Sobre la adversidad

La adversidad no es algo que se dirige contra la persona, no es algo que la vida despiadada nos manda. La adversidad es un modo natural de funcionar de las cosas que se opone a nuestro modo no natural de ver las cosas, a nuestro modo artificial o convencional de ver las cosas.

     

          Por supuesto que yo puedo personalizar la adversidad. Puedo protestar ante la vida o ante Dios. Eso es lo más fácil: es lo que hace el niño pequeño cuando se hace daño o cuando se equivoca; siempre da la culpa a su hermano o a la mesa, o a quien sea, pero nunca a sí mismo. Si nosotros queremos seguir teniendo esa actitud de lamentación o de protesta, podemos seguir haciéndolo. Pero sepamos, al menos que estamos haciendo exactamente lo que un niño de pocos años. Y la actitud inteligente es buscar algo más que esto; es tratar de entender lo que ocurre.

 

     Reflexionar, pues, en el sentido de eso que llamamos adversidades, que siempre traen consigo ese mensaje aparentemente amargo, duro, de que yo he de crecer, de que en el fondo he de vivir la plenitud, pero no como yo lo pretendía, sino que he de encontrarla donde realmente está, en el ser profundo y en el Ser Supremo -que son dos grados de la misma cosa- entonces descubriré que la existencia está llena de satisfacciones.  No obstante, en el momento en que quiera retener cualquiera de estas satisfacciones, esto se me convertirá en dolor en mis propias manos. El placer, el amor, la alegría, toda cosa positiva de la existencia, es para vivirla con libertad y dejarla en libertad; nunca para poseerla, nunca para retenerla, nunca para creerme que aquello es mío o que yo soy aquello. Yo soy yo, y aquello es un modo de mí. He de dejar aquello para seguir siendo yo. En el momento en que invierto el proceso, quedo atado a la cosa; y entonces la cosa, la vida, la dinámica de la vida se me cae encima. Y a eso lo llamamos adversidad, desgracia, dolor.

    

     Considerar pues todo esto y tratar de situarse en la conciencia clara de sí mismo y de Dios, el Ser Supremo, el Absoluto, y yo que soy un foco de conciencia en esta Realidad Suprema, a la que yo puedo y debo abrirme, y que es el único sitio en donde yo puedo vivir la realidad, la plenitud la verdad. Insistir en este proceso de centramiento y de apertura a la conciencia Suprema de Ser, hasta que uno logre recuperar su propia noción de ser, de energía de felicidad.

    

     Esto puede costar horas, días, o años, según la fuerza del error, pero ésta es la única solución.

 

Creatividad y plenitud de vida. Pag 239, 240 y 241

Antonio Blay

4 comentarios en “Sobre la adversidad”

  1. Las últimas palabras de Blay me han impactado por claras y ciertas. Perseverar, a diario durante meses y años en ese situarse en la conciencia clara de uno mismo y de Dios. Saber que este es el camino y agradecer el poder transitarlo.

  2. Si, estoy de acuerdo contigo María Jesús; a mí también me ha impactado y coincido en el agradecimiento por poder recorrer el camino.

    Todo el fragmento invita a ir más allá de lo que acostumbramos a percibir y a categorizar.
    Ciertamente las adversidades pueden cambiar de título sí salgo de lo que puramente me puede gustar o disgustar para abrirme a la Realidad de lo que está aconteciendo.
    Muchas gracias!!

  3. «Yo soy yo, y aquello es un modo de mí. He de dejar aquello para seguir siendo yo.»
    Nos atamos a los resultados de lo que hacemos. Y no son nuestros. De nosotros depende tan solo el esfuerzo que ponemos para lograrlos.
    Y la adversidad nos lo recuerda: que hay mucho camino por recorrer.
    Por eso hay que perseverar.

  4. No os pasa, que cada vez que lees un fragmento de Blay, ¿parece que os vaya al dedillo? Parece que el fragmento sea ideal y especial para el momento.
    En esta expresión: «personalizar la adversidad» yo diría «personajizar la adversidad». Que rápido se cae en la mecanicidad…

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