La extraordinaria importancia del inconsciente

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El “inconsciente” es, como la misma palabra indica, la zona de nuestro psiquismo que está más allá del consciente y de la que no tenemos consciencia, es decir, que escapa a nuestra percepción directa sensible y mental. A él van a parar todas las representaciones sensibles e intelectivas que han producido algún impacto en el ámbito de nuestra conciencia, y otras muchas incluso que no han pasado por él y que se almacenan directamente en sus depósitos. Igualmente todos los impulsos que no han llegado a actualizarse haciéndose experiencia, y todos los condicionamientos producidos por cuantas experiencias de toda clase hemos vivido.

 

     El inconsciente es, por lo tanto, un inmenso almacén con ingentes reservas de energía. Pero no de energía que se haya de elaborar todavía, sino ya fabricada y presente. Sólo que está inmovilizada porque no disponemos de la llave de salida que nos permitiría utilizarla. Si pudiéramos incorporárnosla y tomar conciencia de ella haciéndola pasar por nuestra mente, por nuestro yo-experiencia, aumentaría de modo extraordinario el coeficiente de nuestra energía consciente y de nuestra seguridad interior.

           

     De estas reservas que existen en el inconsciente, producto sobre todo de los impulsos reprimidos, es de donde surgen todas nuestras aspiraciones, y nuestro deseo de llegar a ser más, en cualquier orden. La ambición de convertirnos en personas más importantes, ricas, poderosas, socialmente consideradas, fuertes, todo ello en grado superlativo, es decir el yo-ideal con el que todos soñamos (aunque algunas veces tratemos de disimularlo) extrae su fuerza de las represiones que obran en nuestro inconsciente.

           

     Puede deducirse de aquí lo importante que sería para nosotros actualizar las reservas del inconsciente y convertirlas en experiencia actual, transfiriéndolas al yo consciente. Porque conseguir esto es hacer desaparecer automáticamente la necesidad de forjar sueños que solo pueden verse cumplidos en el futuro, y de estar siempre imaginando, divagando, levantando castillos en el aire. Con ello se elimina la susceptibilidad y cualquier sentimiento de inferioridad. No porque el hombre se haga superior a si mismo, sino porque por vez primera se encuentra en verdad a sí mismo, es él mismo, porque antes no lo era del todo, pues vivía en parte de lo que no era realidad.

 

Antonio Blay Fontcuberta. “Energía personal”. Ediciones Índigo. 1990. Barcelona.

 

 

5 comentarios en “La extraordinaria importancia del inconsciente”

  1. La diferencia básica es de profundidad. El subconsciente estaría más accesible y podemos llegar a él con más facilidad. Pero, en el fondo, es lo mismo.
    Os pediría más aportaciones a esta pregunta, que es muy frecuente.

  2. No parece demasiado importante porque lo que importa es el curro interior jj, pero sí que las palabras cuando confunden conviene aclararlas. SUB indica inferior y es lo que habitualmente queremos decir. Sin embargo IN es todo aquello de lo que NO somos conscientes, sea inferior o superior. Lo inferior ya sabemos qué es y lo superior,el SUPRAconsciente es la zona del psiquismo más elevada, digamos más próxima a la experiencia de lo que no tiene nombre. Claro que en el corre-corre diario, tampoco somos conscientes de esa parte. Desconozco bastante, pero supongo que el yoga, la sofrología y otras técnicas permiten el acceso a esa zona. También Antonio Blay recuerdo que favorecía ese «preludio» a la experiencia verdaderamente superior más allá del psiquismo.

  3. A veces se olvida que en el inconsciente también está nuestra esencia, lo que somos. Y que esto que desconocemos y que se manifiesta impulsado por la demanda de verdad que tenemos, es inmensamente positivo. Y que a medida que las personas y la sociedad lo vayamos conociendo, iremos evolucionando como individuos y como especie.
    No se debe pensar el inconsciente con miedo, sino con apertura a él. Teniendo la precaución de que sean actos realizados despiertos y centrados.

  4. Jo, me arriesgo a molestar al ego que tenemos todos, pero es que lo más sagrado que hay en mí no se calla ni pa Dios y lo que no es tan sagrado tampoco, así que estamos aviados. Carlos, reconozco tu lugar pero… Es que estamos hablando del psiquismo, el inconsciente es psiquismo. La Conciencia Divina no me acepta la palabra «inconsciente» para hablar de lo que Yo Soy. El psiquismo, da igual niveles, no le alcanza al Dios que somos ni a la suela del zapato. Un abrazo sincero ?.

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