Cuando oímos la frase: lo importante es participar, suele haber un cierto aroma de resignación en el que la pronuncia, porque usualmente la utilizamos cuando nuestro interlocutor, por cualquier motivo, no ha podido ganar en alguna competición, o similares, y entonces, a modo de consolación, a menudo incluso con un tono de voz deshilachado, pretendemos endulzar un poco la situación.
Sin embargo, desde la perspectiva del Trabajo, propongo que no estaría de más añadir a esta frase la coletilla «...y más que ganar«.
Es fácil pensar que esto ya es pasarse un poco ¿verdad?
Veámoslo con un poco más de detalle. Si aplicamos el sentido de “ganar” en términos del Trabajo, bien podríamos decir que “ganar” significa despertar de maravilla al oír un despertador, hacer un centramiento especialmente profundo o, para los más avanzados, responder con acierto algunas cuestiones del curso de filosofía. Pues bien, si unimos a esta frase otra también muy utilizada en el Trabajo: lo importante es el esfuerzo, y no el resultado ya podemos empezar a encontrar un cierto sentido a esta propuesta de corolario tan aparentemente extravagante.
Porque, para el Trabajo, participar significa esforzarse, trabajar, ejercitar y, por tanto, actualizar el potencial que somos en la medida en la que somos capaces en este momento. Y sucede que es eso, y sólo eso, lo que nos transforma, lo que nos llevará en volandas de un nivel de conciencia a otro; es ese esfuerzo el que nos permite atravesar cualquier dificultad que surja porque, por otra parte, en tanto la tenemos delante es la que es procedente atravesar, limpiar, ver, trascender, etc… en ese momento.
Lo importante es el esfuerzo, y no el resultado. No importa que despertemos cuando oímos un despertador, no es eso lo que se sigue en los diarios (en verdad, con el conteo de los Excel tendríamos suficiente); lo que es objeto de atención y seguimiento es el proceso en ese esfuerzo, sea lo que sea lo que dé de sí, tanto si es despertar como si es tropezar con algún impedimento, porque ese impedimento es nuestro también, ahí está porque en algún momento se enquistó, y ahora es necesario acogerlo y traspasarlo para que, con Trabajo, esa emoción, ese pensamiento, o lo que sea que nos perturbe se ponga en su sitio y dé paso a la energía, amor e inteligencia que somos y que ahora podrá expresarse, y vivirse, con mayor plenitud. Y si todo este proceso acaba desembocando en “ganar”, bienvenido sea, pero a su debido tiempo, no antes.
Finalmente, significar que esta propuesta tiene un corolario muy liberador y es que, al hacernos independientes del resultado, nos habilita para vivir el proceso siempre de forma gozosa, porque sabremos que ante un despertador, un centramiento o, en verdad, cualquier dificultad que encontremos en nuestra vida, la gracia, y el disfrute, está en meterse en ello a fondo, en ese participar que nos permite dar lo mejor de nosotros en esa participación.
Intentar en relación a lo Superior (por ejemplo: los grandes valores universales), es empezar a recibir su ayuda.
Lo importante es el esfuerzo, y no el resultado.
Ésta premisa implica actitud positiva, positiva como sinónimo de poner.
Yo hago mi aportación, yo me implico como ser que interviene en la realidad de forma consciente con la intención de transformarla, y esto a su vez me desconecta y me libera de cualquier expectativa de resultado concreto y me permite vivir en base no a un fin sino al ejercicio en sí, que es lo verdaderamente importante.
Muy acertado desde la perspectiva de cualquiera que esté en el Trabajo, donde lo que importa es ejercitar nuestras capacidades esenciales, entender, amar y hacer. Esta es la verdadera clave en el Trabajo y en la vida.
Me hace gracia porque la frase se aplica mucho con los niños en el deporte o en cualquier actividad pero la hacemos de forma que ni nosotros mismos nos la creemos, por eso crea a veces frustración en los propios chavales. ¿Cómo vivir y hacer vivir la participación como una victoria? Me parece un tema muy interesante y de una aplicación vital y lo único que veo es siendo consciente de esa participación, haciéndola presente en el momento. Asociamos participar con cambiar, con modificar, con arreglar…como si participar fuese una forma de hacer mejor las cosas, le imprimimos un carácter que no tiene por qué tener. Muchas veces la participación es simple presencia, acompañamiento, silencio, observación, respeto a la capacidad del otro, apoyo. Tan importante para un equipo es marcar un gol como un asistente que te acerca una toalla, un aficionado que cree en tu potencial y te anima o un operario que hace que el campo esté en condiciones para el juego.
Participar es tratar de expresar el valor que contenemos de manera particular, en el campo que sea, y ésto, no depende de resultados, sino que en sí mismo genera mucha satisfacción, somos así. Si socialmente ésto se aplicara, si se educara así a los niños, que lo pillarían bien rápido porque es mucho más natural que competir, nos ahorraríamos unos pocos de problemas al llegar a ser adultos. Nunca es tarde para aprender ésta lección.
Lo importante es participar con la apertura necesaria para tomar conciencia y actualizar. Si estamos habitualmente en el nivel de conciencia del personaje, ganar es despertar en momentos concretos. Una vez nos vivamos como capacidad de amar y ver en acción, ganar será estar en ese yo experiencia. Siguiendo el camino, será necesario pasar de esta identidad personal a la conciencia subyacente transpersonal, y ganar será vivir des de la conciencia de Ser. Lo que valoramos como adversidades en realidad nos ayuda, nos “sirve”, para hacer el esfuerzo de conciencia necesario para actualizar y volver a vivir esa vida de calidad que muchos ansiamos. Gracias Jordi.
La liberación que produce desidentificarse del resultado de las acciones es enorme. A mí me impulsa cada día más a actualizar el potencial que soy y a poner mis capacidades al servicio del Ser. Me impulsa a vivir la existencia con toda la plenitud que da el saber que vives con intensidad la vida que eres. Esto creo que es a lo que se refiere Jordi con participar. De esta manera, por participar ya has ganado.
Sí, a eso me refiero, participar ya es ganar. Mi hijo Pol, de seis años, está jugando una liga de fútbol sala, y tanto ha pasado que les han metido siete como que han ganado nueve a cero. Pues resulta que muestran mucha más inestabilidad ante una cosa y otra los padres que los críos; ellos, mayoritariamente se dedican a jugar y a pasárselo bien, y sí que se alegran más en un caso que en otro, pero viven sobre todo en un presente mágico y real que les hace mantener la sonrisa. Eso en tanto los mayores les dejamos.