La disponibilidad del corazón

Son realmente pocas las personas capaces de ser generosas desde la disponibilidad del corazón, pues eso requiere una conexión con una dimensión profunda de uno mismo que posibilite la capacidad de amar realmente a los demás desde la libertad. Lo que, a su vez, parte de estar centrados y conectados con nuestras almas…  Cuando encuentras a personas así parece que has llegado a casa después de un largo viaje, seguramente porque están en su “casa”, enraizadas en su ser y conectadas con la realidad. Es un regalo de la vida contar con su presencia y también nos transmiten la esperanza de un mundo mejor. Solamente cabe gratitud e inspiración ante personas así. Nos inspiran y nos estimulan a ser como ellos.

Cuando no se las encuentra, parece que el mundo se torna un desierto, por la sensación de sequedad que producen y da la impresión de que no hay agua para todos, ya que muchos se reservan su “riqueza” tanto para sí mismos que se acaban volviendo cada vez más pobres y miserables y parece que se ve «sed» por todas partes…

Quizás esos ricos y avaros de los que habla el Evangelio sean esas personas incapaces de dar, de estar disponibles, incapaces de amar, porque no están conectadas con el amor o tienen demasiado cerrado el corazón. Son personas que miden lo que dan y lo que reciben, si dan lo hacen con la prudencia de que no te acostumbres (avaricia), si reciben están pensando en que algo te tienen que devolver o piensan en qué tendrán que dar a cambio (otra forma de avaricia y de restricción). Ante este tipo de personas, o ante este estado de ser que por suerte en algunas personas es ocasional, se te encoge el corazón. Cuando alguien nos trata desde la cerrazón o la defensa y no está disponible y abierto, no solo se nos encoge el corazón, también podemos sentirnos perdidos y desorientados… O incluso heridos o despreciados. Si antes no estamos preparados para el golpe o el desdén que puede suponer ese trato o somos suficientemente conscientes de las heridas del otro.

En otras ocasiones, quienes están con el corazón cerrado pueden incluso hacer sentir culpable al que no es como ellos pues son ellos quienes saben vivir midiendo, poniendo límites, restringiéndose sentimentalmente porque creen que eso es madurez… y control… Pero no saben que están atrapados en los miedos, quizás de la infancia, que del miedo al “coco” se ha pasado al miedo a los demás o a los propios sentimientos. Lo que es más bien el miedo a ser vulnerables ante otros, el miedo a necesitarles, el miedo a compartir de verdad y en definitiva es el miedo a sí mismos y al amor real. Se creen “ricos”, pero son los avaros más pobres. Incluso puede que sean más pobres que esos que solo tienen dinero y se lo guardan egoístamente para sí mismos.

Hay que tener en cuenta que cuando una persona actúa así puede no ser consciente y es posible que incluso se sienta muy generosa, porque a veces da o pide «limosna» emocional, migajas que caen de una mesa que cree llena de algo que se corrompe porque no se comparte y acaba helando el corazón. A veces es algo muy sutil, una persona generosa en sus principios, puede ser muy rígida con sus sentimientos y pensar que eso es amar a otros, porque les pone los límites o porque así protege de algo supuestamente peligroso, cuando lo que hace es protegerse de implicarse de verdad con la vida, lo que le abriría espacios para una felicidad real.

A veces me da la impresión de que esa restricción emocional es miseria, es pobreza, es sufrimiento y es vacío que se llena con falsos principios (fariseísmos), ideologías o incluso ideas heroicas (falsos salvadores del mundo).

Incluso esas actitudes se cuelan en los mundos de la espiritualidad en estos tiempos en los que está de moda la meditación, o más bien una visión superficial de la misma, pues vemos que incluso meditadores y buscadores espirituales, se empeñan en no sentir, en decir que no son eso que sienten, porque a alguien se le ha ocurrido pensar que sentir es “malo” y que hay de alejarse y mirar «desde fuera» y con recelo esa capacidad humana de sentir, que nos lleva a vincularnos con otros. Pero no nos confundamos. Una cosa es no implicarse con una emoción intensa que no lleva a ningún lugar, aunque uno pueda aceptarla dentro de sí como una expresión de una dimensión interna… Otra cosa es disociarse emocionalmente y vivir abotargado, confundiendo frialdad y abotargamiento con maestría espiritual. Me viene ahora a la mente la intensidad emocional del monje protagonista de la película Zen (el fundador de la escuela soto Zen). Un hombre implicado con los demás y con el corazón abierto, estando disponible para ayudar a los que sufren y llorando por y con ellos. ¿Un maestro zen sintiendo? Sí, un maestro Zen conectado con la realidad y el amor.

 

 

Maribel Rodríguez
http://www.maribelium.com/

Podrás ver a Maribel Rodríguez del 12 al 14 de Octubre en el Congreso «Autoconocimiento y Espiritualidad en el siglo XXI. Práctica de la obra de Antonio Blay».

Más información: congresoantonioblay.com

5 comentarios en “La disponibilidad del corazón”

  1. Gracias Maribel por este artículo porque me recuerda mucho a un pasaje del evangelio que siempre me ha emocionado mucho, cuando Jesús se entera de la muerte de su amigo Lázaro y llora. Y es que yo también he conocido a muchas personas con mucho recorrido espiritual que han tenido muchos seguidores y después he visto con sorpresa cómo se distanciaban emocionalmente de todo, como si las emociones fueran el cáncer del desarrollo espiritual. Por otro lado veo que tengo que agradecer muy fuerte a la vida por haber tenido la suerte de conocer a tanta gente generosa que se ha preocupado activamente de mí, con su sola presencia, su silencio y su acompañamiento.

  2. Qué agradable es leer artículos como éste, por su claridad, sencillez y facilidad de comprensión. Porque a veces se confunde profundidad con oscurantismo. Y la verdad es luz, transparencia. Resaltar en ese sentido:
    «…Pero no saben que están atrapados en los miedos, quizás de la infancia, que del miedo al “coco” se ha pasado al miedo a los demás o a los propios sentimientos. Lo que es más bien el miedo a ser vulnerables ante otros, el miedo a necesitarles, el miedo a compartir de verdad y en definitiva es el miedo a sí mismos y al amor real…»
    Gracias

  3. La espiritualidad que pone a las personas entre paréntesis durante un rato, que sirve para inhibirse de la vida cotidiana y situarse por encima del bien y del mal, es una falsa espiritualidad que intenta diseñar una personalidad impoluta, sin mancha, sin problemas, es decir: sin vida. Una espiritualidad controlada (los miércoles de 7 a 9), con interés por temas elevados y alguna buena obra, pero que sobre todo no debe interferir en los demás asuntos cotidianos.

    Maestría espiritual es capacidad de iluminar la realidad del que desea avanzar, para que vea más allá de lo que suele ver y pueda traspasar la línea de seguridad que le han recomendado guardar para no tener problemas. Pero ha de avanzar en el terreno que pisa, así que la luz que lo ilumina no puede estar apartada: ni demasiado lejos ni demasiado arriba.

    Y esto requiere una relación con el otro que permita experimentar sus vivencias sin ser arrastrado por las mismas. Es esta conexión que citas: desde una dimensión profunda que permite estar al lado del otro y al mismo tiempo respetar su libertad.

    Muchas gracias por tu artículo.

  4. Efectivamente, como dices, no hay que confundir el dejarse arrastrar por las emociones con aislarnos emocionalmente de los demás. No somos más espirituales por ser capaces de controlar nuestras emociones, pues sentir y empatizar con el otro es lo que nos hace descubrirnos en él, acompañarlo conscientemente en su vivencia, implicarnos con él, ver que somos lo mismo. En definitiva, es estando cerca del otro como ejercitamos el amor que somos en esencia y que no tiene otra forma que la de libertad. Gracias por este excelente y sincero artículo Maribel; se nota que está escrito desde el corazón.

  5. Muy esclarecedor este artículo, sobre todo por esa displicencia que desgraciadamente a veces acompaña a ciertos ambientes pseudoespirituales, que para nada tiene que ver con esa disponibilidad del corazón que se apunta en el texto.

    Muchas gracias Maribel.

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