Cuando la persona se ha integrado a través del trabajo, que no hace falta que se haya culminado de un modo perfecto, pero sí que se haya logrado esa integración, esa unificación de esas dualidades creadas artificialmente, como eran: la separación del fondo de la forma y, luego, la separación de lo que es consciente y de lo que es inconsciente con todas las cargas retenidas en el inconsciente. Cuando todo esto se ha reasumido en una unidad de nuevo, entonces aparece de modo natural una expansión de conciencia.
La persona descubre dos cosas: que hay una unidad mucho mayor en el sentido horizontal; cuando uno se vive como sujeto central uno se descubre siendo, a la vez, el centro de las cosas que existen (poco a poco). O sea que no es mi centro y otro centro, sino que descubre que sólo hay un centro, y cuando llega al centro se descubre siendo el centro de toda la multiplicidad de formas que existen.
Poco a poco va amaneciendo esta conciencia; o sea que va despertando a una unidad de la existencia, sin hacer nada, simplemente por el hecho de vivirse como centro de su propia existencia individual. El centro de la existencia individual da acceso a un centro de la conciencia o de la existencia universal. En segundo lugar se produce otra expansión (que es la misma vista desde otro modo) en un sentido vertical, no horizontal: uno va descubriendo niveles de conciencia y de existencia muy superiores a lo que constituía la vida normal, habitual.
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Cuando uno se da cuenta que uno está viviendo encerrado artificialmente por las propias ideas profundas que uno está acostumbrado a mantener, cuando uno, por esta autoobservación, lo comprueba, se da cuenta de que puede salir de eso; porque si no lo comprueba siempre creerá que “yo soy así y no puedo ser de ninguna otra manera”; pero cuando existe esta observación constante, uno se da cuenta de que uno está metido dentro de una estructura mental; el trabajo que uno ha hecho (y que he ido indicando) con el inconsciente, ya le muestra esto: en la medida en que yo abro mi mente, en la medida en que yo me pongo en atención con otra cosa y suelto mis ideas habituales conscientes, la cosa cambia, todo empieza a funcionar en mí distinto.
Pues exactamente el mismo principio funciona en relación con esas dimensiones superiores. De hecho, todo lo que yo puedo soñar como deseos de llegar: a felicidad, a un amor, a una conciencia de infinitud, a una realidad intrínseca, en sí, de por sí, o a una comprensión de todo; todo eso está en mí. Viene a mí esa demanda, precisamente, porque soy eso; si yo no fuera esa infinitud, no podría surgir en mí esa demanda de infinitud.
El problema es que soy esa infinitud pero estoy viviendo en mi mente como siendo fulanito de tal, con su historia personal y nada más. Y mientras yo esté hipnotizado por esa creencia yo me prohíbo a mí mismo, esta idea me impide vivirme de un modo distinto a lo que creo; o sea, que soy producto de mi propia autohipnosis, soy víctima de las ideas que he aceptado, sin darme cuenta me están autolimitando.
La solución no está en hacer esfuerzos para ir más allá, la solución está en deshipnotizarse; deshipnotizarse quiere decir descubrir, darse cuenta primeramente del estado de hipnosis en el que vivo; o sea, de los esquemas en los que estoy metido siempre; y, en segundo lugar, irme dando cuenta de que yo soy yo aparte de toda idea, aparte de todo modo particular de ser, aparte de toda comparación y de todo juicio, que yo soy, en principio, un foco de luz, un foco de felicidad, un foco de energía. No soy ninguna forma particular; las formas van cambiando, pero lo que yo realmente soy como identidad es esa constante, ese foco. Entonces esto me permite ir soltando mi hipnosis, mi sueño, de acuerdo con las ideas que he aceptado; voy soltando mi crispación en mi modo personal de ser, de hacer, de tener, en mi yo-idea y en mi yo-ideal. Entonces, en la medida en que voy soltando eso voy teniendo libre acceso a una conciencia superior y a una conciencia mayor en lo horizontal.
La conciencia va como despertando a su dimensión total en la medida en que yo voy soltando mi crispación en lo particular, en lo personal; y esto se produce de un modo natural en la medida en que hay esta desidentificación, que yo voy viviéndome como centro y voy soltando mi adherencia, mi adhesión hacia las formas: formas mentales, forma física, forma de hábitos, toda clase de formas.
Antonio Blay Fontcuberta. “Curso de psicología de la autorrealización”. San Cugat del Vallés. Agosto 1982.