Conciencia y Pandemia

Nuestro modelo social sacraliza la libertad individual y la hace compatible con el egoísmo y la irresponsabilidad. Ahí tenemos miles de personas protestando porque les hacen poner una mascarilla por la calle, medida que parece imposible de implantar mientras se van incrementando otra vez los contagios y se llenan los hospitales. Ahí tenemos montones de mensajes y videos denunciando complots contra la libertad, explicando con pretensiones científicas que esto del virus es un montaje, un engaño y una patraña. Parece que toda esta gente que ingresa en los hospitales han sucumbido al engaño y simplemente están neuróticos. Y los médicos y enfermeras que los atienden seguramente están confabulados para simular que registran problemas pulmonares.

Ya no nos podemos fiar de los expertos porque, según parece,la mayoría están comprados; sin embargo, cualquier aficionado puede recoger datos de una estadística y llegar a conclusiones que presenta como algo indiscutible, sobre todo apoyándose en la opinión de alguien que tiene un título académico.

La cuestión de si creemos o no en Dios ya no interesa a nadie; ahora la humanidad se divide entre los que creen en la pandemia y los que no. Y desde luego, los más listos siempre figura que son los que no creen; los demás son ingenuos que se dejan engañar. Después de años de lucha para conseguir escolarizar a toda la población ahora lo que da prestigio es ser así de listo y no creer en nada que te obligue a tener una cierta disciplina, sobre todo si altera tu vida de costumbre.

Los encargados de seguirle la pista al entorno social de aquellos que han dado positivo se las ven y se las desean para que les contesten cuando llaman por teléfono, señal de que los posibles afectados no están en casa. Y cuando les responden, se tienen que enfrentar a las protestas de la gente que no se encuentran mal y no están dispuestos a permanecer en casa y renunciar a su vacaciones. Así que, a lo mejor, socialmente nos conviene que todo se ponga peor y la realidad nos obligue a tomar medidas serias contra esta actitud irresponsable de niños malcriados que llevamos demasiado tiempo soportando en nombre de la verdadera libertad. Aquella por la que tanto han luchado las generaciones que nos preceden.

Nunca sabremos de donde procede el virus, es perfectamente posible que se haya escapado de uno de estos laboratorios que desarrollan armas para la guerra bacteriológica. Pero que proceda de un sitio o de otro no cambia la necesidad de dar una respuesta adecuada a la situación. Lo cual es perfectamente compatible con exigir que se cierren y desmantelen estos laboratorios, petición que nadie hace. Da igual que sean chinos, americanos o subsaharianos: son una manifestación evidente de la estupidez que puede alcanzar el ser humano cuando pierde la conciencia de su naturaleza esencial.

Pero lo que nos faltaba es que a estos representantes de los poderes públicos que se dedican a sacarse los ojos los unos a los otros, se unan ahora profesionales y personas con influencia, difundiendo teorías conspirativas. Es posible que haya datos correctos en estos comunicados porque todo se está investigando, pero se utilizan para proyectar la responsabilidad en terceros que son los que tienen la culpa de todo. Así, el que los consulta, tiene permiso para inhibirse porque él no es culpable de nada y encima está siendo engañado.

Siempre es lo mismo: la inteligencia sin amor no soluciona nada.

3 comentarios en “Conciencia y Pandemia”

  1. Gracias Jordi,
    la última frase me ha evocado la siguiente cita:

    « Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor, segundo, la técnica. » Antoni Gaudí

  2. Gracias Jordi. Creo que todos tenemos que comprender la responsabilidad que nos corresponde como ciudadanos en esta difícil lucha por controlar la pandemia. No está en nuestras manos realizar grandes acciones pero podemos hacer con conciencia de amor las que son responsabilidad nuestra (ponernos una mascarilla aunque nos moleste y de calor, apartarnos en la acera para dejar pasar a otra persona manteniendo la distancia de seguridad, quedarnos en casa si somos positivos…) A eso podemos añadir sin gran esfuerzo: desear un buen día a todas las personas con las que interactuamos en la jornada o intentar acariciar con la mirada a quien tenemos enfrente y no podemos tocar. Es muy poco, pero
    es poner amor en lo pequeño.

  3. Desde luego es alarmante que ante una situación desconocida y potencialmente peligrosa para nuestros mayores la gente prefiera maniferstarse y reivindicar la libertad, que asombrosamente, para muchos es pasear sin mascarilla. A mí también me molesta tener que llevar la mascarilla, pero conozco casos de contagios, unos cuantos. Los casos que conozco no han sido a través de la tele, son personas conocidas que lo han pasado mal. Por otro lado, si estoy a favor de darles voz a la gente que opina diferente, porque ahí están, y es mejor que todo el mundo se exprese y que haya debate, y se airee lo que en el fondo está latente. Si no será peor, y nos tiraremos los cacharros a la cabeza los unos a los otros, mientras efectivamente hay gente haciendo pingües beneficios.

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