La impecabilidad es la forma natural de atender la realidad cuando estamos despiertos; destaca por su exactitud, cuidado y fiabilidad; es saber lo que tienes que hacer, desear hacerlo lo mejor posible y llevarlo a cabo de una forma discreta, sin llamar la atención, haciendo lo que haces, sin tener la mente en otro sitio, ni tan siquiera en los resultados que vas a conseguir.
Lo habitual, dormidos, es no estar seguros de por qué hacemos las cosas, de si realmente las queremos hacer o no, de si van a servir para algo, de si nos lo agradecerán o estaríamos mejor en otro lado haciendo algo distinto. Lo complicamos todo sin necesidad alguna, y esta actitud es tan habitual que creemos incluso que demuestra conciencia y ganas de progresar. Por eso discutimos interiormente todo el rato los compromisos adquiridos o las obligaciones inherentes a las responsabilidades que hemos aceptado. Esta es la libertad del personaje. Y el resultado de esta pseudo libertad es que nadie puede estar seguro de nadie, ni confiar en nadie, excepto cuando, obligados por las circunstancias, no tenemos más remedio que acatar las órdenes que recibimos.
Y es que la perseverancia, la voluntad y la fidelidad requieren que estemos despiertos, porque solo la conciencia de que ya somos y no tenemos que conseguir nada nos permiten mantener la frugalidad, la previsión, la simplicidad y la inocencia necesarias para responder a la situaciones sin andar preocupados por cómo estamos quedando, por si nos están tomado el pelo, por si están abusando de nosotros, etc. Despiertos ya somos, no necesitamos preocuparnos por nosotros mismos, así que podemos dedicarnos a cumplir las funciones que se nos han encomendado y que hemos aceptado.
Está claro que no podemos atender con la misma profundidad e intensidad todas las cosas y personas que se cruzan cada día en nuestro camino, pero la impecabilidad nos impide tratar a nada ni a nadie con desconsideración o rechazo, como algo que nos molesta que esté ahí, que nos distrae o nos estorba. En los contactos más accidentales la impecabilidad adquiere el formato de buena educación, amabilidad y reconocimiento del otro como un igual en naturaleza y dignidad.
Pero si tenemos personas o labores que nos han sido expresamente encomendadas reconoceremos además en ellas el estímulo para la actualización del potencial que somos y la justificación de nuestra existencia aquí y ahora. No somos padres, madres, pareja, profesionales, dirigentes de una organización o peregrinos de un camino espiritual cuando tenemos tiempo, si tenemos ganas o si no se nos presenta algo mejor; lo somos porque hemos decidido invertir lucidez, amor y energía en estas funciones con la intensidad y tiempo necesarios para que resulten eficaces. E intuimos que este ejercicio de la voluntad nos dará la mayor plenitud posible en esta existencia.
Añado aquí un par frases de Don Juan que iluminan y delimitan el concepto:
La confianza de un guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad.
La impecabilidad es hacer lo mejor que puedas en lo que estás participando. Cuando te sientes y actúas como un ser inmortal que tiene todo el tiempo del mundo, no eres impecable; en esos momentos debes volverte, mirar alrededor tuyo, y entonces te darás cuenta de que tu sentimiento de tener tiempo es una idiotez.
Gracias Jordi por tus innumerables ejemplos de impecabilidad.
Me sumo a Pilar…Jordi, he visto esos ejemplos en muchas ocasiones y yo creo que es importante tener referencias vivas que le muevan a uno.
De camino a lo impecable, de momento somos afortunados.
Me cuesta ser impecable, pero ha resonado en mi algo que debo tener muy presente: el que la impecabilidad nos exige no rechazar ni despreciar al otro. He robado muchas veces la dignidad de las personas porque he pasado a su lado y ni siquiera he atendido a lo que me estaban contando. Otras veces he intentado dar lecciones de moral a personas desesperadas sin tener en cuenta su situación o sus motivaciones. Necesitaba leer algo como esto, gracias Jordi.
Gracias Jordi, como siempre tan acertado. La impecabilidad además nos proporciona una libertad interior absoluta, y experimentas que eres amor ademas de inteligencia y energía, todo esto sin proponerte nada solo dejándote ser.
Hola Jordi, yo también he visto ejemplo de impecabilidad en tus escritos, en tus charlas y en tu presencia. De camino a la impecabilidad, como dice Laura, diría que va apareciendo un efecto añadido: la percepción del hecho ya realizado: se plantea una situación o tarea, sabes que eres capaz, que puedes abarcarlo y que solo tienes que aplicar el interés y la atención necesaria. Entonces es como si el deseo, el querer, fuese igual al hecho resuelto y, ya desde el principio, actúas con seguridad. Sucede en pequeñas cosas (tareas laborales, domésticas…), al principio, pero se intuye que no tiene límites. Sabes que la cosa se resolverá de la mejor manera posible, sin presupuestos ni ideas preconcebidas. Y así sucede.
Estupendo e inspirador articulo Jordi; me atrevo a poner otra cita de Castaneda en referencia a la impecabilidad del guerrero que dice lo siguiente: “El hombre común se da cuenta de todo solo cuando se da cuenta que así debe hacerlo; pero la condición de un guerrero, es darse cuenta de todo en todo momento” es decir, hay un gran salto entre tomarse la actualización del Potencial que somos como un deber a atender de siete a ocho, a encarnar dicha actualización del Potencial cada instante de nuestra vida, suceda lo que suceda y pase lo que pase. Gracias.
Con el primer párrafo tan claro y concreto se puede percibir la grandeza de vivir despiertos. El resto no tiene desperdicio. Resuena en mi cabeza » la impecabilidad nos impide tratar a nada ni a nadie con desconsideración o rechazo» reflexiono sobre situaciones vividas y este texto me da claridad para situaciones futuras darme cuenta si estoy actuando con impecabilidad o no. Gracias Jordi, me uno a todos mis compañeros por tus ejemplos de impecabilidad.
Muy en línea con el texto de Blay, refleja que la impecabilidad es un estado interno, el compromiso con nosotros mismos de aportar lo mejor de uno en cada situación. Esto se aprecia muy bien en situaciones complicadas que nos requieren que estemos más atentos. En mi caso, me doy cuenta de que cuanto más compleja es la situación que tengo delante o más esfuerzo me supone, más auténtica e impecable es la respuesta que doy, porque utilizo esta situación como despertador. Entonces profundizo aún más en la noción de mí misma e intento con gozo poner el potencial que soy al servicio de la situación.
Impecable este artículo Jordi.
La impecabilidad, la elegancia, la consideración.. que bien resuenan estás palabras y las actitudes que ellas contienen.