1. ¿Es posible meditar en medio del ruido de la ciudad, del ajetreo de la vida moderna? La meditación o la contemplación se han asociado generalmente a lugares tranquilos, privilegiados, sagrados. Monasterios, ashrams, o en todo caso montañas elevadas o campos serenos. Y sin duda, el entorno adecuado posibilita una profundidad en la experiencia meditativa que, de otro modo, al menos sin una cierta práctica, no es tan fácil.
Ahora bien, las experiencias-cumbre de los retiros meditativos pueden servir como base para luego meditar en medio de la ciudad, en medio del ruido, del barullo y ajetreo de la vida moderna.
Podemos distinguir entre (1) la meditación como técnica (en un lugar elegido a propósito, quizás sacralizado, en un tiempo determinado al que me habitúo); (2) la meditación como actitud (actitud interior que es más fácil aprender en la técnica, y que consiste en morar en el centro de nuestro ser sin identificarse con los movimientos de nuestra psique); y (3) la meditación como estado (estado de conciencia al que apuntan los dos momentos anteriores).
Así pues, en medio del ruido es posible practicar y aplicar la meditación como actitud y en el mejor de los casos como estado.
2. ¿Cuál es el estado de conciencia que requiere la meditación?
Cuando hablamos de ‘estados de conciencia’, generalmente distinguimos entre el estado de vigilia (con nuestra mente más o menos agitada y nuestras emociones más o menos perturbadoras), el estado del dormir soñando (en el cual la mente sigue su movimiento y sus preocupaciones, como la fase REM –movimiento rápido de los ojos– indica) y el estado de dormir sin soñar, a veces también llamado ‘sueño profundo’. Ahora bien, podríamos hablar de un ‘cuarto estado’ (turiya) de conciencia, que sería el estado meditativo, en el cual la mente está más despierta, más en calma, más consciente, más abierta, un estado de ‘lucidez silenciosa’. Este estado de lucidez silenciosa es el que requiere la meditación.
3. Uno de tus primeros libros llevaba como título La fascinación de Oriente. ¿Qué es lo que te fascinó de la sabiduría oriental y de la meditación?
Sí, puede decirse que en mi juventud quedé fascinado por algunos de los aspectos de la sabiduría oriental, especialmente por la imagen del maestro realizado (el yogui, el lama, el bodhisattva, el jivanmukta) que parecía haber alcanzado una cierta plenitud humana que todos vamos buscando. Y la meditación era un elemento fundamental de esas personas. Descubrí que frente al maestro del pensar, con el que estaba familiarizado por mi formación en la tradición filosófica occidental, existía el maestro del ser, que era un maestro de meditación, es decir aquel que ha aprendido no solo (o no tanto) a pensar, como también (o sobre todo) a controlar su mente (el yoga, tanto hindú como budista nos enseñan eso).
En esos comienzos de mi búsqueda, las ideas del karma y de la reencarnación, como signos de un orden cósmico-ético y de un sentido profundo de la existencia también me atrajeron.
Pero, ahora, décadas después, la ‘fascinación’ ha terminado. Queda el interés, el agradecimiento y el reconocimiento. Y un intento de actualizar dichas sabiduría oriental, en Occidente y a la altura de nuestro tiempo.
4. Podemos encontrar meditaciones en el hinduismo y en el budismo. ¿Cuáles son las diferencias y las semejanzas entre las diferentes meditaciones?
Sí, tanto el hinduismo como el budismo han concedido una gran importancia a la meditación. En cuanto a las similitudes, lo que hemos llamado anteriormente la esencia de la meditación o la meditación esencial constituye el corazón de ambas tradiciones. Y consiste en morar en la lucidez silenciosa y el amor compasivo que constituyen el fondo de nuestro ser, lo que el budismo llamaría nuestra naturaleza búdica, y el hinduismo el âtman o el purusha, es decir nuestro ser central más allá de las emociones, los pensamientos y las sensaciones, que se revelan entonces como instrumentos para la experiencia en este mundo y herramientas para la expresión de nuestra interioridad sagrada.
En cuanto a las diferencias, todas las tradiciones tienen diferentes meditaciones. Dentro del hinduismo, por poner un ejemplo, suele ser distinta la meditación que sigue el yoga de Patanjali, siendo su objetivo descubrir el espíritu individual, el purusha que somos, de la meditación no-dualista, en la que la clave es el discernimiento (viveka) entre lo eterno (el âtman) y lo efímero (todo lo demás, que es maya). Y dentro del budismo hay diferencias tan notables como las que hay entre el shikantaza del budismo Zen (Zazen), el simplemente sentarse conscientemente, sin más, o tan solo siendo consciente de la respiración, o tratando de resolver un koan, y algunas meditaciones del budismo tibetano, dentro del guru-yoga, en las que hay una abundancia de visualización y de repeticiones mántricas, antes de disolver todas esas construcciones en la vacuidad luminosa.
5. ¿Cómo has integrado la meditación en tu vida?
Como decíamos al comienzo, integrar la meditación en el mundo veloz y agitado de las ciudades y el trabajo no es fácil. Toda la vida es un intento de lograr esa integración. Desde hace décadas, siempre he intentado integrar la meditación en mi vida, en los tiempos de ocio y descanso, practicando más o menos, según las etapas, la meditación como técnica, y además he fomentado la meditación tanto en el trabajo (como profesor, comenzando las clases con una meditación breve, cuando esto era posible) como formando y dirigiendo grupos de meditación, en los que he descubierto la importancia y la especificidad de la meditación en grupo. De manera más personal, diría que la actitud meditativa evita más de una discusión, en la pareja, con los hijos, con los compañeros de trabajo. Quizás la discusión comienza, pero si uno está atento, pronto deja de identificarse con el diálogo de sordos y toma distancia respecto a la situación, tratando de centrarse. Pero, obviamente, no es fácil integrar la meditación en los momentos más turbulentos. Y sin embargo, es ahí donde más importante resulta.
Muchas gracias, Vicente. Un artículo muy interesante
El último párrafo pone de relieve que existe un nivel más profundo que el ordinario desde donde se pueden tratar mejor las cuestiones de la existencia. Este nivel es el que nosotros llamamos: despertar. Y no cabe duda que la meditación más profunda, a través del centramiento, la favorece y la consolida.
La importancia de conocer la mente, tranquilizarla a través de la meditación para poder observar la identificaciones que vivimos en el dia a dia y sus distintos niveles son importantes para vivir el momento presente despierto. Gracias por el artículo.