Despiertos la esperanza se convierte en trabajo
Cuando llegamos al Trabajo siempre lo hacemos con la esperanza de ser mejor, de llegar a ser felices, la esperanza de ser nosotros, de encontrar nuestra luz, de conseguir que todo en nuestra vida se solucione, etc. La esperanza es un motor que siempre nos ha empujado a buscar, siempre nos ha alimentado ese anhelo de verdad, de realidad, de felicidad, de plenitud. La esperanza es una mirada al futuro, es creer en que este sea mejor que el presente, incluso ponemos la esperanza en los demás para que nos aporten felicidad. A nivel social depositamos la esperanza en los niños para que el mañana pueda ser un mundo mejor. Ponemos esperanza en el mañana para que este sea benévolo con nosotros y los nuestros.Nos fijamos en el futuro porque en el presente no nos sentimos dignos ni completos.
El problema lo tenemos cuando estando dormidos llega el futuro y nos sentimos profundamente decepcionados, volvemos a recurrir a la esperanza en el año que viene, para que este nos traiga aquello que añoramos o creemos que no tenemos y merecemos o esperamos que nos toque la lotería, hasta nos llegamos a hacer promesas a nosotros mismos sobre nuestra conducta que acaban cayendo en saco roto porque las dinámicas del personaje son incansablemente repetitivas.