Las dificultades: un medio eficaz para curar el orgullo

El orgullo es el problema más difícil de resolver y por eso no nos ha de extrañar que quien desee trabajar de veras en la vida espiritual se encuentre enfrentado a dificultades, problemas y contrariedades de todo tipo, y que muchas veces sea víctima de grandes injusticias. ¿Por qué? A veces porque la persona se «desconecta» de su entorno y no sabe ver las leyes más simples de la vida. Otras veces esto sucede porque sólo cuando la persona se encuentra con dificultades, cuando tiene que movilizar todos sus recursos interiores, cuando se enfrenta con cosas imposibles -cuando vive su impotencia, su limitación, cuando se da cuenta de que está ante algo que no puede solucionar, cuando se enfrenta a la crítica, al ridículo, inerme, sin poder hacer nada-, si sabe estar atento y consciente, aquello se convierte en una oportunidad extraordinaria para descubrir la no-realidad de su yo personal.

Sólo cuando uno se enfrenta con la negación de todo aquello sobre lo que se apoya es cuando puede neutralizar y deshacer la crispación que se ha formado sobre la idea de sí mismo. Cuando uno ve atacado y destruido todo aquello que uno quería del modo más vehemente, entonces descubre que realmente ha sido un imbécil toda la vida, que ha estado jugando a ser un gran personaje y se lo ha creído, cuando en realidad todo lo que tenía de verdaderamente bueno le ha venido siempre no por sus propios méritos, sino de la única fuente de donde procede todo lo bueno.


Es preciso pasar por una especie de inmolación de lo personal. Sólo cuando uno afronta una y otra vez las dificultades, los obstáculos, las críticas, los desengaños, y no se limita a quejarse, a exclamarse, a hacerse la víctima, sino que se abre a la situación y procura ser consciente de sí y de la situación, entonces es cuando se produce la disolución de esa crispación, de ese gesto, de ese nudo que tenía en lo más profundo de su mente. Entonces es cuando se abre el paso al poder de la gracia que penetra y por sí mismo transforma, eleva, llena.

Hemos de llegar a comprender que todo nuestro trabajo de mejoramiento y de realización está protagonizado por Dios. No somos nosotros quienes trabajamos, quienes mejoramos, no somos nosotros quienes tenemos más virtud, más amor, más comprensión, más interés, ni más sabiduría. Es sólo la luz de la Verdad, la fuerza del Amor, la potencia de la Energía absoluta las que se manifiestan un poco más a través de nosotros y permiten que nuestra tontería quede en un segundo plano y se exprese un poco más la brillantez interna, la luz que nos llega de lo superior.

No hemos de crisparnos sobre nuestro trabajo de mejoramiento. Hemos de trabajar y a la vez hemos de abandonar todo trabajo, hemos de darlo todo, pero como si no hubiéramos hecho absolutamente nada. Hemos de aprender este doble gesto, este doble movimiento, de nosotros hacia arriba y, después, de arriba hacia nosotros; abrirse a la gracia es tomar el atajo más rápido que hay, no para llegar sino para permitir que nos llegue la verdad, la realización.

Antonio Blay Fontcuberta, El trabajo interior, técnicas de meditación. Ediciones Índigo. Página 144

4 comentarios en “Las dificultades: un medio eficaz para curar el orgullo”

  1. Es cierto que cuando encontramos problemas y obstáculos la primera reacción es de incredulidad, plantearnos el porqué nos ha pasado, el sentirnos víctima e impotente y después al reaccionar es cuando empezamos a ver y comprobar nuestro potencial, nuestra energía y todo lo que podemos conseguir si desplegamos todo ese arsenal que tenemos: energía, amor e inteligencia. Lo he podido comprobar ante un obstáculo que he encontrado en mi camino y comprobar la fuerza que había en mí y cómo al desplegarla me he sentido fuerte y poderosa. Reaccionando al problema iba creciendo y haciéndome fuerte , incluso comprobaba con «orgullo» esa fuerza que tenía y que había dejado dormitar.

  2. Me quedo con esta última reflexión de Blay, pues creo que contiene la esencia del Trabajo espiritual. Como dice, lo importante es aprender este doble gesto de dar todo lo posible pero como si no hubiéramos dado nada. Es decir, poner todo el potencial que somos al servicio de lo que hacemos sin ningún tipo de pretensión, sino estando abiertos para recibir a lo Superior. Me ha recordado a lo que comentamos en los textos de preparación de Oseira cuando hablamos de pedir. Se trata de estar receptivos, con una actitud sencilla y honesta, ofreciéndonos a Dios para que haga lo que tenga a bien disponer a través nuestra y mostrarnos ante Él tal cual somos.

  3. En este artículo de Blay es donde viene al caso el ejercicio de los eventos como una forma de descubrir experimentalmente este doble juego del personaje que nos desconecta de nuestro entorno y nos impide ver las leyes más simples de la vida. Muchas gracias por la elección del articulo Jaume.

  4. Para mi Blay habla aquí del modo de deshacer las limitaciones que creemos que existen y que mantenemos al creerlas firmes.
    No hay nada como experimentar de un modo consciente lo que más tenemos para ver la fortaleza que se desprende frente a esa circunstancia, y el amor y la luz que se dispone a hacer de esa experiencia algo valioso.

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