Es importante asumir que el raciocinio nunca nos va a despertar. Nuestra razón puede hilvanar una serie de argumentos con una gran precisión y presentar unas conclusiones aparentemente irrefutables. Pero aun y estando plenamente de acuerdo con ellas, puede que no nos movamos ni un ápice del lugar en el que nos encontramos. Por eso leemos y escuchamos tantas verdades que no hacen mella alguna en nuestra vida habitual.
Este es uno de los obstáculos más grandes que nos encontramos en el Trabajo: entender las razones del Trabajo es algo indispensable, pero el solo hecho de entenderlas no sirve para gran cosa. Por eso el evangelio se manifiesta superando la razón y presentándonos situaciones aparentemente absurdas: el pastor que ha extraviado una oveja deja a las otras 99 y se va en busca de esta oveja perdida. Desde un punto de vista racional, está loco; pero es que las 99 ya las tiene, y en cambio la otra es la que le falta para tenerlo todo. El pastor no se conforma con tantas ovejas, las quiere todas.
Así que el Trabajo se ha de apoyar en la pasión; y los que transmitimos el Trabajo hemos de ser capaces de conseguir que la gente se apasione por él. Si no alcanzamos a ofrecer algo que tenga más arrastre que las ilusiones del personaje, tenemos las de perder.
A menudo decimos: el personaje está hecho de inteligencia, pero es una inteligencia que se apoya en un error y eso nos hace desgraciados. Muy bien, de acuerdo, pero tengamos presente que a veces preferimos sentirnos desgraciados a no sentir nada. Por eso es importante captar el amor que hay en las ilusiones, frustraciones, ánimos y desánimos del personaje.
No vale decir: cuando estés en un estado superior de conciencia serás feliz y mientras tanto abstente de buscar la felicidad. No es eso. El pensamiento es capaz de proyectarse en el futuro pero el amor no. El amor actual solo está dispuesto a retirarse si, a cambio, se le ofrece un gozo superior al contado, ahora mismo. Por eso tenemos que huir de toda forma que relacione el Trabajo con la moral represiva de los amargados y los resentidos.
Si la persona quiere brillar, démosle una oportunidad de hacerlo; si quiere ser feliz indiquémosle una manera mejor de conseguirlo; si quiere sentirse poderosa digámosle cómo esforzarse para obtener resultados reales. Ahora, no en un futuro, no el día en que consiga estar despierta todo el tiempo. Las emociones que sentimos son una forma del amor que somos, el error está en creer que nos vienen de fuera, pero eso no es motivo para desecharlas ni reprimirlas sino para prestarles atención y descubrir su naturaleza real.
Como dice San Agustín: ama y haz lo que quieras, porque si amas seguro que no harás daño a nadie. El problema no es amar, es que amamos poco; no es vivir, es que nos limitamos por miedo a consumirnos. Y así es como acabamos: consumiéndonos en la autolimitación y el miedo.
Si algo tiene el Trabajo, es que lo exige todo; no se puede “trabajar” los miércoles y los viernes de 7 a 9. No se le pueden regatear esfuerzos al Trabajo, porque el Trabajo es la Vida experimentada a tope, de una manera apasionada. Si alguien busca compasión en el Trabajo ha de saber que el tipo de compasión que ofrecemos es este darlo todo, este compartir lo que somos y lo que vivimos, tanto si se considera socialmente “positivo” como “negativo”.
Sobre el buscar la felicidad en los primeros pasos del trabajo..yo estoy experimentando que la hallo siendo mas y mas capaz de vivir en presente, eso se traduce por un lado en vivir muchas menos microfrustraciones, ademas hay un trasvase de acciones que vivian instaladas dinamicamente en forma de pensamientos en mi mente y que ahora en cambio son vividas en experiencia -no son muchas ni siempre son vividas despierto…pero ciertamente supone un gran cambio y eso impulsa a seguir trabajando, eso si..siendo muy sincero..sobretodo cuando el personaje tiende a vanagloriarse. Tambien el hecho de vivir progresivamente mas momentos despierto permite apreciar un contraste que tambien impulsa a ser mas y pensar menos.
Gracias Eugeni por tu aportación, me hace feliz verte por aquí
Veo un denominador común en estos dos comentarios, y es la necesidad de integrar el trabajo a todos los niveles de la persona. De entrada, todas las personas que nos incorporamos al Trabajo lo hacemos mayoritariamente a través del intelecto: leemos un libro, escuchamos un curso, y es nuestra mente la que toma una opinión sobre si eso que se le explica va a ser útil o no en su vida y, aunque como el Trabajo desde el primer momento te pide un grado de implicación importante, normalmente se añade a esta valoración mental un plus de buena vibración emocional que te hace dar el paso de ponerte a ello. Sin embargo, en esta vivencia auténtica de nosotros y de la realidad que el Trabajo propone, la triple naturaleza de esta realidad se muestra y, al igual que cualquier pareja enamorada, nos pide correspondencia. Y ahí las ideas y los conceptos cumplen su papel sin excesos, dejando un espacio por cubrir que debe llenarse con otras alforjas, este amor que dice Jordi que se nos devuelve, cual beso, en forma de la felicidad que apunta Eugeni.
Lo que parece difícil de ver en un princpio, cuando leemos libros sobre el Trabajo, es que lo que nos llena a los tres niveles (inteligencia, amor y energía)es el hecho de movilizarnos internamente: la necesidad de enfrentarnos y superar una o unas dificultades para acercarnos a nuestra naturaleza esencial. Solemos quedarnos con lecturas que nos hacen sentir bien. Pero lo que nos acerca a la plenitud es el hecho de vivirnos a tope, tal como creo que indicas Jordi. Es el hecho de constatar que somos capaces de llevar a cabo todo cuanto nos propongamos, con independencia de si somos correspondidos por las circunstancias externas o no. Pero debemos tener en cuenta que cuando nosotros lo damos todo estamos ofreciendo un compromiso con la vida que raramente va a ser rechazado. Por que es algo real, algo que viene del Fondo. Eso es una maravilla.
Gracias a vosotros Pilar, por este lugar de encuentro.
Antes de empezar el Trabajo creía que el amor era ‘algo’ que debían darme los demás, y lógicamente se lo exigía a todo mi entorno. Pero esta actitud condicionada me hacia permanecer en una vida frustrante y decepcionante. Siempre esperando… ser aceptado y querido por los demás. Esta era la parte visible, que sumada al dolor latente y acumulado del pasado hacían de la vida una amargura constante.
A través del centramiento, voy descubriendo realmente el amor, el verdadero, el que soy. Si desde aquí, me permito ver el pasado y sentir el dolor que permanece inconsciente, la Realidad cada vez se va haciendo más evidente. Y esta, me conduce a vivir en la acción de relación conmigo mismo, y con los demás, de forma cada vez más sincera, auténtica y expansiva. Un abrazo.
Captar el amor en las frustraciones y decepciones del personaje es algo que intento vivir con frecuencia pero que no llego a percibir para nada, es como si me quedase ahí, parada, en medio de un páramo con la esperanza de que alguien llegue y me dé de nuevo una colleja con la que seguir adelante; sólo que me encantaría darme la colleja yo misma para poder continuar caminando. Me parece tan importante esto, es que estoy justo en este punto, por eso las recomendaciones o textos que puedo leer se pasan como si nada.