacerlo para mantenernos despiertos. Aunque tampoco está por demás prestar atención a ambitos de la realidad que hasta ahora no nos habían preocupado y que no obstante nos afectan.

  5. Muchas gracias Marga por la selección del artículo, una de las grandes virtudes de Blay es que hablaba a los demás adaptándose a su nivel evolutivo sugiriéndoles siempre una línea de crecimiento y evolución

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio