El origen de la vida a día de hoy, continúa siendo un misterio, pero lo que sí está claro es que las especies van evolucionando, se van diversificando y algunas también se van extinguiendo; dejando huecos que solo son comprensibles por los encuentros de restos arqueológicos que se van sucediendo de tanto en tanto y redibujan un mapa complejo de especies y subespecies. Los seres humanos de hoy, somos como somos, debido a que los antiguos primates lograron evolucionar adaptándose al medio y perduraron en una lucha por la supervivencia durante millones de años con otros animales.
Por todo ello, podemos afirmar que el ser humano no es un ser acabado, sino que su evolución física, afectiva, mental y espiritual a partir de donde ahora está, no solo es posible, sino que es más que probable. Eso sí, si es que no se extingue antes debido a algún cataclismo planetario ya sea como resultado de sucesos naturales o derivados de la capacidad de destrucción humana, por accidente, negligencia o derivada de algún proceso bélico.
Y es que, a lo largo de la historia, los grandes cambios relativos a la organización del colectivo humano se han producido mediante la fuerza de las armas. Como por ejemplo en la antigua Grecia, las polis griegas se enfrentaban unas a otras con el objeto de tener el control del territorio, recursos, personas, etc., cumplir una supuesta justicia o por simple supervivencia. Al finalizar las batallas, se destruía al adversario o este era absorbido en la cultura del vencedor. Sucedido esto, se reestablecía la armonía hasta que empezaba otro conflicto. De este modo, hasta nuestros días, se han establecido las jerarquías de poder tanto entre estados como dentro de él.
También es cierto que, como resultado de estas guerras, hemos pasado de sociedades primitivas y aisladas, a sociedades más civilizadas e interconectadas. Paralelamente, hemos pasado de creer en unos mitos religiosos antropomórficos a desarrollar una ciencia basada en análisis lógicos complejos. Todo ello ha permitido ir encontrando las mejores soluciones a los problemas que se han ido presentando. No cabe duda que estas mejoras en el campo científico, tecnológico y de innovación han propiciado avances en medicina, transportes, gestión financiera y en tecnologías de la información y comunicación. Pero, por el contrario, el ser humano poco a poco se ha ido alejando del aspecto místico y mítico que lo unía con lo trascendente.
Es por esto que, a pesar del progreso relativo a lo material, el ser humano aún está muy arraigado a los comportamientos de las comunidades primitivas, basados en luchas por la supervivencia y de poder. Donde se señalaban culpables, arremetiendo contra ellos, que eran castigados con torturas, la muerte o el exilio; dejando al hostigado fuera de la protección del grupo. Y al igual que hoy, una vez puestas en marcha estas dinámicas, eran reproducidas y justificadas como razonables por los demás integrantes del colectivo.
Con la finalidad de poner luz al asunto y proponer alternativas prácticas que nos permitan salir de este escollo basado en obsesiones, resentimientos y rendijas, planteamos la ponencia “Evolución individual y evolución social” durante el III Congreso de la Asociación para el Desarrollo de la Conciencia y la Autorrealización, que se celebrará en Barcelona del 30 de octubre al 1 de noviembre de este 2022.
Jaume Arasa, David Montal y Sergi Pérez. Artículo introduciendo la ponencia del III Congreso de ADCA titulada «Evolución individual y evolución social».