El niño, cuando es muy pequeño, tiene una conciencia de realidad que, aunque difusa, se refleja en esa gracia, esa mirada que vemos en el niño, esa espontaneidad en el movimiento, esa cosa amable que tiene incluso todo animal joven. Ahora bien, luego empezamos a ponerle etiquetas a las cosas y eso es así porque necesitamos identificar cada cosa, para que se estructure la mente concreta y pueda manejarse en relación con el mundo concreto. Pero lo malo está en que luego nos quedamos metidos dentro de esta mente concreta; pues vemos que los mayores viven así, mentalmente estructurados en porciones, y es a ese mundo de la mente concreta al único que atribuyen la realidad.
Aunque de jóvenes conserváramos una resonancia de esa conciencia difusa infantil, pero amplia, sólo por el contagio de la gente adulta existe ya una inducción hacia esa mente concreta como algo exclusivo. Tendríamos que superar luego la fase de distinguir y separar, para poder llegar a la síntesis, a una abstracción profunda, completando el circuito completo del desarrollo que se ha quedado detenido a la mitad del camino.
Cuanto más desarrollamos nuestra conciencia de amor, menos necesitamos apoyarnos en nuestras valoraciones intelectuales. Las valoraciones intelectuales están ahí, han de estar ahí; lo malo es que las utilicemos como único criterio de realidad. Entonces las realidades verdaderas quedan como filtradas a través de estos pequeños sectores que son nuestras pequeñas ideas. Y así no vivimos nunca la realidad, ni la del exterior ni la nuestra, sólo vivimos a través de estas ideas y sus asociaciones.
Todos tenemos la experiencia de que cuando tenemos unas circunstancias que nos permiten sentirnos muy eufóricos, todo lo vemos mejor, más brillante, todo es más positivo, lo negro no se ve tan negro, etcétera. Si viviéramos totalmente lo positivo que existe en nosotros, entonces veríamos la realidad tal cual es, veríamos cada cosa como expresión de esta positividad interior, de este amor-felicidad, e incluso veríamos que el negro, aun siendo negro, es una expresión de algún modo del blanco, aunque esto parezca contradictorio; veríamos que en el fondo todo es blanco, que todo son formas del blanco, que todo son formas de la Luz original.
P: Yo tengo la necesidad de considerar en alto grado a la mente concreta. Mi problema es que sólo puedo imaginar el amor a través de hechos o situaciones concretas. ¿Cómo se resuelve esto?
R: Hemos de recordar que el amor se vive en tres niveles distintos: a nivel de formas, a nivel de estados o a nivel de energía (o voluntad). Tú, al decir que sólo puedes imaginar el amor a través de hechos concretos te refieres al nivel de las formas, situaciones concretas, personas, etcétera. Plantéate esta pregunta: tú ¿por qué buscas ese amor en relación con esa determinada persona o con tal situación? Pues porque esto te hace sentir algo. Si no te hiciera sentir esto, no valorarías esa persona o situación. Luego, realmente, lo que tú buscas es sentir ese algo; la forma es sólo un medio. Ahora bien, esto que sientes ¿de dónde te viene? ¿te lo da el otro? ¿o es una actualización que se produce en ti de algo que ya existe en ti mismo? Esa satisfacción, ese amor, esa plenitud que sientes al amar ¿te la está comunicando el otro?, ¿te da el otro algo que tú no tenías? ¿o simplemente el otro te está provocando una respuesta interior, un desbloqueo de algo que existía dentro?
P: Puede ser que ya exista en mí, pero está claro que lo exterior sirve de estímulo ¿o no?
R: Si es producto de un estímulo, eso quiere decir que lo que buscas está dentro. Y si está dentro, quiere decir que se puede actualizar directamente sin necesidad del estímulo exterior.
P: Perdona Antonio, pero yo no acabo de ver claro eso que dices.
R: Veamos. Nosotros podemos realizar directamente la plenitud sin otro estímulo que el de darnos cuenta. En la medida que no nos damos cuenta de esto, de que la plenitud ya está presente, entonces hemos de andar buscando a través del exterior. Pero nada del exterior nos dará esa plenitud, y en cambio nosotros podemos vivirla directamente cuando descubrimos que lo único que hace el exterior es provocar mi respuesta interior. Entonces, abriéndome mediante esta práctica que he descrito de mirar y contemplar mi ideal, de vivenciar en lo posible este estado de plenitud y encarnarlo, yo estoy actualizando, estoy transvasando, lo interior a mi personalidad exterior; o sea, me estoy realizando.
Mi autorrealización es un fenómeno interno de conciencia que yo puedo vivir al instante en cuanto me abro al nivel más profundo de mí mismo. Sin embargo, la vida entonces sigue; eso quiere decir que mi cuerpo seguirá con sus funciones biológicas, mi afectividad seguirá con sus procesos afectivos y mi mente con su capacidad de comprender y de hacer.
P: ¿Está la vida para que nosotros lleguemos a vivir esta plenitud, para que nos realicemos? ¿es éste el objeto de la vida?
R: No, no. La vida y la realización son dos cosas distintas. La vida tiene su dinamismo propio. A la existencia no le importa que nosotros nos realicemos o no; la vida no está para eso. Nosotros queremos utilizarla para eso porque creemos que éste es su objeto, pero no es así. La vida en sí es ya la expresión de una plenitud. Pero cómo nosotros vivimos un vacío, creemos y esperamos que la vida sirva para ir llenando este vacío. Pero esta es una interpretación que hacemos nosotros; no es así.
Si sacas tus conclusiones de todo lo que hemos dicho, verás que tú empezarás a ser alguien realmente eficaz en tu vida (desde todos los puntos de vista), el día en que tú seas tú del todo; el día en que tú vivas plenamente consciente del amor-felicidad que eres. Entonces ya no esperarás nada de la vida porque no necesitarás nada, y es cuando serás un elemento realmente eficaz en tu expresión dentro de la dinámica de la vida.
P: No veo por qué ha de haber necesariamente una relación entre la propia plenitud y la capacidad de amar.
R: ¿Tú, cuando amas más? ¿cuándo te sientes vacío de corazón o cuando te sientes lleno a rebosar de satisfacción? Si por dentro yo estoy hueco, vacío, yo estaré intentando llenarme con lo externo, con los demás. En cambio, si yo vivo completo, tendré cada vez más amor por todos, porque no busco nada en el otro, pues ya vivo completo. Cuando he comido mucho ya no busco alimento, pero si estoy con el estómago vacío, con un hambre atrasadísima, estoy buscando alimento por todas partes; en cambio, si estoy lleno, puedo dar de lo que tengo. Mientras tú estés buscando llenar un vacío dentro, todo lo exterior será un instrumento, será un medio consciente o inconsciente para eso.
Conciencia, Existencia, Realización. Lecciones y diálogos
Antonio Blay
Excelente fragmento que nos invita a reflexionar sobre la experiencia del amor como algo que ya somos. En caso contrario no podríamos experimentarlo ante un estímulo que lo provoca, ya que nada externo puede despertar algo que internamente no somos. Blay quiere que tomemos conciencia de que no necesitamos del estímulo para actualizar las capacidades esenciales sino que, en tanto que estemos llenos interiormente, las podremos ejercitar independientemente de las circunstancias.
Recientemente leía a Blay explicando que cuando facilitamos que ocurra aquello que tiene que ocurrir y no oponemos resistencia a la realidad, estamos ayudando que todo se coloque de la manera adecuada, pues fluimos con el devenir natural de la vida. Sin embargo, cuando rechazamos la realidad, ésta nos responde con más resistencia y el proceso, aparte de ser agotador, hará aguas más pronto que tarde porque no se basa en la ley natural del desarrollo. Aquí se trata de lo mismo: si yo doy amor, obtendré amor; pero si solamente espero recibir amor, éste nunca será suficiente para llenar el vacío interior que tengo. Y es que las leyes espirituales funcionan de manera inversa a lo que se suele creer: cuanto más doy más me lleno. Gracias Imanol por recordárnoslo.
No podemos amar, cuya esencia es dar, desde la carencia, desde necesitar que sean los demás que nos nutran. Es un enfoque erróneo. Aunque ya lo sabemos conceptualmente, a veces nos dormimos y no vemos que nuestra actitud sigue apoyada en la grabación de la infancia, en la que dependíamos del amor de la familia.
¿Cómo es posible que nos diga que el objeto de la vida no es autorrealizarse porque la vida ya en sí es una plenitud, que a la existencia no le importa que nosotros nos realicemos o no?
Pues si la vida es ya una plenitud, y nosostros formamos parte de esa vida, somos parte de esa plenitud. Vivámosla desde esa conciencia.