Despertar. Peligros del mal uso y beneficios de la práctica correcta

En el Trabajo, tras un periodo de tanteo, la persona despierta y toma conciencia de sí misma. Lo hace de forma discontinua pero aparece una noción de sujeto, constata que hay alguien detrás de cada fenómeno mental, emocional o motor, y que este sujeto da fe sí mismo de formas muy diversas.

Este es un descubrimiento que resulta revelador y gozoso, tanto por lo que se percibe como por lo que se intuye que puede llegar a ser vivir de forma estable en ese nivel de conciencia. El problema es que se escurre de las manos con asombrosa facilidad.

En este momento suelen aparecer una serie de escollos que debe atravesar para, gracias precisamente a ese tránsito, progresar.

Uno es pretender despertar para evitar determinadas sensaciones, desde una angustia o malestar general hasta aspectos más puntuales como, inseguridad, nerviosismo, impotencia o timidez. La diferencia que constata entre lo que vive dormido y lo que percibe despierto  le lleva a querer reemplazar un estado por otro con premura. Y otro inconveniente es pretender despertar para sentir algo o para conseguir algo, sea una emoción concreta o un determinado objetivo laboral, personal, familiar, etc… 

El despertar se convierte en algo que se hace con una segunda intención, para cambiar nuestro estado psicológico o para conseguir algo en el exterior. Esto es una distorsión del ejercicio y, con mucha facilidad tendemos a valorar su eficacia según el éxito alcanzado en estos propósitos.

Sea lo que sea lo que estemos buscando, todo intento orientado en esta dirección está,   abocado al fracaso,  porque no es más que un intento del personaje de satisfacer sus deseos ya que, si  observamos con más detalle la naturaleza de los errores mencionados, podemos adivinar el intento del personaje evitar el yo-idea, y alcanzar el yo-ideal. 

Esto puede suceder también después de despertar, cuando nos hemos vuelto a dormir; entonces el personaje intenta apoderarse de lo que él interpreta como una muestra de éxito y superioridad y se muestra eufórico hasta que la próxima frustración lo hace aterrizar.

Antes estos usos y/o abusos, la solución radica en Trabajar para establecer una costumbre que desbarata estos intentos: ejercitar el despertar sin más objetivo que el recuperarnos en nuestra conciencia, sin permitir que algo tan sagrado como nuestra identidad y nuestro protagonismo se vea pervertido por los objetivos del personaje. Añadir finalmente que en este proceso contaremos con una ayuda inestimable, porque a medida que el despertar se vive de esta manera, el sello indeleble de autenticidad gozosa que acompaña la experiencia nos procura la certeza de estar poniendo las cosas en su sitio, tal y como nos propuso Jesús: “Buscad primero el reino de Dios, y su justicia, y todo lo demás os será dado por añadidura”.

 

4 comentarios en “Despertar. Peligros del mal uso y beneficios de la práctica correcta”

  1. El Ser ya es, nosotros somos ya en este Ser, pero no es fácil morir a las mentiras existenciales o desactivar el personaje.
    No resulta fácil, pero es ir hacia lo Real.
    Lo demás es conformarse con ilusiones y fantasías.
    Mantener la conciencia de sujeto, vivir centrados, creo que es lo más importante.

  2. Hay un antes y un después cuando, tras los primeros meses del Trabajo, se produce el salto (que en mi caso fue en Oseira) y comprendes la magnitud y relevancia de despertar. Pasas entonces de añadir el despertar a tu vida o de utilizarlo en determinados momentos, a integrarlo como eje principal de lo que emana todo lo demás. Mi visión del Trabajo dio un giro cuando comprendí que no se trataba de despertar al darme cuenta de que estaba dormida, sino que estar presente en tanto que sujeto, es la prioridad y la piedra angular de dónde surge todo. Por supuesto, el personaje intenta a veces utilizar el hecho de despertar, como dice Jordi, para conseguir o evitar ciertos estados. Ante ello, lo más importante es la constancia de seguir trabajando, pues es la manera de ir desactivando estos mecanismos, de no darles fuerza y de afianzar paulatinamente la conciencia de nosotros mismos.

  3. Hay veces que aun teniendo cierta practica en el despertar uno se ve secuestrado por mecanismos del personaje que lo oscurecen todo, bien es cierto que queda una pequeña lucecita similar al testigo del coche que te avisa que no puedes caminar más, que es tiempo de parar y repostar, y es en esos momentos donde la ansiedad y la angustia sobreviene con fuerza inusitada donde se tiene la oportunidad de utilizar voluntariamente un despertar profundo, no para evitar estos acontecimientos desagradables, sino más bien para atravesarlos y darse cuenta que detrás de todo esto hay un fondo pleno de voluntad, felicidad y luz.

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